Es innegable que el papel del control de riesgos tiene cada vez más importancia en la industria de gestión de activos, hasta su consideración actual como uno de los elementos clave en la gestión. Y ello no solo es debido a la cada vez más exigente regulación que afecta a la industria, sino a las propias exigencias de los inversores que requieren de información cada vez más exhaustiva de los medios, tanto humanos como técnicos, con que cuentan las gestoras para cuantificar y evaluar los riesgos que pueden afectar a las carteras.
La presencia del control de riesgos integrado en un equipo de inversiones implica necesariamente un salto en la calidad de la gestión, ya que no solo es la tradicional figura del controller que vigila las carteras “a posteriori”, sino que trabaja de manera conjunta con los gestores, ofreciendo diferentes medidas que permiten un mejor análisis de las carteras, porque son precisamente estas medidas de riesgo las que proveen de una idea clara del potencial comportamiento de la cartera y fundamentan si cabe, con un mayor rigor, aquellos componentes susceptibles de ser incluidos y/o excluidos de la misma.
El riesgo es cada vez más un activo en sí mismo, que debe ser gestionado ex ante; los tiempos en que la gestión del riesgo se centraba en mitigar el riesgo específico por compañía a través de la diversificación de las carteras han quedado atrás, y es cada vez más importante la gestión del riesgo de mercado valor por valor, analizando su exposición y las consecuencias que pueden derivarse de la misma.
Y, hablando de las consecuencias, no decimos nada nuevo si indicamos que una incorrecta medición de los riesgos tiene siempre connotaciones negativas, pudiendo ir desde “simples” pérdidas de rentabilidad a verdaderas catástrofes que pueden implicar desde el fin de nuestra actividad hasta las ya tristemente conocidas como crisis sistémicas, pasando por el riesgo reputacional derivado de sanciones impuestas por los reguladores, a las que cada vez se da más difusión y publicidad. Todos tenemos en mente algún caso más o menos reciente de todas ellas.
En Fidentiis Gestión nos tomamos muy en serio la gestión del riesgo para todas nuestras estrategias; ello no debe llevar a pensar equivocadamente que realizamos una gestión puramente cuantitativa; el análisis y el conocimiento de mercado de nuestros gestores y analistas es y será la clave de nuestra gestión, pero, en estrecha relación con su criterio, analizamos en tiempo cuasi real el impacto que sus decisiones tienen sobre el riesgo total de cada cartera.
Analizamos la volatilidad implícita o ex ante de cada cartera como un indicador adelantado de la volatilidad real o histórica que nos permite tener un margen suficiente de actuación para poder minorarla en caso de estrés, o por el contrario ver hasta donde podríamos incrementar el riesgo, en caso de considerarlo necesario.
También nos centramos en tener una medición precisa de la beta de nuestras carteras, pero no basándonos en un cálculo estático de largo plazo, si no desde una perspectiva dinámica, calculando esta medida para diferentes períodos y ajustando por la correlación que cada valor tiene con los principales índices bursátiles, lo que nos permite seleccionar cuál es la beta que mejor explica el perfil de riesgo de cada valor, así como ver cuál es el mejor índice para una adecuada cobertura, que puede ser uno o ninguno, en cuyo caso también lo tenemos presente.
Conjuntamente a lo anterior, y con la idea de tener una mayor seguridad, también realizamos un análisis diario del valor en riesgo de todas nuestras estrategias, permitiéndonos conocer cual sería nuestra pérdida máxima diaria o mensual, o confrontando nuestro asset allocation con diferentes escenarios de estrés, con la idea de tener una indicación de, ante un shock externo, cuál sería el comportamiento de nuestras carteras.
En definitiva, no todo es cuestión de rentabilidad o potenciales de revalorización exorbitantes que no siempre se cumplen. A la hora de plantearnos la selección de un fondo se hace imprescindible conocer al equipo de inversiones y cerciorarnos de la presencia de una persona cualificada centrada en todos aquellos análisis necesarios y distintos a la obtención de beneficio, así como de los posibles impactos o desviaciones que se pudieran producir, es decir, del riesgo.
Tribuna de Kais Shehebar Samara, responsable de Gestión de Riesgos en Fidentiis Gestión