La aceleración del ritmo de expansión será la tendencia principal de la economía americana a lo largo de 2018. El dinamismo en la creación de empleo y la fortaleza del consumo seguirán siendo los principales motores de crecimiento. Los elevados niveles de confianza y los estímulos fiscales serán un impulso para la inversión, cuya contribución al crecimiento se consolidará.
Las presiones inflacionistas continúan siendo moderadas y permitirán que las subidas de tipos de interés sean progresivas. La imposición de aranceles es un riesgo que afecta especialmente al comercio con China pero no es todavía una espiral proteccionista global.
Los moderados niveles de inflación permitirán que la Fed mantenga su hoja de ruta de normalización progresiva de la política monetaria. El proteccionismo americano se materializa, concentrándose en China. Si bien irá diluyéndose y su alcance será limitado, la incertidumbre sobre posibles represalias no se va a disipar inmediatamente.
A este respecto, la exclusión de Corea por parte del gobierno americano en la aplicación de los aranceles de represalia sobre las importaciones de acero (25%) y aluminio (10%), a cambio de imponer cuotas de importación y de revisar el actual acuerdo de comercio bilateral, especialmente el denominado KORUS (en la práctica, un acuerdo de libre comercio para autos) es un movimiento que sirve de ejemplo para reforzar la opinión de que la Administración Trump emplea la amenaza de imponer nuevos aranceles como herramienta para negociar mejores condiciones con las economías con las que Estados Unidos mantiene un mayor déficit comercial (China principalmente, que representa aproximadamente el 65% del total), con el objetivo de reducirlos.
Por eso defendemos que no llevará adelante una guerra comercial, ni un proteccionismo a gran escala, pero sí medidas puntuales de corte proteccionista con el objetivo de reducir su déficit comercial. Pero esta peligrosa estrategia de negociación puede tener dos tipos de consecuencias: Subir la inflación en Estados Unidos, lo cual podría inquietar a la Fed, y el mercado volvería a ponerse nervioso por si sube tipos más rápidamente, pero no con el objetivo de enfriar la economía y normalizar los niveles de tipos, sino para frenar la inflación, que es probablemente la peor causa por la que subir tipos.
En segundo lugar, reducir el crecimiento económico global porque el libre comercio es el factor más poderoso en la creación de empleo y riqueza.
En Europa
En la Zona Euro, el ciclo expansivo se fortalece, pero la capacidad ociosa frena la recuperación de precios, los tipos permanecerán bajos tras el fin del QE en 2018. La inflación (subyacente +1,0%) se mantiene alejada del objetivo del BCE (inferior pero cercano a +2,0%). Por un lado, existen factores estructurales (desintermediación, tecnología, globalización,…) que presionan a la baja los precios.
Además, los salarios se enfrentan a una baja productividad, a una capacidad ociosa que sigue siendo relativamente alta (paro 8,6%) y a las reformas del mercado laboral implementadas en algunos países. Estos factores impiden la formación de presiones por el lado de los costes.
- La capacidad ociosa en la economía todavía es relevante, con un nivel de desempleo del 8,6% y la fortaleza del euro supone un factor de riesgo sobre la recuperación de precios. Seguramente veremos eliminado el QE en 2018, Sin embargo, los tipos no empezarán a subir hasta la segunda mitad de 2019, empezando, sin duda, por el tipo de depósito.
- Se observan mejoras en empleo, salarios y riqueza de los hogares favorecen el buen tono del consumo. La inversión se apoya en unas condiciones financieras favorables y en la mejora de la rentabilidad de las empresas. La expansión del comercio global permite el crecimiento de las exportaciones, a pesar de la fortaleza del euro.
- La fortaleza del euro (que podría mermar la competitividad de las exportaciones y terminar restando impulso y vigor al crecimiento) puede suponer un riesgo.
- Los tipos de interés a largo se moverán al alza. El BCE ha seguido dando señales relativas a la senda de normalización de la política monetaria. Por el momento, mantiene sin cambios los principales tipos de intervención (operaciones principales de financiación, facilidad marginal de crédito y facilidad de depósito).
- El euro podría apreciarse frente al dólar. La cotización del Euro ha oscilado en torno a 1,23 dólares. El vigor de la economía europea y la perspectiva de aumentos de tipos de interés siguen sosteniendo la demanda de Euros.
- Dentro de Europa hay que mencionar la situación de Reino Unido, que afronta grandes retos en los próximos dos años. La atención se centra en la gestión del “Brexit” y la Política Monetaria. En este sentido, el acuerdo preliminar alcanzado con la UE para mantener el marco jurídico actual hasta diciembre 2020 representa un balón de oxígeno para la cotización de la Libra y la economía británica. Una subida brusca en los tipos de interés sería perjudicial para la economía británica y la Demanda Interna en particular con un impacto limitado sobre la inflación cuyo aumento se explica por la debilidad de la libra que encarece las importaciones y los precios de producción.
- España: se mantiene la previsión de crecimiento para este año en un 2,8. La aportación de la demanda nacional a dicha tasa será de 2,4 puntos porcentuales con un crecimiento de la inversión. Respecto al sector exterior, su aportación prevista está en 0,4 puntos. La tasa de paro media anual será de un 15,3%, con crecimiento de la productividad de un 0,3% este año.
La historia de Japón
La velocidad de crucero de la economía de Japón no necesita elevadas tasas de aceleración para ser sostenible. La ausencia de desempleo es un factor clave, pero también lo es el inusual dinamismo que ha adoptado el Consumo porque ayuda a compensar parcialmente la dependencia a las exportaciones. El Yen se mantiene volátil, y la política monetaria del BoJ seguirá siendo ultra-laxa y, en consecuencia, servirá de estímulo al Consumo y a la Inversión Empresarial y debería depreciar al yen.
La mayoría de los Países Emergentes continúa mostrando alternativas de inversión menos atractivas que los países desarrollados. Sí hay opciones, pero hay que ser muy cuidadosos con la elección. A los importantes desafíos que tienen que afrontar (elevados déficits comerciales, falta de reformas estructurales, pérdida de competencia o incertidumbre política), se unen factores exógenos, como la volatilidad en el precio de las materias primas – particularmente el petróleo, la imposición de medidas proteccionistas por parte de EE.UU. y la incertidumbre acerca del impacto negativo que tendría un aumento del coste de financiación de las economías emergentes.
Tribuna de Aurelio García del Barrio, director del Global MBA con especialización en Finanzas del IEB.