Lo que en su día se hubiera considerado una extraña anomalía puede estar ahora generalizándose, ya que los rendimientos de un creciente número de bonos globales se volvieron negativos durante 2019. Según Colchester Global Investors, la escalada del conflicto comercial EE.UU.-China, el temor a una ralentización económica global y las agresivas políticas monetarias acomodaticias con las que respondieron los bancos centrales han acelerado esta tendencia a mediados de año.
“Todo ello ha hecho que el rendimiento de unos 11 billones de dólares de deuda soberana cayera por debajo del cero por ciento a finales de agosto, lo que supuso el 37% del universo de deuda soberana en circulación en ese momento”, apunta la gestora en un reciente análisis. Alrededor del 40% de esa cantidad fue emitida por el Gobierno japonés, y el 14% y el 12% por el francés y el alemán, respectivamente. Debido a los programas de expansión cuantitativa implementados por los bancos centrales, se estima que en la actualidad mantienen cerca del 80% de toda la deuda con rendimiento negativo.
Colchester también advierte de que este fenómeno no se limita solo a los bonos gubernamentales: “en los últimos meses, la rentabilidad de numerosos bonos corporativos también se ha vuelto negativa y se ha emitido nueva deuda corporativa a ese nivel. Estos descensos han provocado que el rendimiento de aproximadamente un 7% del universo de deuda corporativa global con grado de inversión (un billón de dólares) haya caído por debajo del 0%.
¿Deberían mantener los inversores bonos con rendimientos negativos?
Dado que los rendimientos negativos implican que si un inversor mantiene ese valor hasta su madurez asumirá pérdidas (al menos, en términos nominales), ¿significa esto que las características de “refugio seguro” de la renta fija soberana se han visto comprometidas? Para Colchester, el pasado reciente sugiere que no. “Hemos observado que los rendimientos negativos pueden volverse aún más negativos debido a los sucesos económicos y políticos y a los giros en el nivel de riesgo percibido”, asegura.
En otras palabras, en el corto plazo, los retornos de los bonos con rendimientos negativos decrecientes pueden ser positivos si los precios de los bonos continúan apreciándose. De hecho, según la gestora, muchos inversores se sorprendieron por la fuerza de la demanda de activos considerados refugios seguros y el tamaño de la caída del rendimiento que resultó para los ya negativos bonos durante el brote de aversión al riesgo de mediados del 2019. Por ejemplo, el interés de los bunds alemanes a 10 años cayó del -0,2% al -0,7% entre julio y agosto, ofreciendo un retorno del 4,5% cubierto en dólares.
“Esto no significa que los bonos con rendimiento negativo siempre vayan a generar retornos positivos, simplemente subraya que las características de diversificación de retornos de los bonos soberanos también se aplican en un mundo de tipos de interés negativos”, destaca la entidad. En ese sentido, insiste en que los retornos pueden ser positivos o negativos a corto plazo, igual que con un bono con rendimiento nominal positivo.
¿Cómo gestiona Colchester sus carteras en este entorno?
Con todo, Colchester continúa viendo la renta fija soberana como una clase de activo que genera oportunidades atractivas de diversificación y una correlación negativa con activos de riesgo. Lo ocurrido a mediados de 2019 sugiere que este perfil continúa intacto pese a la incertidumbre y la aversión al riesgo. “Este entorno posiblemente sea favorable para los precios de los bonos y minimice el ‘coste’ del seguro de diversificación, que puede ser útil si la economía global, las disputas comerciales o los activos de riesgo empeoran”, afirma.
Pese a ello, la gestora trata de limitar su exposición a mercados con un rendimiento nominal negativo y está sesgando sus carteras hacia aquellos con rendimiento real positivo y, preferiblemente, también un rendimiento nominal positivo. En su opinión, aunque resulte tentador buscar rentabilidad en la deuda subordinada o high yield, aumentando la exposición a los países emergentes, estos activos tienen una mayor correlación con la renta variable, lo que reduce los beneficios de diversificación de los bonos.
“En consecuencia, buscamos construir carteras que no solo ofrezcan rendimientos reales relativos más altos y características de riesgo atractivas, sino que también mantengan la integridad diversificadora de una asignación tradicional al mercado de bonos”, señala en su análisis. Con ello en mente, en la actualidad, sus carteras de bonos globales sobreponderan mercados como Noruega, Singapur o México, donde tanto los rendimientos reales como los nominales son positivos.
Por el contrario, se encuentran muy infraponderados en la Eurozona, donde tanto los reales como los nominales son negativos, y no cuentan con ningún tipo de exposición a bonos alemanes, holandeses o franceses, que registran los rendimientos más bajos de todos. La estrategia sí cuenta con algo de exposición a bonos en negativo; la mayoría en Japón, ya que este mercado “ofrece rendimientos reales relativos más atractivos que Europa” si se tiene en cuenta el bajo nivel de inflación proyectada, así como sus reducidos niveles de volatilidad.