Desde el punto de vista de la actividad económica el primer año de la nueva administración fue muy malo. El PIB en 2019 va a crecer 0%, lo que significa que no crece o sea que la cantidad de bienes y servicios que se produjeron en 2019 es idéntica a la que se produjo en 2018. Sin embargo, se debe reconocer que si hubo avance en términos de los precios, la inflación de este año será alrededor del 2,95%, por debajo de la meta establecida. Dicho resultado es reflejo de las políticas monetaria y cambiaria que instrumentó el Banco de México.
Para 2020 las perspectivas económicas son un poco mejores. Se estima que el PIB va a crecer 0,9%, que si bien es un nivel bastante bajo es mayor que el estancamiento que se registró este año. A pesar de que a nivel mundial se está reduciendo el dinamismo económico, el sector externo continuará siendo uno de los principales motores de la economía mexicana. Las exportaciones a Estados Unidos continuarán creciendo y ello generará empleo y producción en nuestro país.
A pesar de que en 2020 el gasto público como proporción del PIB va a ser similar al de este año, como la nueva administración ya superó la curva de aprendizaje, ya tiene el control de las adquisiciones del gobierno federal lo cual le tomó tiempo poder instrumentar, se va a ejercer desde el principio y por lo tanto tendrá mayor impacto en la actividad económica.
Desafortunadamente la inversión no mostrará mayor dinamismo. El gobierno ha privilegiado el gasto corriente para dirigir recursos a sus programas emblema de su posición política y con ello reducido los recursos destinados a la inversión. Habrá algunos proyectos emblemáticos que generarán alguna derrama en 2020 como es el aeropuerto de Santa Lucía. Por su parte, la inversión privada probablemente aumente más que nada por un efecto numérico ya que el nivel del que parte es muy bajo. Se llegaron a establecer programas de inversión entre el gobierno y el sector empresarial, pero hasta el momento no se han reflejado en obras concretas, en la medida que se materialicen esos proyectos se podrá generar mayor crecimiento económico.
Es de esperarse que, consistente con la política monetaria de los Estados Unidos, Banco de México disminuya también la tasa de interés, permitiendo un diferencial aún favorable para nuestro país. Ello combinado con una mayor actividad económica llevará a que la inflación se ubique en 3,5% el próximo año. Respecto al tipo de cambio, su comportamiento depende más de fenómenos externos que de los internos. En la medida que la guerra comercial se termine y no aparezcan conflictos bélicos y la relación de Estados Unidos con la Unión Europea e Inglaterra se mantenga favorable a los flujos económicos, el peso se mantendrá estable. Si no reducen la calificación crediticia de Pemex el tipo de cambio al final del año entrante se ubicará en 20,10.
Los limitantes del crecimiento para los próximos años continuarán siendo la incertidumbre política, a pesar de las declaraciones de empresarios y autoridades, y la inseguridad. Desafortunadamente no se vislumbran soluciones contundentes en el corto plazo, por lo que la meta de crecimiento del gobierno para el sexenio no se va a lograr.
Columna de Francisco Padilla Catalán