Tras su primera aproximación al mercado de la renta variable china, Aberdeen Standard Investments refleja en esta segunda y última parte de su análisis su relación con las acciones de clase A (A-shares), desde sus primeras reticencias hasta sus expectativas de crecimiento futuro.
A principios de los años 90, el mercado interno estaba aislado, accesible solo para los inversores locales, pero China ha ido abriendo gradualmente sus bolsas de valores al exterior con iniciativas como el estatus de inversor institucional extranjero cualificado en 2002 o las Stock Connect de 2014 y 2016. Además, recientemente, se han incluido las acciones clase A en los índices tradicionales del MSCI. Todas estas “desregulaciones” han facilitado el paso de la gestora de observadora a inversora en este mercado.
Sintiéndose cómodos
Durante años, los inversores globales que buscaban acceder al crecimiento económico de China invirtieron sobre todo en acciones que cotizaban en Hong Kong. Sin embargo, el mercado interno de A-shares es mucho más profundo y líquido y sus empresas y sectores más variados.
“Nuestro desafío fue identificar firmas que cumplieran nuestros estrictos criterios de calidad”: un balance fuerte, ingresos sostenibles, una gestión progresiva y buen gobierno, revela ASI. “Pudimos ver que a las empresas A-share les quedaba mucho trabajo por hacer para mejorar su transparencia financiera y fortalecer la protección del inversor” y, en general, “carecían de una trayectoria que generara confianza”.
La gestora fue especialmente cautelosa respecto a las injerencias políticas en la toma de decisiones comerciales, pero, al ir familiarizándose con los mecanismos internos de las compañías, su visión se volvió menos rígida. “Algunas de las mejores empresas estatales tienen sólidos equipos de gestión, operan de forma internacional y disfrutan de pseudo-monopolios en casa”, por lo que “aprendimos a apreciar estas fortalezas”.
La gestora investigó el universo de estas acciones durante más de una década antes de invertir por primera vez en 2011. Durante los cinco años siguientes, mantuvo alrededor de 500 reuniones con empresas, se comprometió con los equipos de gestión e hizo campaña en favor de mejores prácticas de administración del capital.
“Observamos avances graduales, como una composición mejorada de la junta, mayores pagos de dividendos y recompras de acciones, y más transparencia en los informes”, asegura al admitir que no todo fue un camino de rosas. Tuvieron que vender sus participaciones en empresas que continuaron invirtiendo en activos no fundamentales, que tenían luchas internas y que siguieron impulsando planes de privatización pese a las valoraciones deprimidas y las voces en contra de la gestora y otros accionistas minoritarios.
“Al tiempo que más empresas concedan derechos de propiedad a accionistas externos, nuestra comodidad con el mercado A-share continuará creciendo”, afirma ASI, que, tras realizar un exhaustivo análisis fue capaz de articular una lista de las empresas con los mejores estándares. Esto le permitió lanzar un fondo dedicado a acciones clase A en marzo de 2015, que, de un universo de 3.500, contiene 30 valores de este tipo. “En general, son empresas bien gestionadas y líderes en su industria con ventajas competitivas sostenibles”.
Evolución financiera
En los últimos cinco años, se introdujeron dos planes Stock Connect, lo que creó un bucle comercial que vincula directamente los intercambios de Hong Kong con Shanghái y Shenzen. Esto disipó las dudas de los inversores sobre la falta de un acceso directo al mercado y fue decisivo para que el MSCI aceptara admitir las acciones de clase A en sus índices tradicionales.
A juicio de la gestora, esto acelerará los flujos de capitales de instituciones extranjeras que monitorizan de forma pasiva estos índices. “Vemos la ampliación de la base de accionistas como algo positivo: algunas empresas A-share nos han dicho que quieren más instituciones extranjeras como accionistas porque invierten a largo plazo. Después de todo, este sigue siendo un mercado volátil, impulsado por la especulación de los inversores minoristas”.
La inclusión de las acciones clase A en los índices no tiene ninguna aplicación práctica para ASI como inversor fundamental: no afecta a su visión sobre si una empresa es buena o mala ni siente la necesidad de ajustar sus carteras. “La importancia real es lo que dice sobre la evolución financiera de China: con el tiempo, el mercado A-share se está volviendo más institucional, profesional e internacional; es el comienzo de un enorme cambio financiero”.
Pero Stock Connect iba más allá de atraer la participación extranjera. China ya no necesita que su sistema financiero financie el rápido crecimiento económico: necesita que genere ingresos para las pensiones de una sociedad cada vez más envejecida. Según la gestora, significa que la calidad de los activos importa más que nunca y los fondos de pensiones chinos deben invertir de forma sostenible.
“A largo plazo, el crecimiento estructural de China será empujado por el consumo local y una clase media en aumento. Creemos que la clave para impulsar el valor de los accionistas es identificar empresas que puedan aprovechar el aumento de la renta disponible”, señala. En ese sentido, destaca la existencia de empresas con perspectivas de crecimiento a largo plazo en segmentos como la tecnología de internet, los viajes y la sanidad.