Mientras el país se prepara para los comicios más inciertos desde 1989 –el inicio de su actual democracia–, las miradas están puestas en todos los partidos. Las encuestas indican que un 40% de los votantes todavía no saben a quién van a votar, o si se abstendrán o votarán en blanco. Este porcentaje de indecisos es muchísimo mayor que en años previos, y marcará la diferencia si algún partido es capaz de persuadirlos para elegir un bando.
A comienzos de año, un tribunal federal de apelación mantuvo la condena por corrupción del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva. Pese a ello, Lula decidió presentarse como candidato a la presidencia, y actualmente va en cabeza según el último sondeo de Datafolha. El Tribunal Superior Electoral (TSE) revisará su candidatura en septiembre, y se anticipa que la rechazará en base a la “Lei da Ficha Limpa” (ley de expediente limpio), diseñada para reducir los niveles de corrupción en el Congreso fomentando una mayor responsabilidad. En este escenario, la ley impide a cualquiera con una condena penal mantenida por un tribunal de apelación presentarse a unas elecciones. Lula todavía puede apelar, pero es poco probable que este proceso se concluya a tiempo como para permitirle participar en las elecciones de octubre.
Incluso si se rechaza la candidatura de Lula, su gran popularidad de permite jugar un papel crucial en las elecciones. En 2010, el respaldo de Lula fue crucial para la victoria de la expresidenta Dilma Rousseff, aunque hay quien duda si tendría la misma fortaleza como para lograr la elección de su candidato a vicepresidente, Fernando Haddad del Partido de los Trabajadores (PT). Los mercados prestarán menos atención a su estrategia de aplazar la decisión final de si presentarse o no y se concentrarán más en Haddad.
Los inversores preferirían que ganara el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB). Nuestro escenario básico es que la reactivación económica, las estructuras de partido y los tiempos de televisión asignados deberían beneficiar al candidato reformista del PSDB Geraldo Alckmin, que respalda un marco de política económica favorable para los mercados. Alckmin ha formado una coalición con el bloque centrista, lo cual le permitirá hacerse con casi la mitad de los tiempos asignados para spots televisivos. Con ello tendrá 30 veces más tiempo de emisión que Jair Bolsonaro y Marina Silva, que ocupan el primer y el segundo puesto en las encuestas tras Lula. Marina se presenta por tercera vez, y en elecciones previas obtuvo un resultado decente, con un 20% de los votos totales. Este año, sin embargo, tendrá mucho menos tiempo en antena, lo cual podría reducir sus probabilidades de victoria.
Quizá la mayor sorpresa hasta la fecha ha sido el respaldo logrado por el Partido Social Liberal (PSL). Con su agenda nacionalista conservadora, su líder Jair Bolsonaro lidera la primera ronda si Lula queda fuera de juego. Bolsonaro lleva tiempo defendiendo una política conservadora, orientada a la seguridad; sus discursos se caracterizan por su retórica anti-LGBT y contra los grupos de derechos civiles, y a favor de los derechos a la posesión de armas. Ha prometido políticas económicas liberales y ortodoxas, motivo por el que se ha ganado cierta confianza de los participantes del mercado.
ARX lo considera como la mayor sorpresa de estas elecciones, ya que –en línea con las recientes tendencias globales hacia el populismo– los votantes brasileños parecen inclinarse por candidatos con agendas diferentes a las de los partidos políticos establecidos. Así, en común con los electorados de los Estados Unidos y de Europa en los últimos años, el pueblo brasileño ha comenzado a respaldar a candidatos recién llegados. Es difícil pronosticar que tipo de impacto tendrá el reciente apuñalamiento de Bolsonaro sobre la campaña.
Conclusión clave: el escenario más probable para la segunda ronda es que se enfrenten dos de tres posibles candidatos: Bolsonaro, Haddad o Alckmin.
Por orden de preferencia del mercado:
- Alckmin: “Si es elegido, anticipamos una fase alcista en los mercados”
- Bolsonaro: “Su elección también suscitaría una respuesta positiva del mercado, pero con volatilidad adicional debido a la incertidumbre que lo rodea”
- Haddad: “El candidato menos preferido por los inversores; se considera que representa un riesgo para la aprobación de reformas fiscales significativas”
Tribuna de Rogerio Poppe, ARX, CEO y gestor del BNY Mellon Brazil Equity Fund.