El mercado global de fusiones y adquisiciones anota en los últimos tres meses su segundo peor registro desde el lanzamiento, en 2008, del Monitor Trimestral de Desempeño de Transacciones (QDPM) de Willis Towers Watson, administrado en asociación con Cass Business School.
Según el comportamiento del precio de las acciones, las adquisiciones siguen perdiendo valor para los accionistas por octavo trimestre consecutivo, con un descenso de -6,44% en los últimos tres meses y -4,6% en el último año para las transacciones valoradas por encima de los 100 millones de dólares.
Asia-Pacífico es el único mercado en el que las fusiones y adquisiciones registran una mejora en el tercer trimestre. Sus compradores superan en 0,8% a sus índices regionales y ponen así fin a una racha de 10 trimestres consecutivos en negativo.
Por su parte, las operaciones en Europa ponen fin a nueve trimestres consecutivos de resultados positivos al caer en -6%. Los esfuerzos del continente se han visto inevitablemente afectados por el peor resultado del tercer trimestre de la historia por parte de los adquirentes del Reino Unido, con una caída de -20% (sobre la base de sólo siete operaciones completadas).
Mientras tanto, las empresas norteamericanas luchan por desbloquear el valor de sus operaciones durante ocho trimestres consecutivos y registran el peor rendimiento de todas las regiones con una rentabilidad inferior en -6,9% al índice regional de referencia.
Se espera que el número anual de operaciones disminuya por cuarto año consecutivo, aunque el volumen de operaciones aumentó ligeramente en el tercer trimestre de 2019 en comparación con el trimestre anterior debido a un aumento de las transacciones en Norteamérica y Asia Pacífico. El 59% de las operaciones completadas en lo que va de año no han logrado añadir valor.
«Los negociadores europeos están empezando a experimentar el sentimiento negativo que ha estado plagando al resto del mundo, aunque algo de eso se debe a los malos resultados del Reino Unido. En este sentido recuerdo que los volúmenes de las operaciones europeas han disminuido en comparación con años anteriores, lo que sugiere que algunas de ellas se están posponiendo. Es de esperar que, cuando vuelvan al mercado, mejoren la actividad y el rendimiento de las fusiones y adquisiciones en la región”, comenta Gabe Langerak, director de M&A para Europa Occidental en Willis Towers Watson.
Basándose en la evolución de la cotización de las acciones, el estudio ha revelado que las grandes operaciones (valoradas en más de 1.000 millones de dólares) tuvieron su volumen trimestral más bajo desde 2009 y están en camino de tener el volumen anual más bajo desde 2013. Asimismo, destaca el cierre de siete mega acuerdos (con un valor de más de 10.000 millones de dólares) que se cerraron en el tercer trimestre de 2019, en comparación con ninguno en el último trimestre y cinco en el primer trimestre de 2019. Sin embargo, su rendimiento medio fue débil. Además, las transacciones de fusiones y adquisiciones están tardando más en cerrarse, ya que las operaciones completadas en los primeros nueve meses de 2019 tardan una media de 140 días en ejecutarse, frente a los 119 días del mismo período de 2018.
«A medida que el volumen de operaciones continúa su tendencia anual a la baja, las duras condiciones y la intensificación de la competencia por un grupo de objetivos cada vez más reducido aumentan aún más los riesgos para los directores ejecutivos bajo la presión de accionistas cada vez más activos. A pesar de que las victorias fáciles son escasas, nuestra investigación aún muestra que dos de cada cinco operaciones han navegado con éxito la volatilidad del mercado, la disminución de las valoraciones y la incertidumbre macroeconómica y política para superar el punto de referencia” declara Jana Mercereau, jefa de Fusiones y Adquisiciones de Empresas de Gran Bretaña.
Sin embargo, Marcerau también advierte de que el contexto debe ser visto como una oportunidad y afirma que, pese a que el instinto de los negociadores durante la próxima recesión sea quedarse al margen “nuestra experiencia sugiere que una economía débil debe ser vista como una oportunidad, ya que los acuerdos bien ejecutados, basados en una lógica estratégica clara, en una diligencia apropiada y en consideraciones financieras sólidas, crearán valor tanto en condiciones económicas buenas como difíciles».