Durante la campaña presidencial, el quinto punto del «Plan de 7 puntos para reconstruir la economía estadounidense» de Donald Trump fue «instruir al secretario del Tesoro para que califique a China como un manipulador de divisas«. Creo que las probabilidades de que Trump dé este paso poco después de asumir el cargo son muy altas. Puede lograrlo fácilmente, sin involucrar al Congreso.
Sin embargo, lo que pocas personas parecen reconocer es que el proceso de designación de un país como ‘manipulador de divisas’ se rige por la ley de Estados Unidos, con los criterios y las consecuencias explicadas claramente en esa ley.
China cumplió con dos de los tres criterios en el informe del Tesoro de abril de 2016 (un gran superávit comercial bilateral con Estados Unidos y un superávit por cuenta corriente superior al 3% del PIB), pero en cuando llegó el informe de 2016, China pasó a cumplir sólo con uno de los tres porque su superávit por cuenta corriente se situó por debajo del 3% del PIB. El Tesoro recalcó que, desde octubre, Japón, Corea del Sur y Alemania cumplían dos de los tres criterios.
El organismo decía en su informe que «la intervención de China en los mercados de divisas ha tratado de evitar una depreciación rápida del renminbi que tendría consecuencias negativas para las economías china y también para la economía global». En otras palabras, China estaba manipulando su moneda en 2016 con unos objetivos en consonancia con los intereses estadounidenses.
El FMI no tiene voz en el proceso de toma de decisiones del Tesoro de Estados Unidos, pero en su revisión anual más reciente de la economía china, también determinó que Pekín no ha estado manipulando su moneda con fines nefastos. «El renminbi sigue cotizando en línea con los fundamentos», informó el FMI, y «China ha avanzado en el último año hacia un sistema de tipos de cambio más flexible y determinado por el mercado».
Esto no quiere decir que una vez que se convierta en presidente, Donald Trump no pueda seguir adelante con su promesa de campaña.
Consecuencias legales
Las consecuencias concretas de que China sea etiquetada como manipulador de moneda son, bueno, ninguna.
En virtud de la ley, el primer paso que debe darse después de descubrir que un país ha manipulado su moneda es que el Secretario del Tesoro «solicite un mayor compromiso bilateral» con ese país, «exprese la preocupación de los Estados Unidos» e intente persuadirlos de que dejen de manipular su moneda.
Lo siguiente es que si después un año el compromiso bilateral no produce resultados, se pueden imponer sanciones específicas contra el país ofensor. La primera pena es prohibir que la Corporación de Inversión Privada en el Extranjero, la institución financiera de desarrollo del gobierno de Estados Unidos apoye la inversión en China.
No estoy seguro de lo que el Congreso tenía en mente cuando escribieron esta parte de la ley, ya que esta sanción parece perjudicar a las compañías estadounidenses en lugar de herir a China. De hecho, en 1989, en respuesta al incidente de la Plaza de Tiananmen, el Congreso prohibió los programas OPIC en China, por lo que el primer castigo para la manipulación de moneda es la prohibición de un programa que ya ha estado prohibido durante más de 25 años.
Las otras consecuencias que se detallan en la ley son aún más débiles, como pedir al FMI que realice una «vigilancia adicional y rigurosa» de la economía china y de su gestión del tipo de cambio.
Las autoridades chinas han leído la ley y son conscientes de que ser calificados como manipuladores de divisa no tendría ningún impacto concreto en ellos. Creo que Pekín responderá encogiéndose de hombros.
Algunos comentaristas han pronosticado una contundente respuesta del jefe del Partido Comunista, Xi Jinping, porque estaría avergonzado. En mi opinión, sin embargo, simplemente señalará a sus ciudadano que la decisión de Trump es de política interna de Estados Unidos, y resaltaría que el FMI acababa de bendecir la divisa china y la gestión del tipo de cambio, convirtiendo al renminbi en la quinta divisa global pare ser incluida en su canasta de Derechos Especiales de Giro (DEG).
Conclusión
No preveo ninguna represalia china de calado, así que esta es una promesa de campaña fácil de cumplir por Trump, pero sin ningún impacto real. Si las historias de que Pekín responderá con una guerra comercial hacen caer las acciones chinas durante un breve período de tiempo, eso puede ser una oportunidad de compra.