En un sorprendente giro de los acontecimientos que recuerdan al Brexit, Donald Trump, candidato republicano, fue elegido como el cuadragésimo quinto presidente de los Estados Unidos ayer por la noche. Además, los republicanos mantuvieron el control sobre ambas cámaras del Congreso.
La inesperada victoria de Trump trae consigo una gran incertidumbre política, dada su falta de especificidad durante la campaña presidencial. A juzgar por el tono de su campaña, uno puede suponer que el comercio exterior va a ser probablemente un foco importante de la nueva administración. Es poco probable que se ratifique el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica en el contexto actual, mientras que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) podría ser renegociado o incluso descartado. Es probable que a corto plazo asistamos a incertidumbre sobre las políticas de inmigración, lo que podría afectar a los mercados de trabajo.
Durante la campaña electoral, el presidente electo Trump prometió reducir los impuestos y revocar los impuestos de Medicare sobre los beneficios de las inversiones. Si se pone en marcha el plan Trump, el impuesto de sociedades se reduciría al 15% desde el 35%, y los beneficios empresariales repatriados se gravarían con una tasa única de 10%. Los economistas, sin embargo, se preguntan si este paquete estimularía un crecimiento económico suficiente para compensar la pérdida de ingresos por las menores tasas impositivas, lo que podría aumentar los déficits fiscales.
Los sectores que podrían verse favorecidos bajo la presidencia de Trump incluyen:
- Combustibles fósiles: Trump habló repetidamente de la independencia energética de Estados Unidos durante la campaña, pidiendo el arrendamiento de tierras federales para exploración de energía, prometiendo derogar algunas regulaciones sobre el carbón y reviviendo el proyecto de tubería Keystone XL.
- Farmacéuticas: El control de los precios será menos preocupantes para la industria de lo que hubieran sido bajo la presidencia de Clinton.
- Finanzas: Trump ha pedido la revocación o la revisión significativa de la ley Dodd-Frank. Las cargas regulatorias podrían ser reducidas en toda la economía si nos basamos en la retórica de su campaña.
El interés de Trump en el comercio durante la campaña y el riesgo de que el Tratado de Libre Comercio de América del Nortepudiera ser revisado presionará a las divisas de dos de los mayores socios comerciales de Estados Unidos: México y Canadá. Además, es probable que las monedas de los mercados emergentes se vean presionadas, ya que cualquier barrera comercial adicional de Estados Unidos probablemente frenará aún más el crecimiento del comercio mundial, lo que podría afectar negativamente tanto a los productores de materias primas como a los de manufacturas.
Si Estados Unidos impone barreras comerciales a las importaciones, los exportadores estadounidenses podrían resultar heridos, pues los socios comerciales podrían tomar represalias contra esto. Con aproximadamente un 40% de las ganancias de las compañías del índice S&P 500 obtenidas fuera de los Estados Unidos, parece haber riesgos significativos para las multinacionales con sede en Estados Unidos.
Una guerra comercial abierta sería perjudicial para el crecimiento y el empleo, y podría tener efectos más allá de las fronteras estadounidenses. Las empresas cuyo negocio es más doméstico por naturaleza puede ir mejor en un contexto de fricción del comercio mundial. Si los mercados financieros tienen una reacción persistentemente negativa hacia la victoria de Trump en el período previo a la reunión del FOMC de diciembre, las probabilidades de una subida de los tipos de interés podrían reducirse.
Una agenda de primera línea
Teniendo en cuenta la influencia política y las corrientes de las últimas décadas, es razonable esperar que los republicanos intenten aprobar los mayores cambios políticos en los primeros dos años de una presidencia de Trump, tal y como lo hicieron los demócratas en los dos primeros años del gobierno de Obama. En 2009-2010, los demócratas controlaron la Casa Blanca y ambas cámaras del Congreso y aprobaron un gran paquete de estímulo económico y el Obamacare.
A menudo, cuando una de las partes controla tanto el Congreso como la Casa Blanca, los votantes perciben la influencia política y buscan el equilibrio en las elecciones de mitad de mandato. En 1994, los demócratas de la administración de Bill Clinton perdieron la Cámara y el Senado y nunca recuperaron el control del Congreso durante el resto de sus dos mandatos. Perder el control de una o ambas cámara a medio plazo limitaría la capacidad de Trump de lograr sacar adelante su agenda, lo que implica que los cambios de política podrían ser más graduales durante el resto de su mandato.
Erik Weisman es economista jefe de MFS.