El primer ministro japonés, Shinzo Abe, anunció hace unas semanas la disolución del Parlamento y la convocatoria de elecciones anticipadas el próximo 22 de octubre. El mandatario busca sacar partido al incremento de su popularidad tras su firme objeción recogida por los medios internacionales a los ensayos con misiles llevados a cabo por Corea del Norte.
Anteriormente este año, los apoyos a Abe ya habían disminuido como consecuencia de una serie de escándalos y la posterior repercusión mediática. Así, es probable que la política económica se mantenga muy floja los próximos meses y el crecimiento continúe superando las previsiones. La campaña del Partido Liberal Democrático (LPD) probablemente se centrará en tres asuntos: acelerar el cambio para dejar atrás la actual Constitución pacifista; contener el auge de un nuevo partido de oposición fundado por el gobernador de Tokyo, Yuriko Koite, y aumentar los votos entre los más jóvenes ofreciendo más ayudas gubernamentales y más concretamente en educación. En este último caso, Shinzo Abe ha anunciado que conseguirá los recursos mediante el aumento del IVA del 8% hasta el 10% y que usará 18 mil millones de dólares para apoyar la educación de los más jóvenes.
El primer ministro Abe empieza la campaña desde una posición fuerte en la que el Partido Liberal Democrático y su socio de la coalición controlan dos tercios del parlamento. El riesgo es que los intentos de formar un gobierno alternativo por parte de Koike conduzca a un mandato reducido para el Primer Ministro Abe justo en el momento en el que importantes reformas (la legislación laboral y las licencias de casinos) están a punto de comenzar su paso por el Parlamento de Japón. A pesar de ser una oportunidad externa, creemos que es un resultado que debe tomarse en serio.
Para Japón en conjunto hay dos implicaciones importantes. En primer lugar, si Abe efectivamente sale reelegido eso será positivo para la defensa y para las empresas relacionadas con la educación, sectores que se beneficiarán de un aumento en el gasto. En segundo lugar, hay poco o nada en estas medidas que mejoren el potencial de crecimiento a largo plazo de Japón o que ayuden al país a lograr una inflación del 2%.
En estos momentos, la economía de Japón está creciendo a tasas que están superando las previsiones y esperamos que esto continúe. La ausencia de la inflación significa que la política no cambiará pronto para alinearse con las estrategias de gestión de la Reserva Federal de Estados Unidos y probablemente del Banco Central Europeo. Por esa razón, estamos sobreponderando las acciones japonesas en nuestras carteras.
Tribuna de Mark McFarland, economista jefe de Asia de Union Bancaire Privée (UBP).