El empuje de las economías emergentes y el buen tono de la economía estadounidense permitirá a la economía a nivel global cerrar 2019 con un crecimiento por encima del 3%, pese a la debilidad que está mostrando la eurozona, con Alemania cerca de la recesión técnica (su economía se contrajo un 0,1% en el segundo trimestre) e Italia sufriendo los estratos de la parálisis política que ha frenado en seco su actividad económica. La desaceleración del crecimiento de la economía a nivel mundial, tras un prolongado periodo de crecimiento, es evidente, aunque los riesgos de una contracción son todavía limitados.
No cabe duda de que la guerra comercial seguirá siendo el principal catalizador de los mercados en los próximos meses, con una Administración Trump que, con las elecciones a un año vista, se verá empujada a llegar a acuerdos con China, aunque sean parciales, y mantendrá su presión sobre la Fed para que adopte una política monetaria más laxa, con el objetivo de mantener una economía robusta y a los mercados en calma de cara a una cita con las urnas donde Trump querrá convertir la situación económica en una de las palancas para su reelección.
Sin duda, los bancos centrales y sus decisiones de política monetaria se han convertido en uno de los grandes catalizadores de los mercados en los últimos meses, aunque el viraje que han experimentado la Fed y el BCE desde antes del verano ha tenido un impacto limitado en unos mercados que ya habían descontado, en buena parte, ese cambio de rumbo.
La Fed ha recortado 25 puntos básicos los tipos de interés de forma consecutiva en las últimas reuniones, por primera vez en la última década, ante los previsibles efectos negativos de la guerra comercial, y frenará la normalización del balance a partir de otoño. Del mismo modo, el BCE ha retrasado cualquier subida de tipos hasta finales de 2020, volviendo a abrir la puerta a nuevos estímulos, ante el estancamiento de la actividad económica en las grandes potencias del continente y el elevado nivel de deuda pública. También ha adoptado un tono acomodaticio, insistiendo en el uso de estímulos para mantener en el entorno el 2% la inflación, que se ha convertido en el gran fantasma para el organismo, con la amenaza latente de aumentos de precios muy bajos por la globalización, los moderados precios de las materias primas y la ausencia de presiones salariales.
En el escenario actual del mercado, la mayor parte de activos de renta fija pueden acumular pérdidas en próximos meses, debido a la existencia de una burbuja provocada por las compras del BCE para estimular la economía. Con las Letras del Tesoro en negativo, influidas por la tasa de facilidad de depósitos en el BCE, la tesorería no va a ser rentable, aunque siempre es buena opción para reducir la volatilidad de las carteras, si es posible por la vía de depósitos bancarios con una remuneración nula o si no con fondos monetarios asumiendo ligeras pérdidas. Las otras oportunidades, en esta ocasión con expectativas de retorno positivo, las encontramos en la renta variable americana y emergente y en los activos alternativos.
El excelente comportamiento de las bolsas este ejercicio hace que la relación entre las cotizaciones y los resultados (PER) esté ligeramente por debajo de la media histórica, pero no son tan exigentes si se produce el aumento de beneficios que se espera para el próximo año. Las rentabilidades por dividendo, salvo en EE.UU., son muy atractivas, en comparación con el retorno que se puede obtener con la renta fija, con las empresas anunciando subidas de dividendos y recompra de acciones.
En el caso de los activos alternativos, se sitúan como una buena opción frente a los bajos retornos esperables de los bonos europeos, asentados en mínimos históricos por la compra de bonos por parte del BCE. No debemos perder de vista high yield de EE.UU. y Europa, siempre con una diversificación recomendable vía fondos.
La volatilidad y los tipos bajos alargados en el tiempo complican alcanzar rentabilidades positivas en los mercados, pero existen todavía opciones interesantes donde encontrar oportunidades para maximizar el retorno de nuestras carteras. La diversificación y la búsqueda constate de oportunidades permiten conseguir un retorno razonable para el nivel de riesgo que se asume en las carteras.
Tribuna de Miguel Ángel García, de Diaphanum