El high yield americano ha sido una de las categorías de activos más beneficiadas por el cambio de tendencia en las decisiones de la política monetaria de los principales bancos centrales, acumulando a cierre del primer semestre del año rentabilidades por encima de los dos dígitos. En este difícil punto en el que se encuentra en términos de valoraciones, conversamos con Kevin Bakker, CFA de Aegon Investment manager y subadministrador de Nordea 1 North American HY Bond Fund, sobre lo que se podría esperar de esta categoría de activo a futuro.
Evolución de diferenciales a futuro
Para Bakker, la categoría de activo sigue siendo atractiva si comparamos los niveles de diferenciales crediticios y tasas de default actuales con las medias históricas. “Los diferenciales están cotizando en los niveles bajos del rango de los 400 puntos básicos, un 6% de TIR, por lo que históricamente no es un momento muy caro donde estar. Si miramos a las medias históricas de los diferenciales estas se situarían en 500 puntos básicos, que incluye periodos donde la tasa de default era más alta, siendo la media a largo plazo cercana al 4%.
La tasa de default actual se sitúa en el 2%, muy inferior a la media a largo plazo, aspecto que juega a favor de una reducción de diferenciales por debajo de la media histórica de los 500 puntos básicos”, explica el gestor.
En este sentido, y comparado con los momentos de valoraciones máximas donde los diferenciales cotizaban entre los 250-275 puntos básicos, Bakker añade: “Estamos en el punto medio entre mínimos de diferenciales históricos y las medias a largo plazo, que tiene sentido en un entorno de crecimiento económico decente y entorno de defaults bajo”.
A futuro, confirma que existe espacio para la mejora de los diferenciales, siempre y cuando “la economía estadounidense continúe mostrándose resiliente a los factores externos, siga creciendo cercano al 2% y el desempleo se mantenga bajo”, matiza.
Fuentes de valor
Su opinión sobre las perspectivas de la economía americana es favorable y aunque reconocen que se puede producir una moderación en la velocidad de crecimiento, no esperan una recesión.
Así, anticipan un crecimiento cercano al 2% que puede bajar a 1,5% a medida que avanza el 2020 y 2021. Su principal preocupación es los efectos que potenciales tensiones comerciales puedan tener sobre los niveles de crecimiento de los ingresos de las empresas, a consecuencia de la menor confianza en la inversión empresarial. No obstante, su estilo de gestión sigue un enfoque “bottom-up” donde las perspectivas macro entran en tercer lugar, centrando el grueso de su decisión en la selección individual de las emisiones.
A nivel sectorial, y por fundamentales, el sector financiero y el residencial les gustan especialmente. En el sector financiero invierten en búsqueda de rentabilidad adicional frente a la que obtienen en un crédito industrial típico. “Los bancos han hecho un gran trabajo desapalancando sus balances, el entorno regulatorio es mucho más fuerte de lo que era, no han reportado en general grandes pérdidas y están obteniendo un decente retorno de capital”, afirma Bekker.
En cuanto al sector residencial, el gestor opina que el sector residencial en Estados Unidos ha estado subinvertido durante años y que el momento del ciclo de tipos de interés también le es favorable. “Si observamos la formación de hogares, no hemos estado construyendo suficientes casas para seguir su ritmo de crecimiento, entonces hay una buena tendencia ahí”, afirma Bekker.
Algunas de estas emisiones forman parte de la porción de su cartera que tienen invertida en CCC, que se sitúa en el 10,6% por debajo de su índice de referencia (13,65%). “Es una porción significativa del mercado (15%) y es difícil excluirla totalmente”, afirman.
Otro sector interesante, es el de la energía. A pesar de no tener los mejores fundamentales “el sector, basándonos en sus valoraciones, se encuentra en su punto más barato desde 2016. Creemos que la mayoría de los defaults que tenían que ocurrir ya han pasado, alguno más podría suceder en 2019-2020, pero en general el grueso del sector está compuesto por compañías relativamente sanas”, explica Bakker.
Por otro lado, se muestran especialmente cautos con el sector sanitario donde ha habido mucha actividad de capital riesgo, con mucho apalancamiento y que está muy influenciado por la política del gobierno. “Las compañías farmacéuticas han estado bajo presión en los precios de ciertos medicamentos, además Trump y la administración republicana han apoyado menos a este sector. Creemos que conforme nos adentremos en el ciclo electoral el próximo año, ambos partidos verán al sector de forma relativamente negativa”, concluye el experto.