Seguimos viviendo en un mundo con extraordinarias políticas monetarias en el que ya no sorprende a los inversores la actitud expansionista de los bancos centrales y, de hecho, se la esperan. Así, el rally de la renta variable continuó en el mercado en agosto, animado en el Reino Unido por el anuncio ampliamente esperado del Banco de Inglaterra (BoE) por el que la entidad recortará los tipos oficiales hasta el 0,25%, la cota más baja en sus 322 años de historia, y ampliará el programa de expansión cuantitativa. Esto ha derivado en un paquete de medidas complementarias con repercusiones para la economía británica.
Los rendimientos de los bonos se han desplomado, impulsados por las políticas monetarias acomodaticias en Europa y Japón, lo que, a su vez, está respaldando los activos que ofrecen rendimientos, ya sean las acciones o el crédito, y la expansión cuantitativa del BoE está propiciando otra fuerte revalorización de la deuda pública de los países centrales.
Los recientes datos que muestran la reanudación de una sólida creación de puestos de trabajo han sustentado las perspectivas para la economía de Estados Unidos y seguimos vaticinando una subida de tipos este año y dos en 2017.
A escala mundial, las divergentes políticas monetarias van a ejercer una gran influencia en las clases de activos, y los inversores tendrán menos lugares a los que acudir en su búsqueda de activos generadores de rendimiento. En mi opinión, este seguirá siendo un tema preponderante en la economía mundial en los próximos meses y quizá en años.
Commodities
Excepto el oro, las commodities destacan como una clase de activos en la que aún podríamos asistir a un repunte. Consideramos que las commodities son un buen elemento diversificador de cartera, y somos conscientes de su potencial de recuperación, de ahí que hayamos aumentado nuestra asignación a esta clase de activos. En términos generales, las commodities se revalorizaron desde 2000 hasta 2008, gracias a la gran industrialización y urbanización de China, si bien a medida que el ritmo de esta coyuntura decrecía, estas se adentraron en una fase bajista y ahora casi todas las commodities cotizan por debajo de su nivel medio de cotización de los últimos 15 años, con la excepción del oro, el café y el algodón. La energía en particular está cotizando muy por debajo de su media.
Existen razones de peso para creer en unas perspectivas más favorables. Los principales factores clave de un mercado de commodities alcista son la caída de la producción ligada a una mayor demanda. Se lleva registrando desde 2012 un giro importante en el gasto de capital entre las compañías mineras, una cifra que ha descendido cerca del 90% en cuatro años. La oferta tenía que caer ante tal caída en la demanda, pero esto ha llevado algún tiempo.
Perspectivas para el petróleo
El exceso en la oferta de petróleo se está reduciendo, en parte debido a la guerra de precios que ha supuesto el cierre de muchos yacimientos poco rentables, y se espera que la producción interna en EE.UU. se desplome este año. Eso deja un panorama en el que menos productores de petróleo abrirán el grifo.
Para situar la dinámica actual del mercado de petróleo en contexto, cabe decir que durante el mercado alcista de los ochenta se producía un excedente de 15 millones de barriles al día y solo se consumían 60 millones de barriles diarios en todo el planeta. Hoy en día, a escala global, consumimos 95 millones de barriles al día y hay un excedente que ronda tan solo el millón de barriles diarios. Por ende, bajo nuestro punto de vista, debería tener lugar un colapso imprevisto en la demanda para volver a los 30 dólares por barril en un momento en el que la demanda de petróleo sigue estando al alza a medida que los consumidores reaccionan al abaratamiento del oro negro. Los mercados emergentes son factores clave de esta demanda.
En nuestra opinión, estamos ahora en un punto en el que la dinámica oferta/demanda se está reajustando en todos los sectores de commodities, incluidos los mercados de metales básicos.
Buena evolución del oro este año
La demanda de oro se está disparando, procedente sobre todo de los inversores a través de fondos cotizados (ETF). La demanda total de la primera mitad del año alcanzó un nuevo máximo, lo que eclipsó la anterior cifra récord establecida en 2009.
No cabe duda de que siete años antes nos hallábamos en medio de la crisis financiera mundial y hoy en día existen paralelismos. Como en aquel entonces, los inversores ven a todas luces el oro como un refugio seguro en un entorno de menguantes rendimientos de los bonos y volatilidad en los activos de riesgo.
La demanda de inversión se traduce en la apreciación del oro y la dinámica de «tipos más bajos durante más tiempo» que percibimos en un futuro próximo seguirá preocupando a los inversores. Este mundo de extraordinarias políticas monetarias y tipos de interés negativos es un territorio inexplorado para muchos inversores, de ahí que no concibamos una caída de la demanda, sino un incremento de esta como parte del repunte de amplia base de las commodities.
Con este fin, estamos ampliando nuestra exposición a commodities y revelamos una actitud más positiva sobre los metales preciosos y los metales industriales de menor entidad como el plomo, el zinc, el níquel y el petróleo.
Mark Burgess es director de Inversiones para EMEA y director global de renta variable de Columbia Threadneedle Investments.