Hace ya más de un año, el 19 de diciembre de 2018, el presidente del banco central estadounidense (Fed) actuaba como el hombre del saco, más que como Papá Noel: a pesar de unos mercados de capa caída y los tweets mordaces de Donald Trump, subía un cuarto de punto el tipo director de la Fed, por cuarta vez en el año. En aquel momento, el comité de política monetaria tenía previsto aumentar dos veces más su tipo de referencia en 2019. Sin embargo, la subida de diciembre de 2018 fue la última de la serie. Desde entonces, en vez de subirlos, ¡la Fed ha bajado tres veces sus tipos de referencia!
Desde su discurso del 4 de enero de 2019, Jérôme Powell modificaba su política monetaria en el sentido de una gran flexibilidad. Así ofrecía como aguinaldo a los inversores lo que les negaba en Navidad: un rally de valores casi ininterrumpido en 2019. Un rally tanto más notable puesto que ha aguantado bien frente a los ataques impulsados por Trump en su guerra comercial con China, con fuerte deterioro de la actividad industrial y la mediocridad de los beneficios por acciones en el S&P 500. Al pie del árbol de Navidad de los inversores en este final de 2019, Powell ofrece perspectivas de unos tipos de referencia estables en 2020. Los mercados están plenamente satisfechos.
Sin embargo, ¿quién nos asegura que las perspectivas de final de 2019 serán menos falsas que las de finales de 2018? ¿Acaso los mercados no suelen defraudar las expectativas? Al pie del árbol de Navidad se vislumbran algunos granitos de arena o regalos envenenados.
En primer lugar, el pleno empleo estadounidense, un regalo engorroso que, en general, es sinónimo de inflación. Pero «esta vez es diferente»: ya nadie espera realmente que haya inflación. El mercado, a través del contrato financiero «de 5 años a la inflación a 5 años», lo evalúa en torno al 2% durante largo tiempo. Sin embargo, el indicador de inflación Core CPI (índice básico de la inflación de los precios de consumo) se sitúa en el 2,3%, muy cerca de su récord de los últimos 10 años (2,4% registrado en agosto).
Y, desde hace más de un año, el crecimiento del salario estadounidense por hora supera el 3%. Por último, el petróleo crudo ya vale más de 60 dólares, con un aumento de casi el 60% en el año, tras haber sufrido, es cierto, ¡una violenta corrección a finales de 2018! También constatamos que, en los tres últimos meses, se ha producido un considerable repunte del tipo estadounidense a 10 años. Actualmente cercano al 1,90%, es verdad que se mantiene alejado del 3,2% alcanzado en el verano de 2018, pero muestra un claro incremento desde el nivel de 1,50% registrado en septiembre.
En la zona euro está más claro aún: nadie, excepto el BCE -que no es totalmente imparcial en este asunto- espera nada de dicha zona, que se percibe como en vías de japonificación. El mercado calcula en el 1,3% la inflación a largo plazo (a 5 años a la inflación a 5 años), y el BCE la estima en el 1,9%. Sin embargo, la tasa de desempleo baja continuamente, lo cual también debería sostener la inflación. Y ya se esbozan perspectivas de un repunte económico. De hecho, el tipo alemán a 10 años, que actualmente se sitúa en torno al -0,24%, ha remontado considerablemente desde el verano, a pesar de que en agosto de 2019 llegó al -0,71%.
Por último, existe al menos un banco central europeo que acaba de subir sus tipos: el Riksbank, en Suecia, que ha aumentado su tipo de referencia del -0,25% al 0%, poniendo fin a una política de tipos negativos que ha durado cinco años.
Todos estos elementos carecen de gravedad, pero convergen: los tipos parecen haber alcanzado un mínimo en el verano de 2019. Tienen buenas razones para remontar. Si esta tendencia se confirmase, apoyada en una normalización de la inflación, la Fed no tendría más remedio que reaccionar. Los valores, que apenas obedecen más que a dicho organismo, no escaparían a una corrección y, sobre todo, los más caros de ellos.
El Papá Powell volvería a convertirse en el hombre del saco, y viviríamos lo contrario de 2019. El “style value” -generalmente favorecido en caso de subida de los tipos-, podría recuperar el favor de los inversores.
Pero estamos lejos de ello. De momento, el mercado sigue creyendo en el Papá Noel del crecimiento moderado sin inflación. Después de todo, a menudo se ha mostrado generoso con los mercados. ¡Feliz Navidad, Papá Powell!
Columna de Olivier de Berranger, director de Gestión de Activos de La Financière de l’Echiquier