Ya no dependemos tanto como antes de las fuentes de energía tradicionales y finitas. Ahora, el mundo está evolucionando hacia fuentes de electricidad alternativas y renovables. Muchos gobiernos están invirtiendo en energías “verdes” para intentar combatir los efectos del cambio climático. Los Estados miembros de la Unión Europea (UE), por ejemplo, han acordado objetivos individuales, necesarios para cumplir con la Directiva Europea de Energías Renovables que establece que, en 2020, un quinto de la energía de la UE debe proceder de este tipo de fuentes.
Las energías renovables pueden generarse en parques eólicos o solares, centrales hidroeléctricas, geotérmicas o de biomasa, así como por medio de tecnologías que permitan aprovechar la energía generada por el movimiento de las olas (energía undimotriz). Las necesidades de financiación para construir y explotar estas instalaciones han convertido las infraestructuras renovables en una clase de activo invertible.
En busca de financiación
La financiación pública suele ser insuficiente para garantizar la construcción y el mantenimiento de unas adecuadas infraestructuras renovables, lo que hace necesario recurrir a la financiación privada. Las grandes empresas de suministros públicos (utilities) suelen aportar el capital para la construcción de nuevos parques eólicos, mientras que los promotores más pequeños suelen financiar parques o huertos solares.
Sin embargo, no es natural que estas empresas mantengan la propiedad del producto final a largo plazo. Aquí es donde entran en juego otros inversores, como los fondos cerrados de infraestructuras renovables que, por su propia naturaleza como vehículos de capital fijo, se adaptan bien a la inversión en activos de largo plazo.
Entre 2013 y 2014 se lanzaron varios fondos de este tipo con el objetivo de comprar parques eólicos y solares en explotación. Para impulsar este sector, el Gobierno británico invirtió en el primero de ellos, Greencoat UK Wind. Hasta la fecha, estos fondos han acumulado unos 5.000 millones de libras en activos y mantienen una participación mayoritaria en las infraestructuras de energías renovables del Reino Unido.
Rentabilidades electrizantes
Los fondos de infraestructuras renovables se proponen generar rentabilidades anuales de entre el 7% y el 9%, incluida una rentabilidad por dividendos cercana al 5%-6%. Estos rendimientos se obtienen mediante una combinación de ayudas públicas y venta de energía a las empresas de suministros. La seguridad de los flujos de caja facilita que estos fondos emitan deuda para mejorar la rentabilidad de sus inversores (es habitual una ratio préstamo-valor del 30-45%).
Los inversores en activos solares, por ejemplo, disfrutan de una fuente de ingresos a 25 años. Aproximadamente el 50% o 60% de esos ingresos proceden de subsidios gubernamentales, una fuente muy fiable que se ajusta anualmente con la inflación. El otro 50% o 40% procede de la venta de energía a empresas eléctricas y a los consumidores.
Como estos ingresos pueden variar con el precio de la energía, los fondos intentan mitigar la volatilidad a corto plazo mediante contratos de compraventa de energía (PPA) que permiten determinar con cierta seguridad el precio al que venderá el fondo la energía generada.
Otro aspecto que influye en las rentabilidades es la cantidad de electricidad que se genere, lo que depende tanto de la variabilidad de los recursos (nivel de radiación solar, velocidad del viento, etc.) como del rendimiento y el coste de las instalaciones.
Factor de diversificación
Los activos de infraestructuras renovables tienden a tener vidas económicas muy largas y flujos de ingresos relativamente constantes. Pese a que muestran cierta sensibilidad a las variaciones del precio de la energía, las rentabilidades no suelen verse muy afectadas por las condiciones económicas. Por eso, cuando las bolsas caen por el temor a una recesión, los precios de estos activos prácticamente no se resienten, por lo que resultan muy beneficiosos en términos de diversificación.
Avances recientes
Al principio, estos fondos invertían principalmente en parques eólicos y solares en explotación en el Reino Unido. Sin embargo, en los últimos años, han empezado a diversificar geográficamente sus inversiones en Irlanda, Francia, Suecia y Australia, con la posibilidad de incluir activos de EE.UU. próximamente.
También hemos observado cierta diversificación en tecnologías relacionadas, como las baterías. Estos dispositivos podrían resolver el gran problema de los parques eólicos y solares, al permitirles almacenar energía para liberarla en momentos de alta demanda. Otro sector interesante es la producción de biogás por digestión anaeróbica.
En nuestra opinión, las infraestructuras renovables representan una atractiva fuente de rentabilidad y diversificación para carteras multiactivos. No obstante, es importante seguir muy de cerca los riesgos que presentan los regímenes de subsidios extranjeros y las nuevas tecnologías.
Tribuna de Mike Brooks, responsable de multiactivos diversificados en Aberdeen Standard Investments