La economía mexicana no se encuentra en recesión, pero sí en una franca desaceleración. Durante el primer semestre de 2019 el PIB creció un 0,3% respecto al mismo periodo del año anterior, nivel muy por debajo del crecimiento que se registró en el primer semestre de 2018 que fue de 1,9%. El crecimiento estuvo determinado por la agricultura, caza y pesca que crecieron 3,6% y por los servicios que crecieron 1,0%, en tanto que la minería, manufactura y construcción redujeron la producción en 1,8%.
La desaceleración de la economía mexicana es por causas internas y no generada por factores del exterior. Prueba de ello es que las exportaciones no petroleras durante el primer semestre de 2019 crecieron 4,6% y si se les descuenta la inflación de los Estados Unidos (1,76%), que es el mercado al cual se dirigen el 80% de las mismas, el crecimiento real fue de 2,8%. Por lo tanto, el bajo dinamismo de la economía no fue por falta de demanda de productos por parte del exterior, sino a menor demanda dentro del país.
Las cifras disponibles muestran que el gasto del gobierno se ha contraído. La inversión pública disminuyó 17,3% en el primer semestre de este año, la inversión privada también se ha estado contrayendo. Lo anterior se reflejó en las importaciones de bienes de capital, las cuales se redujeron 5,8% durante el primer semestre y descontada la inflación de Estados Unidos la reducción pasa a ser de 7,6%. Las importaciones de consumo también se redujeron 2,5% y en términos reales disminuyeron 4,3% lo que confirma que el consumo también se ha desacelerado.
Las recientes medidas anunciadas por la Secretaría de Hacienda para reactivar la economía tendrán poco impacto en este año. De los 485.000 millones el 66%, o sea 320.000 millones, corresponde a la otorgación de créditos para inversión y consumo, pero si la inversión está disminuyendo va a tardar tiempo para que aparezcan empresas a solicitar los créditos y ante la incertidumbre los consumidores también pospondrán sus compras a pesar de que les ofrezcan créditos. Los 116.000 millones que corresponden al adelanto de licitaciones podrán tener algún impacto hacia el último trimestre, porque quienes sean ganadores de las licitaciones no recibirán los recursos sino hasta el siguiente año, lo que implica que si realizan gastos referentes a esos proyectos los tendrán que financiar con sus propios recursos ya que los contratos se firmarán hasta el inicio de 2020.
El único elemento que podría inyectar dinamismo a la economía es que el gobierno ejerza los recursos que no gastó durante el primer semestre, particularmente en las adquisiciones de bienes y servicios. La inversión privada no aumentará en lo que resta del año como consecuencia de la falta de certidumbre y la discrepancia entre las declaraciones de las autoridades y los acontecimientos que suceden posteriormente, el sector energético es un claro ejemplo de esta situación.
Ante estas circunstancias el crecimiento del PIB para este año se ubicará, en el mejor de los casos, alrededor del 0,7% y el escenario para 2020 tampoco es muy halagador debido a que el panorama internacional indica un menor dinamismo en el crecimiento de Estados Unidos y su mayor tendencia proteccionista.
Columna de Francisco Padilla Catalán