Las elecciones estadounidenses han dado lugar a profundos cambios de tendencia en los mercados financieros. Términos como inflación o «reflación» han ocupado el lugar del temor a la deflación. Las acciones y la deuda corporativa registran comportamientos claramente positivos, mientras que los tipos de interés están subiendo en los países desarrollados.
Los inversores se han posicionado rápidamente para aprovechar estas nuevas tendencias y la apuesta por la «reflación» parece actualmente bastante generalizada.
¿Dónde nos encontramos tras un primer trimestre de buenas rentabilidades en los mercados de activos de riesgo? ¿Todavía hay razones para creer en el cambio de régimen impulsado por EE. UU.? ¿Cómo influye la prima de riesgo político europea en los mercados de la zona euro? ¿Los mercados emergentes pueden representar una buena alternativa a los países desarrollados?
El cambio de régimen en EE. UU. es real… tanto como lo sea el programa de reformas del nuevo presidente estadounidense
Tras la elección de Donald Trump como presidente, los EE. UU. han iniciado un cambio de régimen. La economía se ha recuperado totalmente de la crisis financiera de 2008 y los temores a la deflación han dejado su lugar a los «estímulos». En EE. UU., la expansión cíclica debería prolongarse gracias a la perspectiva de aumento del gasto público. Los estímulos presupuestarios y el éxito de la reforma fiscal estadounidense serán los factores clave que favorecerán a las bolsas. Sin embargo, la incertidumbre en materia de política económica sigue siendo extremadamente elevada y provoca una dispersión más acusada en el comportamiento de la bolsa, así como violentas rotaciones sectoriales.
En la renta fija, este nuevo régimen augura el fin de un ciclo de bonanza en este tipo de activo, la subida de la inflación y el endurecimiento monetario que conduce a una subida de los tipos de interés. Todas las miradas se dirigen hacia la Reserva Federal, cuyas proyecciones apuntan a tres subidas de tipos en 2017 y 2018. Sabemos que los mercados descuentan un ritmo de subidas mucho más lento y que el valor razonable de los bonos del Tesoro de EE. UU. a 10 años se sitúa en torno al 3 %, de ahí que nos parezca pertinente estar infraponderados en duración estadounidense, pese a que la Fed se ha comprometido a endurecer progresivamente las condiciones monetarias. En conjunto, esperamos que los posicionamientos en torno a los estímulos se generalicen entre los inversores en un contexto de ampliación de la recuperación económica.
La evolución de los mercados seguirá dependiendo enormemente de la confianza de los inversores en la capacidad de Donald Trump para desarrollar la política económica que ha prometido.
El descenso del riesgo político europeo, una condición indispensable para la revalorización de las bolsas
El crecimiento de la zona euro sigue acelerándose. La confianza de las empresas y los beneficios han mejorado, mientras que la inflación se ha reactivado. El efecto Draghi, vigente desde 2012, debería desvanecerse si la reducción del programa de relajación monetaria del BCE se produce antes de lo previsto. El riesgo de cola, como una posible victoria de los partidos euroescépticos en Francia y una fragmentación del espectro político en Italia, son fuente de una gran incertidumbre. Estos factores demandan un enfoque táctico y prudente en los mercados de renta fija pública europeos.
La prima de riesgo de la bolsa europea ya ha descontado ampliamente los riesgos políticos existentes. Las elecciones francesas constituirán un hito decisivo. Las acciones de la zona euro presentan valoraciones atractivas en un momento en el que el posicionamiento de los inversores, aunque está aumentando, sigue todavía muy lejos de los máximos anteriores. Cuando se atenúe el riesgo político, esperamos un reposicionamiento de los inversores en las acciones de la zona euro. En el mercado de deuda corporativa, los diferenciales han alcanzado mínimos históricos, lo que justifica algunas recogidas de beneficios.
Sin embargo, la deuda corporativa europea sigue siendo interesante, ya que se beneficia de un marco normativo favorable a los tenedores de bonos, unos balances en proceso de mejora y unas valoraciones relativamente atractivas.
La deuda emergente es atractiva dentro del universo de renta fija
Lejos de las inquietudes de los últimos años, los mercados emergentes se han presentado como un valor sólido en este comienzo de año. Con unos fundamentales sólidos gracias a un crecimiento el doble de fuerte que el de los países desarrollados, su demanda interna se ha reforzado y sus desequilibrios exteriores se han reducido.
El riesgo chino se ha moderado y el crecimiento del PIB sigue estando en consonancia con los objetivos del gobierno, que cada vez tolera más una reducción del crecimiento con el fin de gestionar los riesgos financieros. Por lo tanto, el aterrizaje suave de China no debería convertirse en un riesgo sistémico este año.
Por su parte, Latinoamérica se beneficia de un retorno a la normalidad en lo que respecta a su deuda y sus monedas. La deuda emergente ofrece rendimientos previstos interesantes, aunque es crucial diferenciar dentro de los segmentos del mercado. La vulnerabilidad de la deuda pública emergente a las medidas políticas del presidente Trump no es homogénea, lo que nos lleva a preferir los segmentos de alto rendimiento con un historial específico, como Argentina o Brasil. Además, las monedas de los países emergentes latinoamericanos presentan un potencial alcista importante.
Columna de Candriam escrita por Nicolas Forest, responsable global de Gestión de Renta Fija y Nadège Dufossé, responsable global de Asset Allocation.