Dadas las recientes y violentas oscilaciones de los mercados, actualmente se requiere incluso de mayor cautela de la habitual en cualquier comentario. De hecho, tuvimos que desechar el primer borrador de este análisis mensual, redactado en los últimos días de enero.
Destaca la posibilidad de que se produzca tanto un repunte, como un desplome y que los riesgos de los absurdamente bajos niveles de volatilidad parecen ya más que irrelevantes. En el momento de la redacción de este artículo (7 de febrero), parece que la corrección ya ha agotado su recorrido, al menos, por el momento. Entonces, ¿qué sucederá ahora?
Las turbulencias de comienzos de febrero probablemente hayan reducido el riesgo de que se produzcan vaivenes significativos en cualquier dirección, incrementándose paradójicamente al mismo tiempo la volatilidad, una favorable combinación. No es probable que la euforia de enero y el delirio minorista conexo regresen con la misma fuerza.
Por otro lado, la amenaza de las posiciones orientadas a una volatilidad baja, que tan rentables fueron para los partícipes en 2017 y tan desastrosas han resultado en 2018, parece haberse desactivado sin daños directos graves para los mercados bursátiles. Es probable que continúe el tira y afloja entre los alcistas, que defienden su postura citando el crecimiento global sincronizado, y los bajistas, que hacen lo propio apuntando a la normalización de la política monetaria y los riesgos de cola, desde la península coreana hasta las elecciones en Italia.
No albergamos una opinión clara sobre cómo evolucionarán los mercados en 2018, pero, más a largo plazo, nos decantamos claramente por la cautela. Uno de nuestros mantras es que solo existen dos maneras de perder dinero con la renta variable: o se esfuman los beneficios o se deterioran los múltiplos. Si nos fijamos en los mercados hoy, nos preocupan ambos riesgos. Los múltiplos permanecen en niveles elevados.
No se han reducido tras la reciente corrección, que se ha limitado a devolvernos a precios de diciembre, y podría decirse que dependen de los bajísimos tipos de los activos libres de riesgo, que muestran signos de normalización, y el supuesto de que los beneficios continúen aumentando.
Preocupación a largo plazo
Sin embargo, puede que los beneficios sean nuestra mayor preocupación, no tanto en 2018, pues el crecimiento y la reforma fiscal en Estados Unidos serán favorables, pero sí más a largo plazo. La recesión, cuando termine por llegar, probablemente con motivo del endurecimiento de la política monetaria, provocará un efecto cíclico severo sobre los beneficios, si bien también existen motivos de preocupación estructurales.
Cuarenta años de políticas proclives a las empresas, desde la época de Reagan y Thatcher, han supuesto un gran impulso para las compañías. En Estados Unidos, la contribución de los beneficios al producto interior bruto se encuentra en máximos y la conclusión natural es que los salarios se encuentran en mínimos. Esta evolución se ha traducido en un aumento de la desigualdad y la consiguiente rabia populista.
Hasta ahora, esta rabia se ha canalizado principalmente hacia la derecha —Trump en Estados Unidos o el Brexit en el Reino Unido— y ha centrado su objetivo en los inmigrantes y otros grupos “externos”. El riesgo es que la izquierda se haga con la pancarta populista y centre su objetivo en las compañías, bien en el lado de los trabajadores, vía legislación laboral, bien en el lado de los consumidores, minorando el creciente poder monopolístico.
El colapso en la esfera occidental de la centroizquierda es uno de los factores que facilitó la agenda del libre mercado durante los últimos treinta años, lo cual provoca que esta amenaza sea más real.
En un mundo en el que existe escaso margen de seguridad absoluto dadas las elevadas valoraciones y donde parece que continúa la tolerancia al riesgo a pesar del comienzo de febrero, invertir en compañías de alta calidad parece una actitud sensata para nuestro capital.
Estas compañías cuentan con un historial de crecimiento de las ganancias a lo largo del ciclo, lo cual reduce el riesgo de ganancias, y se negocian a valoraciones muy razonables, al menos, en términos relativos; el ratio precio/beneficios a doce meses del sector de consumo básico se encuentra en su nivel más bajo tras la crisis financiera con respecto al conjunto del mercado. Como dijimos antes, es el momento de estar atentos y no relajarnos.
Opinión de William Lock, Bruno Paulson y Dirk Hoffmann-Becking, del equipo de International Equity de Morgan Stanley Investment Management.
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