Hasta que el gobierno de Giuseppe Conte presente su borrador de los presupuestos para 2019, la cosa va a estar complicada. Y tampoco hay garantía alguna de que después vaya a quedar mucho más clara la situación. Para el gobierno de coalición de Italia, formado de manera laboriosa, tras las elecciones del 4 de marzo, se acerca la hora de la verdad.
De aquí a finales de septiembre van a tener que presentar un borrador de sus presupuestos para 2019 que muestre cómo van a conseguir la cuadratura del círculo para cumplir con las promesas electorales y, al mismo tiempo, respetar la disciplina presupuestaria que demanda la Comisión Europea.
De momento, no ha habido más que ruido, con declaraciones contradictorias de, por un lado, los dos vicepresidentes del Conseil (Matteo Salvini, líder de la Liga Norte, y Luigi di Maio, del Movimiento 5 Estrellas) y, por otro, del ministro de Economía Finanzas, Giovanni Tria.
Los comentarios del ministro Tria, junto con la perenne búsqueda de rentabilidad, sentaron las bases para el descenso de rentabilidad de los BTP a 10 años hasta el 2,8% a principios de septiembre, tras un tenso período en agosto durante el que el rendimiento de estos bonos superó incluso el 3,2%.
Un anuncio largamente esperado…
Muy atentos a la presentación del borrador de los presupuestos italianos estarán, sin duda, los inversores, la Comisión Europea (que debería recibir la notificación oficial de las propuestas presupuestarias de Italia, y del resto de los estados miembros de la UE, para el 15 de octubre) y las agencias de calificación crediticia. Entonces será cuando todos podrán ver hasta qué grado se ha mantenido en sus trece el gobierno en lo que respecta a sus promesas electorales.
Tomadas en su conjunto, las promesas electorales (que incluían el impuesto único, la renta de ciudadanía y la reforma de las pensiones) resultarían inevitablemente en que se disparen el déficit presupuestario y la carga de la deuda pública de Italia.
Según declaraciones recientes de los miembros del gobierno que hasta ahora se habían mostrado más hostiles con Bruselas, el borrador intentará ofrecer una modesta mejora del déficit estructural, conforme a las recomendaciones de la Comisión Europea.
Como el crecimiento económico italiano es modesto, el déficit debería estar cerca del 2%. Esta sería, a nuestro juicio, una situación aceptable que tranquilizaría a los inversores y evitaría el procedimiento para evitar un déficit excesivo contra Italia.
En cualquier caso, no cabe duda de que las agencias de rating se mostrarán muy diligentes al examinar las hipótesis subyacentes sobre el crecimiento y los ingresos fiscales previstos. Además, en Italia hay diversas instituciones que proporcionan supervisión y control.
El Artículo 81 de la Constitución italiana dice que “cualquier ley que resulte en el endeudamiento de las administraciones o en que este endeudamiento se agrave deberá indicar la fuente de su financiación”.
Dentro del Departamento del Tesoro de Italia, la Ragioneria Generale dello Stato (la Oficina General de Contabilidad) calcula el coste de las reformas y sus implicaciones fiscales, mientras que l’Ufficio Parlamentare di Bilancio (la Oficina Presupuestaria del Parlamento), un organismo independiente creado en 2014, proporciona cálculos de las previsiones de crecimiento y análisis de las cuentas públicas tal como lo hace la Oficina de Presupuestos del Congreso, en Estados Unidos. Además, garantiza que se cumplan las normas presupuestarias europeas.
… que no lo resolverá todo
Incluso si pensamos que, de momento, el gobierno no está buscando un enfrentamiento, hay varias circunstancias que podrían facilitar una escalada: que se insista más de lo esperado en cumplir con las promesas electorales, una reacción más severa de la Comisión Europea y/o de las agencias de calificación en lo que respecta a las dinámicas de la deuda a medio plazo, o incluso desacuerdos dentro de la coalición que pudieran provocar unas nuevas elecciones.
Aunque los datos para 2019 fueran aceptables, no podemos obviar la discrepancia existente entre la trayectoria necesaria para respetar la ortodoxia presupuestaria del Pacto de Estabilidad y Crecimiento y las proyecciones de las cuentas públicas para 2020 y 2021.
Por último, tampoco deberíamos ignorar ciertas consideraciones de naturaleza política. Desde las elecciones de marzo, las encuestas muestran una progresión impresionante en la intención de voto a favor de la Liga de Matteo Salvini.
Según se acercan las elecciones al Parlamento Europeo, podría optar por el enfrentamiento con las autoridades europeas, y con Francia y Alemania, como ya ha hecho este verano con el tema de la inmigración. Si este planteamiento resultara en un incremento en las primas de riesgo para la deuda italiana que fuera lo suficientemente importante como para preocupar al público italiano, Matteo Salvini seguramente adoptaría un enfoque más conciliador.
Durante los próximos meses probablemente se produzca una ralentización de la actividad económica, y el Banco Central Europeo terminará con sus compras netas de deuda en enero. Esos dos temas coparán la atención de los inversores y pudieran dar lugar a reasignaciones en sus carteras.
Claude Guerin es senior portfolio manager de BNP Paribas Asset Management, firma a la que se unió en 1995.