A menudo pienso que el gasto del consumidor y la producción industrial son el yin y el yang de la economía de Estados Unidos. En los años posteriores a la crisis financiera, se sorprende la yuxtaposición de la resistencia del consumidor en comparación con la debilidad del lado industrial y de fabricación de la economía.
Sin embargo, ahora hay señales de problemas de que el consumidor está bajo presión.
«Está ocurriendo algo malo que no podemos explicar». Esta cita sobre el consumidor estadounidense nos la dijo la administración de un minorista de artículos del hogar. ¿Dramático? Sí, pero no atípico de lo que escuchamos de otras empresas de consumidor. Por ejemplo, el CEO de Starbucks, Howard Schultz, dijo que la empresa nunca ha visto en un trimestre una convergencia de la agitación social y política en el país, que debilitara la confianza del consumidor y aumentara la incertidumbre a nivel global.
Si profundizamos un poco en los números, los datos recientes no hablan tampoco de una historia optimista. Por ejemplo, la mitad de los minoristas informó un crecimiento negativo en las ventas año tras año en la misma tienda durante el segundo trimestre de 2016.
Por supuesto, el minorista tradicional se enfrenta a desafíos estructurales del comercio electrónico y el continuo aumento de Amazon. Pero algo más ocurre aquí.
¿Un consumidor decaído significa que el mercado de acciones no puede seguir subiendo? Por supuesto que no. De hecho, hay algunos motivos para esperar que el sector industrial y una recuperación en el gasto de capital (CapEx) podrían hacer repuntar el déficit del consumidor estadounidense.
Se menciona ampliamente que los gastos del consumidor representan alrededor de dos tercios de la economía de EE. UU. Sin embargo, el gasto del consumidor ha contribuido únicamente en un 20% de la variación en el crecimiento del PBI en los últimos cinco años.
Mientras tanto, la inversión privada, que representa menos del 20% de la producción, contribuyó en un 52% de la variación en el crecimiento.
Sí, el gasto del consumidor es una parte enorme de la economía, pero posiblemente no sea el lugar correcto en el cual concentrarnos en este momento. El capital productivo o el gasto de la planta y el equipo, pueden ser una parte pequeña de la economía, pero son mucho más volátiles que el gasto del consumidor.
Intuitivamente, esto tiene sentido. Por poner un ejemplo, los consumidores del supermercado podrían gastar un poco más en artículos de mayor valor si se sintieran confiados. Pero no duplicarán su consumo de alimentos.
El gasto de capital es diferente. Las empresas pueden cambiar rápidamente de manera razonable su gasto de capital si cambiar su perspectiva. Dado que el gasto comercial es más volátil, una mejora puede cambiar de manera significativa la trayectoria de la economía.
En otras palabras, la acción real para la economía está en el gasto de capital, y se está dejando de lado durante la débil recuperación. Existen muchas razones para esto.
Primero, al inicio de la crisis financiera, los inversores han recompensado a las empresas que generaron un libre flujo de efectivo, dividendos y recompra. Los inversores querían producción y no les entusiasmaba que las empresas hicieran costosas inversiones a largo plazo. También hemos visto más industrias con una cantidad relativamente menor de grandes empresa que han mantenido el suministro y la capacidad limitados, evitando así disputas en la participación de mercado.
Por último, en muchas industrias, la regulación se ha tornado un factor mucho más significativo en los últimos años. Eso ha forzado a que las empresas a desviar recursos internamente y aumentó la incertidumbre sobre la perspectiva a largo plazo de sus negocios.
En general, ha sido un esfuerzo duro para el sector de fabricación. El aumento del dólar estadounidense lastimó las exportaciones, la caída de los precios del petróleo golpeó a las empresas de energía y las ventas de autos dieron marcha atrás, a pesar de los niveles del registro del 2015. El índice de gerentes de compras (PMI) del Instituto de la Administración de suministro (ISM) ha estado rondando los 50, lo que indica un crecimiento más bien plano.
En general, las empresas han recortado sus gastos y no invirtieron en la planta y en los equipos. Si miramos los datos macro como el ISM y el envío, las cosas son laxas.
Pero podría haber motivos para tener esperanza. La elección de noviembre proporcionará claridad y políticas potenciales que respaldan el crecimiento en la economía industrial. Estas políticas pueden incluir la repatriación de una parte signi cativa de los 2.000 millones de dólares en efectivo en el extranjero, reducciones de la tasa impositiva de las corporaciones federales de EE. UU. del 35%, gasto de infraestructura y regulación reducida.
El escenario del mejor caso sería un círculo virtuoso del aumento del gasto de capital, que impulsaría la productividad y llevarían a un crecimiento económico más fuerte.
En resumen: Es más necesario un repunte en la inversión del capital productivo que un gasto del consumidor impulsado por la deuda.
Edward J. Perkin es director de Inversión de Capital Eaton Vance Management.