Si bien la expansión económica estadounidense se adentra este mes en su noveno año, una recesión en nuestro horizonte cíclico de seis a doce meses parece bastante improbable. Nuestros modelos establecen una probabilidad inferior al 10%. No obstante, las recesiones son sumamente difíciles de prevenir.
E incluso si sorteamos una recesión a corto plazo, resulta más probable que la expansión actual llegue a su ocaso en algún momento de nuestro horizonte estructural. La economía mundial se halla en una situación parecida, como destacamos en nuestra recién publicada edición de Perspectivas seculares, «Cambios de dirección». Si tenemos que guiarnos por la historia, creemos que la probabilidad de que asistamos a una recesión mundial en algún momento de los cinco próximos años ronda el 70%.
Dado que las recesiones suelen ir acompañadas de periodos bajistas para los activos de riesgo y periodos alcistas para los bonos, parece conveniente explorar los factores que podrían aniquilar la expansión en EE. UU., así como determinar cuán profunda y duradera podría revelarse la próxima recesión. En gran medida, la envergadura y la duración de la recesión venidera dependerán de las condiciones de partida, así como de las fuerzas originarias.
Un entorno recesivo podría hundir sus raíces en una perturbación externa, como una implosión del euro, una grave crisis geopolítica o un repunte de los precios del petróleo atribuido a la oferta. En este caso, la recesión será probablemente superficial pero prolongada, sobre todo si la Reserva Federal no ha recorrido mucho camino en su proceso de normalización de los tipos.
Posibles escenarios
En cambio, una recesión endógena causada por un sobrecalentamiento de la economía y/o unos mercados de activos excesivamente eufóricos que alienten un considerable endurecimiento por parte de la Reserva Federal se revelaría, a buen seguro, profunda pero transitoria.
En nuestro primer escenario, la economía avanza tambaleante hasta que se ve sacudida por una perturbación externa. La recesión, provocada por el consiguiente desplome de los precios de los activos y la merma en la confianza de las empresas y los consumidores, podría revelarse relativamente superficial, si bien podría prolongarse más de lo habitual como consecuencia de unas insuficientes respuestas fiscales y monetarias.
En el segundo escenario, la economía flaquea debido a la acumulación de una serie de desequilibrios internos y un sobrecalentamiento de los mercados de bienes, de trabajo o de activos que obligaría a la Reserva Federal a acometer subidas de tipos. Sin embargo, al haber hecho acopio de suficiente «munición» en forma de tipos de interés más elevados, el banco central estadounidense podría recortar los tipos para fomentar una recuperación en forma de «V».
Reflexiones finales
Ante la incertidumbre que se cierne sobre el calendario y los rasgos de la próxima recesión, ¿qué deben hacer los inversores? La respuesta depende, sin duda alguna, de las circunstancias y los objetivos específicos de cada inversor. Sin embargo, desde PIMCO recomendamos respetar unos cuantos preceptos:
- Hacer hincapié en la valoración: los mercados descuentan un gran número de ‘buenas noticias’.
- Mantener el énfasis en la conservación del capital.
- Buscar valor relativo en los tipos de interés y el crédito.
- Considerar un abanico de oportunidades mundiales, incluidos los mercados emergentes.
Recapitulando: Disfruten de esta expansión mientras dure. Sin embargo, no esperen que EE. UU. siga la estela de Australia, donde la última recesión se dio hace un cuarto de siglo.
Joachim Fels es director general y asesor económico mundial en la oficina que PIMCO tiene en Newport Beach. Puede leer la columna entera en la web de PIMCO siguiendo este link.