En el contexto actual, las gestoras de activos están lanzando nuevos fondos y creando conceptos que giran alrededor de la llamada “inversión responsable”. Algunos fondos están incluso cambiando nombres o modificando su documentación para poder ser considerados como “actividad verde”.
“Inversión responsable y sostenible”, “filantrópica”, “socialmente responsable”, “ESG” (según sus siglas en inglés Environmental, Social, Governance): ¿Qué significan verdaderamente estos conceptos? ¿Son solo un medio para obtener una certificación ESG para vender mejor un fondo o una marca? ¿Cómo se mide el impacto de estos criterios en la gestión de una cartera? ¿Estamos dispuestos a obtener menos rentabilidad a cambio de cumplir estos criterios? Empecemos por analizar un artículo recientemente publicado por el Financial Times, en el que se habla de cómo algunas firmas de consultoría están preocupadas por el riesgo que supone la falsa información sobre los productos financieros para hacerles parecer compatibles con la inversión responsable.
El artículo afirma que el lenguaje usado en este segmento del mercado se ha vuelto denso y confuso con regulación limitada en la definición de estos productos. Hace tan solo unos meses, vimos crecer exponencialmente el valor de las acciones de ciertas compañías tras añadir en su nombre la palabra “blockchain”. En la actualidad estamos viendo una proliferación similar de productos, índices o fondos que incorporan palabras como “responsable”, “impacto” o “verde”. El aumento de sistemas de valoración ESG hace posible que las grandes corporaciones, tras movilizar sus recursos, puedan medir sus ratios y, consecuentemente, ser considerados socialmente responsables o fondos e índices verdes. Sin embargo, esto no significa que las prácticas ESG de estas compañías sean mejores que las de otras empresas más pequeñas que no disponen de los recursos para alcanzar los requerimientos de las múltiples agencias de valoración ESG.
Como todo análisis financiero, invertir en base a un criterio de inversión que no está basado en estudios externos es crítico. Implementar criterios ESG sin difundirlo inmediatamente significa estar cómodos con que el método aplicado es efectivo para la selección de valores, independientemente de modas o restricciones impuestas por los inversores.
Incorporar criterios ESG en el análisis financiero tradicional
La aplicación de criterios ESG basados en estudios de terceros es tan solo “maquillaje superficial” ya que, en inversión, la independencia es clave. Esta es una característica común en la mayoría de las compañías de inversión a largo plazo. La independencia es el resultado de una amplia y profunda capacidad de análisis interno. Permite no estar sujeto a ningún estándar de pensamiento o actuación y poder así aplicar un método propio con el fin de contrarrestar la tendencia cuando es necesario, evitar el pánico cuando se desata la euforia en los mercados y mantener la prudencia sin dejarse llevar por las modas y las tendencias del momento. En otras palabras, para invertir correctamente (aplicando criterios ESG), se debe creer profundamente en lo que se hace.
Sin embargo, todo esto requiere construir una cultura corporativa. Para que los criterios ESG se conviertan en una prioridad en la política de inversión de una compañía y se apliquen de manera efectiva, se debe formar a los equipos (sensibilizándoles con expertos y casos prácticos) y definir una política ESG que debe estar totalmente integrada en los procesos (por ejemplo, aplicando un marco apropiado e incluyendo resúmenes sistemáticos en sus memorias de inversiones). Cuando nos centramos en el medio ambiente por ejemplo, no se trata pedir a los analistas financieros que obtengan cualificaciones especiales para poder llevar a cabo análisis complicados (como por ejemplo, auditorías de energía), ya que el objetivo es que identifiquen y tengan en cuenta sistemáticamente el riesgo medioambiental asociado con los activos que están analizando. Este análisis es naturalmente complementario a la evaluación financiera.
Por ejemplo, cuando se incorporan políticas relacionadas con el clima en una estrategia de inversión en un fondo de private equity o deuda privada, compañías cotizadas o relacionadas con el sector inmobiliario, es importante evaluar el riesgo financiero que implica la destrucción de una planta industrial, instalación u oficina causada por un evento climatológico extremo. La seguridad que ofrece una póliza de seguro cubriendo inundaciones o incendios influye en el riesgo financiero asociado. Realizar análisis de este tipo limita automáticamente el riesgo de sufrir una crisis inesperada que pueda afectar a la compañía analizada, ya que se mitiga el riesgo de que su valor sufra fluctuaciones. Este análisis, considerado remoto hace unos años, se ha convertido en algo indispensable.
Tribuna de Christian Rouquerol, director de ventas para Iberia en Tikehau Capital