¿Salir de la UE o no salir? Apostamos a que esta duda shakespeariana va a seguir generando turbulencias y fisuras durante los próximos meses en un Reino que hasta ahora estaba Unido.
¿Es realmente tan terrible para los mercados la amenaza de que Reino Unido salga de la Unión Europea? En primer lugar, en este debate de naturaleza tan emotiva conviene ser sensato. A lo largo de los años, se han tejido infinidad de vínculos entre Gran Bretaña y la Unión Europea, de ahí que el desmantelamiento completo de estas relaciones sea extremadamente complejo y altamente improbable. Inglaterra es una economía de servicios —principalmente financieros—, cuyo futuro es especialmente vulnerable a cualquier cambio en la legislación europea que sea desfavorable para sus intereses.
Sin que sirva de precedente, la incertidumbre que se ha creado debería ser beneficiosa. En Europa, la crisis política y económica en la que está sumiéndose Gran Bretaña tiene un efecto disuasorio de los movimientos soberanistas que prosperaban últimamente, sobre todo en los países del sur.
Además, durante los últimos días, los diferenciales de la deuda pública española e italiana se han acercado a sus mínimos históricos frente al bono alemán. Parece que la Europa política saldrá reforzada de este trance. La primera prueba que deberá superar esta Europa reforzada será la actitud que muestre Bruselas ante la aplicación de un plan de rescate de los bancos italianos, cuya precaria situación está minando la actividad económica transalpina.
Más allá de nuestras fronteras, el debilitamiento de la construcción europea podría lastrar una actividad mundial de por sí poco vigorosa, de ahí que la Fed y el Banco de Japón estén multiplicando sus declaraciones tranquilizadoras y dejando clara su determinación para mitigar el efecto de la amenaza de una salida de Reino Unido de la UE.
Estos mensajes tranquilizadores concertados han tirado a la baja los tipos nominales de los bonos, pero, y he aquí la novedad, también en términos reales se está incentivando más el consumo o la inversión. A esto se suma otro efecto beneficioso que dista mucho de ser secundario: la caída de los tipos de los bonos en todo el mundo reduce el riesgo de un drástico desplome del yuan, que ya ha sufrido una depreciación gradual de más del 9 % frente a las monedas de sus socios comerciales desde el pasado mes de noviembre.
¿Viviremos por fin un verano apacible en los mercados? A la vista de la experiencia de años anteriores y las incertidumbres que siguen estando presentes, no me atrevería a aventurar esta posibilidad. No obstante, los temores infundados en torno a la salida de Reino Unido deberían contribuir a ello.
Deseándoles unas excelentes vacaciones, reciban mis más cordiales saludos.
Edouard Carmignac es fundador, CIO y presidente de Carmignac Gestion.