La ausencia de presión inflacionaria favorece que los bancos centrales no tengan prisa por subir sus tipos de interés de forma más agresiva, con las repercusiones que eso podría tener para los mercados de renta fija. Por eso, veo poco probable que la Reserva Federal estadounidense acelere el proceso de normalización de sus tipos de interés este año.
Pese a la volatilidad registrada en los primeros meses de 2018 como consecuencia de que el entorno macroeconómico vuelve a centrarse en el retorno de la inflación, el equipo de renta fija de la casa escocesa no anticipa un brusco repunte de la inflación que obligaría a la Reserva Federal y a otros bancos centrales a tomar medidas más contundentes. Por eso creo que, a partir de ahora, el contexto resultará más benigno para la renta fija.
Los bancos centrales se sentirán aliviados, en vez de preocupados, y no pensamos que la volatilidad experimentada en febrero haya alterado fundamentalmente el entorno macro. Pese al nivel de actividad económica, la tasa de crecimiento actual no requiere una respuesta agresiva por parte de los bancos centrales.
Por ese motivo, seguimos descontando una favorable combinación de políticas monetarias acomodaticias (aunque menos que en años anteriores) y una política fiscal relativamente expansiva. Esperamos que el crecimiento sigue siendo superior a la capacidad pero en niveles similares a los de 2001.
Aunque la inflación ha repuntando desde mínimos, creo que estamos ante una simple normalización derivada del escaso exceso de capacidad que registra el mercado laboral y del robusto crecimiento.
En mi opinión, después de años luchando contra la deflación, los bancos centrales no solo no temen el aumento de la inflación sino que probablemente lo recibirán con alegría, y por eso no espero que cambien de postura en el corto plazo. Tras un largo periodo en el que la inflación se ha mantenido por debajo de su nivel objetivo, no parece que la Fed sienta la necesidad de acelerar el ritmo de la normalización.
Esperamos que el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC, por sus siglas en inglés) continúe aumentando el tipo de interés oficial este año; tres o cuatro subidas en 2018 nos parecen razonables. Es muy probable que los tipos acaben alcanzando un nivel máximo más alto de lo que prevé el mercado ahora mismo (aproximadamente un 2,5% en 2020) pero no pensamos que la Fed sienta que se está quedando por detrás de la curva.
En Europa, considero que las expectativas de tipos resultan ahora más razonables que a finales del año pasado. Creemos que el BCE pondrá fin a su programa de expansión cuantitativa a finales de 2018 y que, en línea con lo que descuenta el mercado, no empezará a subir tipos hasta la primera mitad de 2019. Básicamente, pensamos que el banco central acabará subiendo tipos más rápidamente de lo que espera el mercado. Sin embargo, hace falta que la inflación aumente para que las tires registren movimientos significativos, algo que resulta poco probable a corto plazo.
Los tipos de interés se encuentran efectivamente en niveles bajos y la inflación, tanto básica como subyacente, continúa siendo débil (y presenta riesgos bajistas), por lo que creemos que el ajuste de la política monetaria se llevará a cabo de forma cuidadosa, sobre todo teniendo en cuenta la apreciación de la moneda común. Después de todo, los banqueros centrales no quieren que la próxima crisis les pille con los tipos de interés en niveles mínimos pero tampoco querrían ser los causantes de una nueva crisis.
Tribuna de Juan Valenzuela, cogestor del Kames Strategic Global Bond Fund de Kames Capital.