Las recientes huelgas del transporte público en París son un recordatorio de que las tensiones industriales están vivas en el país galo. En este sentido, mucho se habla en Europa de países como Italia, Grecia, España o incluso Alemania, cuya economía preocupa. Ahora, las miradas de los analistas también se dirigen hacia Francia, otro de los pilares económicos de la zona euro.
En opinión de Stéphane Monier, director de inversiones de Lombard Odier, las últimas medidas, más que los cambios propuestos en materia de pensiones, “apuntan a los retos futuros y a la necesidad de equilibrar las reformas más fundamentales con la reducción del gasto público”. Según Monier, las protestas callejeras enmascaran la historia subyacente. “A mitad del mandato del Presidente Emmanuel Macron, quizás haya una oportunidad. La economía francesa, que creció un 1,4% interanual en el segundo trimestre, presenta un mejor comportamiento que la alemana (0,4%). La economía francesa depende menos de las exportaciones que Alemania, que en junio obtuvo casi la mitad (47,5%) de su PIB de las exportaciones de bienes y servicios, frente al 31,7% de Francia, según Eurostat, y el sector manufacturero alemán representa el 26% del PIB, más del doble del 12% de Francia”, sostiene.
Para el director de inversiones de Lombard Odier, Macron ha hecho importantes decisiones políticas que le están permitiendo recuperarse de las protestas de los gilets jaunes que comenzaron a finales de 2018. Entre estas medidas, destaca, por ejemplo, el cambio en las leyes laborales para que los empresarios sean menos reacios a contratar, sin debilitar a los sindicatos potencialmente obstruccionistas. Además, existe un gravamen del 30% sobre los ingresos por intereses, un impuesto sobre la propiedad que sustituye a un impuesto sobre el patrimonio, el aumento de las obligaciones familiares se ve compensado por una reducción de las cotizaciones sociales de los trabajadores del sector privado y existe un menor impuesto de la renta, mientras que los impuestos de las sociedades se han reducido al 28%. El gobierno también ha abordado el seguro de desempleo y ahora está centrando su atención en el gasto en pensiones, que representa la mayor parte del gasto público.
“Las protestas pueden haber provocado un cambio de estilo en el gobierno, y la seguridad social y la salud han pasado a ocupar un lugar más destacado en la agenda política. Las reformas también incluyen ahora una inyección estimada de 25.000 millones de euros en la economía, equivalente a alrededor del 1% del PIB”, apunta Monier.
Ahora bien, el gasto público total costó el 56,5% del PIB total en 2017, la proporción más alta de la Unión Europa. Lo que ha empujado el gasto a cerca del límite máximo de déficit presupuestario del 3% estipulado por las normas de la zona del euro, que en 2017 se situó por debajo del umbral por primera vez en una década. “La credibilidad del Sr. Macron en la UE dependerá en parte de su capacidad para cumplir este tope”, advierte el experto.