Los precios de las materias primas han sido históricamente el catalizador del comportamiento de la renta variable emergente, y es probable que lo sigan siendo en el futuro próximo. En China, sin embargo, hemos visto en los últimos años cómo las acciones se han desvinculado cada vez más de los precios de los productos básicos, lo que refleja el éxito de las reformas.
Las autoridades se han centrado en reducir el exceso de capacidad en industrias intensivas como el acero y el aluminio, y en gran medida, aproximadamente un cuarto de la capacidad de producción de carbón se ha reducido y grandes fundiciones de acero y aluminio han cerrado. Esto no solo ha permitido una mejor utilización de la capacidad y una mejor rentabilidad en estos sectores, sino también un menor impacto ambiental.
De acuerdo con esta tendencia, y dado también el aumento de los precios del petróleo y el gas natural, el índice de precios al productor (PPI) ha aumentado significativamente durante varios meses. Esta aceleración en los precios al productor es significativa para la economía de China, ya que debería alentar precios más altos y, por lo tanto, mayores ganancias. En consecuencia, el aumento de los precios de las materias primas también explica el mejor comportamiento de los mercados emergentes y las acciones chinas en relación con las acciones de los países industrializados.
Otras dos industrias con un alto exceso de capacidad son la construcción naval y producción de energía, incluidas las empresas de generación de energía con una gran proporción de electricidad a base de carbón. Estas deberían ser abordadas por las autoridades como un próximo paso. Dado que el mercado laboral es relativamente saludable, ha habido una resistencia limitada del lado del trabajador para intentar reducir el exceso de capacidad.
La gran visión estratégica con la que China quiere dar forma al futuro también debe tenerse en cuenta. Inspirada en las antiguas rutas comerciales de la Ruta de la Seda, China espera conectar a más de 65 países entre sí a través de su iniciativa «One Belt One Road Initiative» (OBOR), que tendrá como objetivo representar el 40% de la producción económica mundial. El proyecto OBOR abarca dos áreas clave de la política económica de China: promover el comercio y el desarrollo mediante la cooperación en proyectos de infraestructura.
Hoy en día, los efectos del aumento del volumen del comercio chino son evidentes: en los últimos diez años, la proporción de países que exportan a China, especialmente en Europa y África, ha crecido significativamente. Estados Unidos, por otro lado, se está quedando atrás. Esta iniciativa de la Ruta de la Seda podría seguir impulsando el crecimiento del comercio y los beneficios en los próximos años -a medida que el comercio mundial se mueve cada vez más hacia Asia y China- algo que ya está empezando a mostrar signos de crecimiento.
Tribuna de César Muro, responsable de distribución pasiva de Deutsche Asset Management.