Los fondos pasivos de renta fija se están popularizando entre los inversores, sobre todo los fondos cotizados. A primera vista no parece que vayan a deparar grandes emociones. Pero según un reciente informe del Banco de Pagos Internacionales (BPI), los fondos diseñados para seguir a un índice de renta fija –como los cotizados– pueden resultar bastante arriesgados. El problema es que la renta fija no se presta fácilmente a la inversión pasiva, por varios motivos.
En primer lugar la inmensa mayoría de índices de renta fija están ponderados por capitalización, de manera que los inversores pasivos añaden de manera automática deuda de los gobiernos y empresas más endeudados. Al hacerlo quedan más expuestos a variaciones desfavorables de la solvencia de estos prestatarios que los inversores activos, quienes pueden salir en busca de nuevos horizontes.
Además los tenedores de bonos pasivos se enfrentan a la dificultad añadida de que los costes de financiación para gobiernos y empresas incluidos en los índices disminuyen a medida que los fondos indexados atraen más activos, lo que incentiva un mayor endeudamiento, un fenómeno que el BPI considera riesgo sistémico.
De hecho es especialmente problemático para los inversores tener una idea clara del riesgo crediticio en los índices de deuda empresarial, pues la solvencia puede cambiar, a veces de manera drástica, a medida que el índice absorbe nuevas emisiones. Así, una rebaja de calificación crediticia de una empresa de gran tamaño puede repercutir de manera notable en el perfil de crédito de todo el índice.
Otro riesgo es la subida de los tipos de interés. Por ejemplo, la duración del índice Barclays Global Agreggate –de los más utilizados– ha aumentado hasta siete años desde 5,4 hace una década. Este incremento implica casi el doble del riesgo por el aumento de sensibilidad a variaciones de tipos de interés, lo que resulta especialmente preocupante ahora que los tipos han empezado a subir en Estados Unidos y otras partes del mundo.
A ello se añade los mayores costes de negociación. La rotación normal en los índices de renta fija de un año a otro es considerable, entre 30% y 70%, mucho mayor que en los índices de renta variable. En el caso de los índices de deuda de alta rentabilidad puede llegar a ser del 90%. Así que el seguimiento de índices de renta fija requiere de mucha negociación, lo que incrementa los costes de la inversión. Se calcula que en un índice agregado de renta fija este coste representa en torno a 0,3% anual -puede ser bastante mayor en deuda empresarial o emergente de calificaciones crediticias más bajas-. Aunque rara vez se conocen estos costes resultan ser uno de los grandes puntos débiles de los fondos indexados de renta fija.
Por último, la mayor parte de las veces la indexación se basa en muestreos, pues los índices de bonos globales o regionales pueden llegar a incluir 5.000 valores. Ello conlleva el empleo de sustitutos, de manera que para reducir costes se sustituyen bonos de mayor calidad pero menor rentabilidad a vencimiento por otros de mayor riesgo y menor calidad. Esta es la razón por la que los fondos de renta fija indexados suelen experimentar caídas más acusadas que sus índices de referencia en episodios de turbulencias.
Por tanto los fondos pasivos de renta fija no tienen nada de aburridos y no se trata de una cualidad.
Tribuna de Mickael Benhaim, director de estrategia y soluciones de renta fija de Pictet AM.