Los inversores consideran que Cataluña no representa un riesgo geopolítico clave para la recuperación económica en la zona del euro, ni para las bolsas, por lo que la agitación política en Cataluña no está teniendo impacto en los mercados internacionales.
De hecho, nuestro índice de riesgo geopolítico global, basado en los datos de la FED, se está reduciendo desde los máximos del año alcanzados durante el verano debido a Corea del Norte. Además, no hay especulaciones contra España ni contagio a otros países de la UME en el mercado de bonos. Un buen indicador es que el spread ponderado de los bonos de los países PIIGS frente al bund alemán se encuentra actualmente en torno al 1,15%, frente al 8,3% al que llegó en el momento álgido de la crisis de la deuda soberana. En realidad, la falta de reacción del mercado no es una sorpresa.
Hay dos factores que explican esta complacencia. El primer factor clave es el BCE. Al comprar bonos soberanos y corporativos en el mercado secundario, el BCE ha limitado considerablemente la especulación y el riesgo crediticio para el sur de Europa. En cierto sentido, el BCE tiene una posición de marcador de mercado, lo que significa que incluso en caso de mayor riesgo geopolítico, el banco central puede intervenir para detener la especulación. El segundo factor es que el riesgo geopolítico en Cataluña, incluso en el peor de los casos, no tendrá el mismo impacto financiero y económico que el Grexit. El impacto negativo en realidad se limita a Cataluña y apenas ha afectado a los activos financieros españoles.
Incluso si la situación política empeorara, las consecuencias se limitarían a Cataluña o, en el peor de los casos, a España, pero el riesgo de contagio a otros países es cercano a cero.
Es obvio que Cataluña tiene muchas características de las economías fuertes con la condición de que permanezca en la zona euro y en la UE, sin embargo, la lenta degradación de la situación política que ha empujado a muchas empresas a salir obviamente conducirá a un menor crecimiento del PIB, a una menor entrada de IED (inversión extranjera directa) y, en última instancia, a un aumento de las cifras de desempleo.
El problema para Cataluña es que la Generalitat parece no tener ningún plan económico y financiero en caso de independizarse de España. ¿Una Cataluña independiente tendrá su propio banco central que emite euros u otra moneda?, ¿cómo puede el gobierno tranquilizar a las empresas con sede en Cataluña que todavía tendrán acceso al mercado común europeo? Creo firmemente que la Generalitat no estaba preparada para enfrentar la independencia, al menos en términos económicos. No ha sido el referéndum, sino la falta de preparación de los líderes catalanes la razón que ha empujado a las empresas a salir.
La activación del artículo 155 es claramente la mejor manera de enviar una señal positiva a los inversores y empresas extranjeras con sede en Cataluña. En cambio, si Carles Puigdemont convocara elecciones, el impacto en el Ibex sería bastante limitado.
Tribuna de Christopher Dembik, responsable de Análisis Macroeconómico de Saxo Bank.