Los estados mexicanos han estado mostrando una gran falta de disciplina en el manejo de sus finanzas. No se han preocupado en generar ingresos propios y prefieren vivir de los recursos que les envía la federación. Su principal fuente de ingreso propios son los impuestos prediales y son muy pocos los que han modernizado sus sistemas para actualizar los valores catástrateles e incrementar la recaudación propia.
A pesar de que muchas de las transferencias que les envía la federación van dedicadas a una actividad específica, por ejemplo, educación, salud, seguridad, etc., tienen un gran margen de maniobra para canalizar los recursos a los programas que ellos decidan, aunque ello implique no cumplir con los propósitos para los cuales estaban inicialmente destinados los recursos. A partir de que el gobierno federal descentralizó la salud y la educación, lo que hace es marcar las pautas a seguir y los estados son los responsables en poner en prácticas las acciones, lo cual no siempre se cumple porque desvían los recursos a otras actividades.
Uno de los grandes problemas de las finanzas de los estados es la de falta supervisión adecuada al manejo de los recursos. El Congreso estatal es el encargado de revisar las finanzas públicas de su entidad, pero debido a que en la mayoría de los casos buena cantidad de los miembros del Congreso deben su posición al gobernador, dicha función de supervisión no se cumple. Por otra parte, por motivos legales, la Auditoria Superior de la Federación solamente está autorizada a revisar parcialmente las actividades realizadas con las transferencias provenientes del gobierno federal. Porque si los recursos llegaron directamente a la chequera del estado, entonces se convirtieron en recursos estatales y por lo tanto la Auditoría Superior de la Federación ya no puede revisar que se hizo con dichos recursos.
Adicionalmente, los estados se han estado endeudando a través de comprometer sus ingresos futuros. Van con alguna institución financiera y le piden que les adelante los recursos del IVA o de otros conceptos que van a recibir de la federación y de esa manera pueden gastar de manera inmediata los ingresos que recibirán los siguientes años. Este mecanismo lo que implica es que buena parte de los ingresos futuros ya están comprometidos en pagar esos financiamientos por lo que se reduce la disponibilidad de recursos para las siguientes administraciones.
Los gobiernos de los estados están convencidos de que en caso de que no puedan pagar la deuda que contrajeron el gobierno federal vendrá en su rescate y por lo tanto no les genera gran preocupación que la deuda continúe incrementándose, incluso por arriba de su capacidad de pago.
Se le ha dado poca importancia a la deuda de los estados, pero ya tiene implicaciones macroeconómicas aun cuando ningún estado se ha declarado en falta de pagos. En el momento en que el gobierno estatal sale a pedir prestado, en realidad está reduciendo la oferta de créditos para el sector privado o sea utiliza recursos crediticios que pudieron haber sido canalizados al sector privado.
Columna de Francisco Padilla Catalán