La polarización en el debate entre gestión activa y gestión pasiva ha dejado paso a un nuevo escenario en el que los expertos comparten que ambos estilos de gestión son válidos y dependen del «momentum» de mercado y de los objetivos de inversión. Aun así, para unos el entorno de bajos tipos de interés hace necesario gestionar de manera activa las carteras y para otros el auge de la gestión pasiva e indexada y la imposibilidad de algunos fondos de batir a los índices va a transformar a la industria.
Durante la jornada «El futuro de la gestión activa en un mundo cambiante» organizada por El Economista, Aitor Jauregui, responsable de BackRock España, Portugal y Andorra, afirmó que la irrupción de la gestión pasiva ha modificado la forma de invertir: “Creo que ha sido la disrupción absoluta en el mundo de la renta fija, aportando sencillez y transparencia”. Sin embargo, Jauregui ha insistido en que el inversor ha de poder entender las diferencias entre ambos tipos de gestión. “La indexada te permite costes más bajos y acceder a un mercado determinado, mientras que la gestión activa genera un valor añadido».
Para Sebastián Velasco, director de Fidelity, la gestión pasiva ha supuesto “la democratización de la inversión”, pero cree que aún existen diferencias en el impacto sobre los inversores institucionales y los particulares. “Ahora para algunos inversores institucionales la gestión indexada ha dejado de ser un componente satélite de la activa. Por otro lado, en el mundo de los particulares, todavía no ha tenido el empuje que ha experimentado en otros mercados, pero es cierto que hay más conocimiento por parte del ahorrador particular de la posibilidad de tener exposición al mercado a través de fondos indexados”.
En materia de costes, los expertos coinciden en que es uno de los motores que han impulsado su popularidad. Según Mariano Arenillas, jefe de DWS Iberia, «es obvio que la irrupción de la gestión pasiva está abaratando los costes de invertir, ya que en la gestión activa tienes un capital humano que cuesta dinero y por eso las comisiones son más altas. Lo malo es cuando no baten al índice”.
Los costes de la gestión activa tienen sentido, según Velasco, si los inversores quieren identificar las oportunidades les permitan batir al mercado. “Si lo que quieres es quedarte por debajo del índice entiendo que no se quieran pagar más comisiones, pero si piensas que puedes conseguir una rentabilidad mayor de la que te ofrece el mercado, me parece que el trabajo que va asociado a identificar las oportunidades que te permiten batir al índice están justificadas en ese 1,5% de comisión”. En este sentido, cree que «más que hacia la gestión pasiva, vamos a la búsqueda de la gestión activa con precios más bajos”.
Se avecina una selección natural en el sector
Para Gonzalo Rengifo, director general de Pictet en Iberia y Latam, estos cambios y la imposibilidad de muchos gestores de batir a los índices en mercados más eficientes, como EE.UU. o Europa, va a generar una “selección natural” en la industria. “La industria se puede encontrar en un momento Kodak y se tiene que reinventar. Va a haber una polarización muy importante y quienes quieran sobrevivir van a tener que ser muy eficientes a nivel de costes y resultados”, ha explicado.
Para Jauregui el mercado va a sufrir una consolidación ya que, según ha comentado, “en la industria de ETFs hay más de 200 gestoras, lo que no parece muy razonable cuando las tres más grandes aglutinan en torno al 65% de la cuota de mercado”, ha añadido.
Arenillas ha destacado, además, los costes que conlleva la presión regulatoria y su impacto sobre los márgenes de la industria. «Hay presión regulatoria que conlleva un coste y si, además, hay una gestión pasiva que es competitiva, los beneficios de las gestoras están en cuestión, lo que genera tensiones en la industria”.