Con frecuencia se dice que la definición de locura es hacer lo mismo una y otra vez, esperando un resultado diferente. Esto parece ser una lección que los bancos centrales no han podido entender.
Durante el auge de la crisis financiera de 2008, las autoridades monetarias globales han recurrido a todos los frenos para evitar un desastre, incluyendo tasas más bajas /tasas cero / tasas negativas, proyecciones positivas, la operación Twist, la flexibilización cuantitativa, financiamiento para planes de préstamos, y ahora la posibilidad del «dinero helicóptero.»
Con seguridad, los bancos centrales merecen un aplauso por su creatividad y uso flexible de los instrumentos de política monetaria cuando la economía mundial se fue en picada. Aunque es imposible demostrarlo, sin duda podría haber sido peor de no haber actuado de manera decisiva. Ya sea mediante el enfoque del Banco de Japón, las iniciativas de Mario Draghi, o la política de «boca abierta» de la Reserva Federal, dichas acciones extraordinarias enviaron una sólida señal. Un mensaje lo suficientemente poderoso como para cambiar el sentimiento en momentos en que se necesitaba con urgencia.
¿Qué sigue a lo «extraordinario»?
Hoy, sin embargo, ese mismo mensaje puede estar haciendo más daño que bien. Aunque debajo de lo esperado, la recuperación/expansión global atraviesa por su 8o año. En este contexto, la política monetaria extraordinaria parece no conectar con un mundo que ahora crece lentamente y no está en crisis. Los consumidores y las empresas no entienden de los matices técnicos de las tasas negativas o el dinero helicóptero, pero reconocen que las políticas extremas sólo se justifican ante una perspectiva extremadamente grave. Esta desconexión no lleva a los consumidores a los centros comerciales ni anima a los CEO’s a invertir en proyectos de capital. Después de ocho años, las políticas que una vez aumentaron la confianza ahora la desaniman, diluyendo o posiblemente descompensando los mismos beneficios que las tasas bajas ofrecían originalmente.
Los efectos secundarios
Si la política extraordinaria está socavando la confianza, ¿es hora de un cambio? La normalización de la política monetaria, obviamente, conlleva sus propios riesgos: aumentar las tasas de interés o relajar la compra de activos podría desacelerar aún más la economía global e incluso causar una próxima recesión. Aunque reconocemos este riesgo, creemos que los bancos centrales han llegado a un punto de inflexión en el que los efectos secundarios negativos de la política extraordinaria ahora parecen ser mayores que sus beneficios. Estos efectos secundarios incluyen:
1. Mayor probabilidad de burbujas de activos
2. Aumento de pasivos y presiones en el balance de los bancos, compañías de seguros, y fondos de pensión
3. Mayor tendencia de los individuos a ahorrar más para compensar la disminución del retorno
4. Menos ingresos por intereses para el gasto de la generación baby boom
5. Pérdida de competitividad y eficiencia ya que las tasas anormalmente bajas permiten que empresas «zombi» se mantengan operando indefinidamente.
6. Una excusa conveniente para los reguladores de eludir sus responsabilidades para implementar las reformas estructurales y proporcionar estímulos fiscales.
Aclaro, no pedimos condiciones monetarias más estrictas o agresivas, sólo un distanciamiento de las políticas ultra acomodaticias que han hecho poco para impulsar el crecimiento en los últimos años. Cabe destacar que no todos los bancos centrales se enfrentan a las mismas ventajas y desventajas. Varios países y regiones se encuentran en diferentes puntos del ciclo, por lo que cada uno tendrá que decidir cómo ponderar la reacción en cadena. En EE.UU., sin embargo, un crecimiento levemente más fuerte y la inflación permiten a la Fed un mayor margen de acción que muchos otros bancos centrales. Si bien el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) probablemente no aumente las tasas esta semana, la reunión es una oportunidad importante para transmitir una estrategia de salida que inspire más confianza.
Columna de Natixis escrita por David Lafferty, CFA