En un contexto macroeconómico de crecimiento mundial moderado, tipos de interés bajos durante un ciclo prolongado y valoraciones atractivas en lo que respecta a la renta variable europea, la mejor estrategia para captar crecimiento y rentabilidad, tanto a medio como a largo plazo, es invertir en empresas europeas innovadoras.
La dicotomía entre acciones de valor y de crecimiento se encuentra superada: sólo los ganadores del mañana son verdaderas inversiones atractivas y la innovación es el mejor indicador a este respecto.
Tras varios años de alza generalizada y cuasi continua de los mercados, el inversor tiene pocas alternativas al respecto: debe y tiene la obligación de ser selectivo. En sentido contrario, la inacción y la pasividad le pasarán factura tanto a los inversores como a las empresas. Los ciclos de adopción de productos, servicios y tecnologías se aceleran, precipitando la aparición de unos, y la desaparición de otros. En esta economía darwinista donde solo sobreviven los más fuertes, los más flexibles y, sobre todo, los más aptos, la innovación es el mejor indicador de esa capacidad de las empresas para adaptarse.
En este contexto, Candriam ha desarrollado un nuevo enfoque basado en esa firme convicción: las empresas innovadoras de calidad son las únicas que presentan una ventaja competitiva duradera que garantice el crecimiento y la rentabilidad en una economía mundial de menor potencial que en décadas pasadas. Bienvenidos a la era de la darwiconomía: adaptarse o morir…
Envejecimiento de la población y escaso aumento de la productividad
En Europa, como en el resto del mundo, el envejecimiento poblacional es un fenómeno que ha llegado para quedarse y, a menos que se produzca un cambio de tendencia —improbable— de política migratoria de los Estados miembros de la zona, lastrará el crecimiento (gráficos 1 y 2). De igual modo, habida cuenta de la debilidad de la inversión productiva desde la Gran Recesión, es poco probable que la productividad vaya a volver a unos ritmos de crecimiento más elevados de un día para otro.
Un endeudamiento sin margen de maniobra
Según muestra el gráfico 3 (Nivel de deuda de Estados miembros de la zona euro), el endeudamiento actual es entre un 50 % y un 100 % mayor que hace treinta años, salvo el de Bélgica. En el lado opuesto de la balanza ocupa un lugar destacado Grecia.
Este peso de la deuda, junto con los criterios de Maastricht, deja poco margen presupuestario de maniobra a la mayoría de los estados para incentivar el crecimiento.
Sólo hay una salida
En este contexto, sólo las empresas innovadoras, de calidad, capaces de crear crecimiento y nuevos mercados por sí mismas, podrán hacerse con una “parte del pastel». Por ello estamos convencidos de que el inversor debe ser selectivo con los valores que escoge para su cartera y exigente con las perspectivas de crecimiento de dichas empresas.
Creación de valor
Por tanto, el estilo de acciones de calidad y crecimiento debería predominar en los próximos años; por el contrario, cabe prever que las empresas de escasa creación de valor y muy dependientes del crecimiento exógeno (como las del estilo de valor) se enfrentar’an a mayores dificultades de forma duradera.
Cambio de perspectiva
Además, a nuestro juicio, la dicotomía entre «acciones de crecimiento» y «acciones de valor» está superada a largo plazo. Hoy día, ningún sector está a salvo. Una acción aparentemente de valor puede en realidad resultar cara, por estar abocada a desaparecer. Por el contrario, una acción que pueda parecer de «múltiplos elevados» hoy día puede resultar ganadora el día de mañana.
En un contexto de aceleración de los ciclos de vida de los productos y de disrupciones con una frecuencia cada vez mayor, el grado de innovación es el mejor indicador de probabilidad de supervivencia y crecimiento de una empresa.
Análisis y selectividad
Para garantizarse la rentabilidad perenne de la cartera, hay que identificar empresas que crezcan hoy, pero sobre todo en un futuro. Sólo con una gestión activa basada en un análisis fundamental de cada empresa en cartera o en el radar de inversion pueden detectarse las tesis de inversión con potencial y excluir los modelos caducos o en vías de caducar. El análisis y la selectividad son cruciales para invertir en empresas innovadoras, las ganadoras del futuro.
Hay varios sectores especialmente expuestos a las innovaciones. El sector agroalimentario, por ejemplo, está en plena transformación. Los consumidores demandan más soluciones naturales en cuanto a conservantes y colorantes. Son más conscientes de cómo la alimentación repercute en la salud y exigen carne sin antibióticos, yogures sin conservantes químicos, platos preparados con menos grasa, menos sal, menos azúcar, etc. Estas tendencias fragmentan más el mercado y aumentan la importancia de los proveedores de ingredientes en la cadena de producción, que tienen que idear soluciones cada vez más complejas e innovadoras. Empresas como Kerry o Chris Hansen se han especializado en este segmento, con éxito.
Por otra parte, el sector del automóvil experimenta una rápida tendencia hacia vehículos más limpios y más inteligentes. También en este caso son los proveedores especializados e innovadores los claros beneficiados. La opinión pública sabe perfectamente que los vehículos diésel están en declive y la solución 100 % eléctrica —que precipitará el derrocamiento del motor térmico— está más cerca de lo que parece. Algunos observadores anuncian que el 70% del parque automóvil será eléctrico de aquí a 2050. Los grandes fabricantes de automóviles demandan materiales más ligeros que consuman menos energía, baterías potentes y poco voluminosas. El vehículo autónomo y conectado también requiere numerosas soluciones tecnológicas tales como sensores, algoritmos, mecatrónica, inteligencia artificial y conectividad. Internet también es parte integrante de este sector; las plataformas para compartir y alquilar representan hoy día toda una amenaza para los servicois tradicionales de alquiler de vehículos.
El sector industrial está en plena transformación: la industria 4.0 es hoy día la norma; los procesos de producción está digitalizados de cabo a rabo. Los productos se diseñan virtualmente, en 3D, y las fábricas inteligentes se encargan de la producción en masa. Esta transformación posibilita repatriar la producción a Europa y, por consiguiente, el empleo, lo que favorece circuitos cortos, más eficaces y económicos. Estos sectores son tan sólo algunos ejemplos de las transformaciones cada vez más numerosas de toda la economía.
Las propias empresas lo tienen claro
La intensa actividad de fusiones y adquisiciones, con el impulso de los grandes compradores chinos y estadounidenses, está poniendo su punto de mira en empresas europeas innovadoras. Los actuales excedentes de liquidez de China, junto con la falta de una alternativa real en un contexto de tipos bajos y crecimiento moderado, seguirán alimentando esa actividad, a la que le resulta muy goloso el saber hacer europeo, como ya les sucedió a las empresas japonesas hace treinta años.
Los ejemplos recientes de fusiones y adquisiciones son numerosos; el grupo chino Midea Group ha comprado Kuka, precursora de la industria 4.0 y líder en soluciones de producción automatizadas para el sector del automóvil, y Softbank se ha quedado con ARM, líder mundial en procesadores para teléfonos inteligentes y tabletas.
En conclusión, el contexto macroeconómico actual (crecimiento mundial moderado, tipos de interés duraderamente bajos, valoración atractiva de la renta variable europea) nos lleva a recomendar la inversión en empresas europeas de crecimiento, innovadoras. La dicotomía entre acciones de valor y crecimiento se nos antoja superada: sólo los ganadores del mañana son verdaderas inversiones atractivas. La innovación es el mejor indicador a este respecto. Creemos que invertir ahora en esta temática es una de las mejores estrategias, por no decir la mejor, para captar el crecimiento y la rentabilidad tanto a medio como a largo plazo.
Tribuna de Geoffroy Goenen, gestor de renta variable europea fundamental de Candriam