Uno podría pensar, escuchando los medios de comunicación, que las acciones están creciendo con una gran uniformidad, que, como dice el viejo dicho, “cuando la marea sube, todos los barcos flotan”. Pero cuando uno escarba un poco por debajo de la superficie, se puede ver que ese no es realmente el caso. De hecho, una amplia divergencia ha aparecido en el mercado desde finales de 2017.
La dispersión entre los sectores con mejor y peor rendimiento en el índice S&P 500 desde el comienzo del pasado año ha sido sorprendente. En 2017, el rendimiento del sector tecnológico ha doblado prácticamente el rendimiento del índice, con una ganancia del 41% en el rendimiento total frente al 22% que ha obtenido el índice en su totalidad (a 20 de diciembre), una cifra absolutamente extraordinaria.
Incluso más sorprendente es el diferencial entre los sectores con mejor y peor desempeño, con los sectores de las telecomunicaciones y energía obteniendo un rendimiento inferior en un 45% con respecto al sector tecnológico y un 25% menor con respecto al índice. Por lo que claramente, no todos los barcos se ven reflotados al mismo ritmo, algunos de ellos están incluso hundiéndose un poco.
En el pasado, divergencias de este tipo han ocurrido, y en el caso del sector energético, este ha sido a veces el presagio de una caída en el precio del crudo. En el pasado, estos hechos han coincidido con un dólar más fuerte y una debilidad en el precio de las materias primas que ha contribuido a ejercer una presión a la baja en los beneficios del conjunto del índice S&P 500, por lo que vemos la divergencia del sector energético de 2017 como una señal de alerta para 2018.
Mi recaudación fiscal
Esta es mi opinión sobre el impacto de la reciente reforma fiscal aprobada en Estados Unidos. El proyecto de ley afectará a las empresas de gran capitalización de manera diferente. Por ejemplo, las empresas que se enfrentan a una demanda doméstica tenderán a experimentar una fuerte caída en las tasas de impuestos efectivas que deberían impulsar los beneficios operativos en el orden de un 8%-10% sobre el año anterior, si se mantienen las condiciones.
Sin embargo, el sector tecnológico de alto vuelo, con sus fuertes ventas en el exterior, paga una tasa fiscal efectiva, de media, que se sitúa entre el 19 y el 20%, cerca de la nueva tasa legal del 21%, por lo que probablemente no sea de tanta ayuda como algunos optimistas están prediciendo. Con la nueva reforma fiscal, las empresas con una alta deuda podrían acabar empeorando, ya que no serán capaces de deducirse un gasto por intereses superior al 30% de su flujo de caja.
Las empresas con unos grandes presupuestos en investigación y desarrollo, tales como las empresas farmacéuticas y las compañías productoras de grandes bienes de capital se beneficiarán probablemente del gasto inmediato en inversiones de capital de corta duración. En conjunto, la reforma fiscal beneficia por lo general a las empresas de gran capitalización estadounidenses, pero no de una manera equitativa. El resultado puede variar.
En mi opinion, la aprobación de la reforma fiscal no reflotará todas las acciones de una forma inmediata o de un modo duradero. No utilizaré la aprobación del paquete como una justificación para comprar ciegamente cestas de acciones. Puede parecer sencillo a primera vista, pero los detalles de cada acción deben ser analizados. También creo que el sólido crecimiento económico que estamos presenciando no beneficia a todos los mercados.
Las corrientes de fondo son dramáticas y pueden acarrear mensajes. Por ejemplo, pueden implicar que el crecimiento futuro no sea tan fuerte como el que estamos viendo en la actualidad. Cuanto más alto suba el mercado, más grande es el riesgo de que la complacencia sustituye al escrutinio. Ignorar los fundamentales y las valoraciones tiene el potencial de hacer tropezar a los inversores incautos. Las trampas están allí, hemos visto episodios como este en el pasado. Esta es una razón más, para que los inversores pisoteen ligera y deliberadamente en paquetes de activos no selectivos de caros activos financieros.
Opinión de James Swanson, estratega jefe de MFS Investment Management.