La renta variable se presenta como uno de los activos más demandados para este año. Uno de los principales motivos es la búsqueda de mayor rendimiento por parte de los inversores, lo que les ha llevado a asumir algo más de riesgo. Pero también los inversores y gestores encuentran argumentos en el buen comportamiento de las bolsas, de los activos norteamericanos y en el recorrido que aún presenta el mercado europeo de acciones.
Tras un periodo de 10 años en el que el S&P 500 ha proporcionado una rentabilidad total del 250% (en dólares estadounidenses) y las acciones globales han más que duplicado su valor, parece razonable suponer que en el futuro los rendimientos de las acciones serán más modestos. “En este contexto, creemos que puede ser beneficioso para los inversores centrarse en tendencias globales amplias y de largo plazo que presenten importantes oportunidades de inversión, que en muchos casos no están correlacionadas con los índices bursátiles tradicionales”, señala Alex Tedder, responsable de renta variable global de Schroders.
En opinión de Tadder, en medio del ruido de los mercados, considera que los temas globales como el cambio climático, la transición energética, la sostenibilidad, la disrupción y la atención sanitaria innovadora serán cada vez más relevantes.
Respecto a qué área geográfica presenta más oportunidades, los gestores apuntan que la renta variable estadounidense puede obtener buenos resultados en 2020 gracias a las elecciones presidenciales que se celebrará en país en noviembre. Tal y como recuerda Greg Johnson, gestor de Capital Group, los resultados de las elecciones estadounidenses, históricamente hablando, no han influido demasiado en los resultados de la inversión a largo plazo.
“Lo que realmente ha importado ha sido no salir del mercado. Si nos fijamos en los resultados obtenidos desde 1932, los mercados estadounidenses han tendido a subir independientemente de que la victoria fuera republicana o demócrata. Aquellos inversores que mantuvieron su inversión durante al menos un año vieron recompensada su paciencia, aunque tuvieron que hacer frente al aumento de la volatilidad registrado durante las primarias. La volatilidad relacionada con las elecciones puede, de hecho, ofrecer ciertas oportunidades de inversión. Las compañías sanitarias y farmacéuticas se han visto afectadas recientemente por las críticas políticas sobre los seguros de salud del sector privado, lo que, a su vez, ha ofrecido unas valoraciones atractivas a aquellos inversores que consideran que el control del sistema sanitario por parte del gobierno no es algo inminente”, argumenta Johnson.
Pese a esta oportunidad, hay cierto consenso en que la renta variable norteamericana está cara. Según William Davies, director de inversiones para EMEA de Columbia Threadneedle Investments, “Europa es más barata, pero adolece de un sistema bancario que atraviesa dificultades, mientras que en Japón las valoraciones indican que algunos segmentos del mercado son baratos, aunque las tendencias demográficas en el país son poco propicias y, aunque es probable que cambien a largo plazo, estas no lo harán lo suficientemente rápido como para que nos beneficiemos en 2020”.
En opinión de Romain Boscher, CIO de renta variable de Fidelity, los beneficios de las empresas regresarán este año gracias a la política monetaria expansivas y a la fortaleza del consumo estadounidense. “Las bolsas rebotaron en 2019 después de quedar atrás el incómodo periodo de endurecimiento monetario de la Fed y ralentización de los beneficios. Los beneficios podrían tocar fondo y después recuperarse: tras un año de atonía en 2019, se prevé un crecimiento de los beneficios en torno al 8% en 2020”, añade.
Boscher espera una mejoría moderada de las bolsas en 2020 al calor de la recuperación de los beneficios, impulsados por las políticas expansivas en EE.UU., Europa y China y la fortaleza que sigue mostrando el consumo. “Sin embargo, la política monetaria está quedándose sin fuelle y los tipos negativos están empezando a penalizar a los bonistas, por lo que se necesitarán estímulos presupuestarios para impulsar el crecimiento”, matiza.
Cuestión de enfoque
Según el análisis que hacen desde Amundi, la clave para este año, y no solo para la renta variable, será “ser ágil para hacer frente a escenarios divergentes” en particular en los mercados desarrollo donde, además, sugiere que habrá que estar atentos a “la posible rotación del mercado”.
“La inversión en renta variable para 2020 será, en nuestra opinión, una historia de ingresos y oportunidades para una posible subida. La falta de fuertes tendencias direccionales en los mercados continuará mientras el crecimiento de los beneficios siga siendo débil. Esto debería llevar a los inversores a buscar áreas de resiliencia en el espacio de rentas/dividendos en renta variable. Una vez que las perspectivas se estabilicen y los rendimientos se estabilicen (recuperación de los índices de los directores de compras, cierta expansión fiscal), podría haber posibilidades de que continúe la tendencia alcista, con oportunidades para las acciones cíclicas (calidad en Europa, valor en EE.UU. y pequeña capitalización)”, explican Pascal Blanqué, director de inversiones de Grupo Amundi, y Vincent Mortier, director de inversiones adjunto de Grupo Amundi.