El contexto económico mundial continúa marcado por la incertidumbre, con la tensión comercial entre las dos grandes potencias (Estados Unidos y China) como protagonista. Según Lyndon Man, gestor de crédito investment grade global en Invesco, a esto se une que los estímulos de los bancos centrales han generado un entorno de represión financiera en el que los “mayores beneficiados” son los bonos corporativos de alta calidad con grado de inversión.
En una conferencia celebrada en Londres la semana pasada, señaló que, inevitablemente, ese conflicto ha provocado un descenso del comercio mundial. Aun así, pese a esta debilidad, “los mercados se han desempeñado de forma contraria”, incluso en el caso de la renta variable, pero, sobre todo, en renta fija. Esta clase de activo ha registrado entradas de capital considerables, ya que suele rendir bien en etapas de incertidumbre al funcionar como una especie de refugio.
Flujos que antes iban a parar a la renta variable se están trasladando a los bonos, especialmente a los corporativos, una “reasignación” que, para Lyndon Man se extenderá durante el próximo año. En concreto, Invesco seguirá dirigiéndose al investment grade de alta calidad mientras mantiene la “cautela” hacia el high yield, ya que esta clase de activo requiere cierto grado de crecimiento.
Tendencias a largo plazo
En su estrategia de renta fija, la gestora utiliza un marco de referencia “temático”, que se fija en las tendencias a largo plazo. Durante su intervención, señaló tres principales; la primera, la “japonización” de Europa. ‘Outputs’ como la baja inflación, la crisis manufacturera o la ralentización de la economía reflejan, sin duda, las similitudes entre ambos, pero, a su juicio, es fundamental observar los ‘inputs’, es decir, los factores de riesgo que están provocando esas circunstancias, ya que ahí es donde se halla el “asombroso parecido”.
Uno de los más claros es la demografía, ya que “el envejecimiento de la población, agravado por una fuerza laboral que se está contrayendo”, hace que exista un porcentaje más alto de población dependiente que se centra más en el ahorro que en el gasto, lo que está generando esa imagen actual de la inflación. Otro de los grandes parecidos entre Japón y Europa son las características de “zombificación” del valor en libros de la banca: “El BCE está apoyándose en una estrategia de inyección de liquidez al mercado, pero confiando en que los bancos harán el trabajo duro, cuando no están en condiciones”, dijo Lyndon Man al referirse a las restricciones regulatorias que afectan a los préstamos.
Otra de las tendencias que destacó fue la transición de China de una economía impulsada por la inversión a una movida por el consumo. “La construcción, las manufacturas y la agricultura han sido reemplazadas por los servicios y el consumo, una visión más sostenible en el tiempo. Suscribimos esa transición: por eso nos gusta la deuda china y el crédito ‘offshore’ denominado en dólares o euros”, reveló. Asimismo, afirmó que esa transformación se ha visto impulsada por el comercio electrónico y apuntó al importante papel que ha jugado el país asiático en el crecimiento registrado por este a nivel global en el último lustro.
La tercera temática que señaló fue la diferenciación del ciclo crediticio: mientras Europa está arrancando la mitad de este, Estados Unidos se encuentra ya en las últimas etapas, lo cual es más negativo para los inversores en esta clase de activo. “Pese al malestar económico y la falta de crecimiento en Europa, desde una perspectiva de los fundamentales corporativos, los balances están en buena forma, ya que la región está muy centrada en implementar una estrategia defensiva en este sentido”, apuntó. Con todo, en un contexto marcado por la incertidumbre global, insistió en que el enfoque debería ser centrarse en el alfa observando dichas tendencias.
Sin recesión a la vista
Coincidió con su visión John Greenwood, economista jefe de Invesco, quien se refirió al riesgo de recesión que actualmente genera aún más incertidumbre en el mercado. En ese sentido, destacó que, para que ésta se produzca, la debilidad actual del sector manufacturero tiene que trasladarse a los servicios y deben cumplirse al menos dos de las siguientes cuatro condiciones: un endurecimiento de la política monetaria, un exceso de deuda en el sector privado, un elevado gasto cíclico y un aumento de la inflación. Sin embargo, “en la actualidad, no se cumple ninguna de ellas, por lo que no existe ningún riesgo de recesión”, aseveró.
Asimismo, Greenwood hizo hincapié en que la política monetaria no gira en torno a los tipos de interés, sino que, en realidad, lo que importa en relación al gasto nominal y la inflación es el incremento del dinero. “El crecimiento monetario impacta primero en el precio de los activos y, después, en la actividad económica”. Es decir, que, tanto en países desarrollados como emergentes, no es la flexibilización cuantitativa (QE) lo que mueve el gasto, sino el dinero.
En esa línea, hizo hincapié en las diferencias entre los tipos de QE implementados en los distintos países. En EE.UU. y el Reino Unido, el banco central adquirió títulos gubernamentales a entidades no bancarias (como compañías de seguros o fondos de pensiones), un método que “incrementó la oferta monetaria y facilitó el desapalancamiento”, al aumentar los depósitos en la banca comercial.
Sin embargo, en Japón y el resto de la Eurozona, los bancos centrales compraron los valores a los bancos comerciales, por lo que no hubo ningún incremento en la oferta de dinero. “La única manera de que lo haya es que los bancos emitan más préstamos, pero en ambos lugares hay aversión al riesgo”, reveló. Con ello en mente, Greenwood apuntó dos reglas básicas para que el QE sea exitoso: comprar valores a entidades no bancarias y que esos sean a largo plazo.