Desde luego, puede decirse que en el primer semestre del año 2017 la evolución general de la economía y los mercados de capitales fue bastante buena. Entre tanto, la inquietud que a principios de año generaban las incertidumbres políticas (palabra clave: «gran año electoral en Europa») parece haberse disipado. Mientras algunos descansan aprovechando la tregua del verano, de cara al segundo semestre son tres las cuestiones principales que acaparan la atención de los inversores:
1. ¿Seguirán predominando los motores del crecimiento?
La evolución de las bolsas sigue marcada por las expectativas de que se acelere a corto plazo la economía mundial, que en todo caso se está recuperando. El clima económico es particularmente favorable en los países industriales, pero también se observa una mejora en los países emergentes.
A pesar de eso, no cabe esperar que la economía se siga acelerando. En cambio, parece estar próximo el momento en que los datos dejen de proporcionar nuevas sorpresas positivas, y sean las diferencias geográficas las que recuperen el protagonismo. A escala regional, por ahora la zona del euro debería continuar destacándose positivamente.
2. Aumento de la inflación: ¿se ha terminado?
Las tasas de inflación general oscilan entre los efectos temporales y una evolución lenta: como cabía esperar, está cediendo el impulso inflacionario provocado por la subida interanual de precios del petróleo, aunque la bajada de los niveles de desempleo todavía no se ha traducido en una presión alcista apreciable sobre los salarios. En consecuencia, los bancos centrales están básicamente en compás de espera. Debido a que el panorama de reflación (una recuperación económica gradual con tasas de inflación moderadamente crecientes) sigue prácticamente invariable.
3. ¿Conseguirán los bancos centrales cambiar de rumbo sin sobresaltos?
La inflación puede provocar a veces quebraderos de cabeza en los bancos centrales, pero éstos tienen claro que el camino a seguir es el de una normalización paulatina de la política monetaria, que no debe ser confundida con un endurecimiento. En este sentido, aunque en EE.UU. los tipos de interés están subiendo gradualmente, todavía siguen bajos con respecto a la inflación. La reducción de su abultado balance prevista por la Fed tardará años en completarse. En la zona del euro, por su parte, el Banco Central Europeo apenas está dando tímidos pasos para salir de la «flexibilización cuantitativa». La posibilidad de que el cambio de rumbo provoque más vaivenes en el mercado, así como la intensidad de éstos, dependerá principalmente de cómo los bancos centrales gestionen cuidadosamente las expectativas que generan sus estrategias de salida. Un buen ejemplo de ello ha sido la reciente revalorización del euro.
Comprender. Actuar
¿Qué cabe esperar de todo esto en los mercados financieros? A escala mundial, es previsible que por ahora predominarán los motores de crecimiento, y que estos estimularán los mercados de acciones. En todo caso, se observa una triple sintonía entre un clima económico actualmente eufórico, con escaso margen de mejora, unos bancos centrales que aún tienen que gestionar el equilibrio comunicativo entre normalización y endurecimiento, y la desaparición (por ahora) de los riesgos políticos. Esto lleva a plantearse la pregunta de si están justificados los mínimos históricos a que han caído los índices de volatilidad. Se trata de un entorno que exigirá gestores activos quienes podrán aprovechar las oportunidades ofrecidas tanto por los vaivenes como por las diferencias entre países.
Les aconsejo que aprovechen el segundo tiempo para cuidar de su cartera.
Tribuna de Ann-Katrin Petersen, Vice President Global Economics & Strategy en Allianz Global Investors.