A pesar de que ya han pasado más de 60 años desde que Markowitz mostrara los beneficios de la diversificación, todavía es sorprendente observar que muchos inversores permanecen anclados en carteras que o bien están invertidas en un puñado de acciones o bien están invertidos en fondos de inversión con un sesgo local importante. Por tanto, sigue siendo relevante recordar a los inversores este vital asunto. Este artículo quiere retomar esta discusión y actualizarla a la luz de acontecimientos recientes despejando ciertos mitos asociados a la diversificación.
Lo primero que queremos recordar es que para que una cartera esté debidamente diversificada tenemos que atender a tres principios: diversificar por clase de activo, diversificar por geografía y diversificar en el tiempo. Si falta cualquiera de estos tres aspectos, nuestro proceso inversor no estará totalmente diversificado.
Diversificar por clase de activo
Una clase de activo es un conjunto de inversiones que se comporta de forma similar ante movimiento de mercado y que cumple las siguientes características: tiene un proceso de generación de flujos de caja reconocible y diferenciado de otras clases de activo y tiene suficiente profundidad de inversión. Por ejemplo, las acciones pagan dividendos y existen mercados organizados que permiten comprar o vender un volumen elevado de acciones con sencillez. Una cartera que esté debidamente diversificada tiene que estar invertida en diferentes clases de activo y por supuesto en muchos activos pertenecientes a una clase.
Mito 1: Diversificar es caro. Hasta no hace mucho, la única opción que tenían los inversores para invertir en una clase de activo eran los fondos de inversión de gestión activa. De hecho, uno de los principales puntos de venta de esta industria ha sido precisamente la venta de la diversificación. El problema es que diversificar de esta manera ha sido caro: eliminabas riesgo pero reducías drásticamente la rentabilidad esperada por las elevadas comisiones de gestión, depositaría, corretaje, etc. y por esta razón muchos inversores decidían no diversificar y comprar un puñado de acciones para su cartera.
Por suerte, desde hace unos años han proliferado los fondos de gestión indexada que permiten invertir en una clase de activo de forma barata, dando acceso a la diversificación a un precio razonable. El efecto es que los fondos de gestión indexada baten sistemáticamente a sus contrapartes de gestión activa. Hay infinidad de estudios que recogen este hecho pero una cita reciente es el Barómetro Activo/Pasivo de Morningstar.
Diversificar por geografía
Por otro lado, es importante no invertir en una zona geográfica concreta sino intentar dispersar por el mundo lo máximo posible tu cartera. De esta forma si se da un evento negativo en una zona geográfica concreta (recesión, inestabilidad política) no se verá afectada la totalidad de la cartera sino sólo una parte. A pesar de que esto es algo obvio, el comportamiento de los inversores es tozudo y ha dado lugar a una paradoja con nombre: “el sesgo local” (“home bias”). A nivel académico se ha intentado explicar ese sesgo teniendo en cuenta factores como la fiscalidad o el hábito, pero el sesgo es tan elevado que sigue sin poder darse una razón clara al mismo.
Por ejemplo, el peso de las acciones de EE.UU. en la capitalización global es de un 51%, pero los inversores norteamericanos invierten un 73% en sus propias acciones (cuando si invirtieran de forma realmente global el peso debería ser un 51%). En Europa el sesgo es mayor y en Japón es especialmente relevante: las acciones japonesas pesan un 8% pero los japoneses asignan un peso a Japón del 68% a sus carteras.
Mito 2: Últimamente la diversificación aporta menos. Es cierto que el efecto beneficioso de la diversificación por geografía se va reduciendo en los últimos tiempos ya que las correlaciones, a raíz de la globalización y la integración de los mercados de capitales, han aumentado de forma generalizada. No obstante, de acuerdo con un estudio del catedrático de Harvard, Luis M. Viceira, para un inversor a largo plazo, se demuestra que el efecto sigue siendo importante, porque a pesar de que las fobias y filias inversoras de corto plazo sí se han generalizado, las correlaciones de largo plazo generadas por noticias fundamentales de los activos no han aumentado significativamente.
¿Cuál es el efecto de esta realidad? Recientemente tenemos un ejemplo claro: el impacto del Brexit en diferentes clases de activo (ver gráfico adjunto).
En el día en el que se anunció el resultado del referendo de los ciudadanos británicos a favor de abandonar la Unión Europea, ese día el Ibex sufrió una caída superior al 12%, el MSCI Europe en euros cayó un 6,82%, mientras que el S&P500 en euros y las acciones de países emergentes (MSCI EM en Euros) vieron pérdidas de un 1,5% aproximadamente, una caída significativamente menor que está dentro de los movimientos habituales de la renta variable. Por tanto, un inversor europeo o español con un “sesgo local” importante, sufrió caídas importantes mientras que un inversor global capeó mucho mejor el temporal.
Si, además, se añade la diversificación por clase de activo y se incorporan fondos de renta fija que sigan a índices, como bonos ligados a la inflación, bonos corporativos, o bonos gubernamentales, el resultado sería que lo capearían aún mejor. En Indexa Capital tenemos todo esto en cuenta a la hora de construir las carteras de los clientes. El resultado es que, a raíz del voto a favor del Brexit, un cliente muy conservador (por ejemplo, nuestra nuestra cartera modelo 1) ha obtenido una pequeña pérdida de capital del 0,14%, un cliente moderado (nuestra cartera modelo 5) habría perdido un 1,36% y un cliente arriesgado (nuestra cartera modelo 10) habría perdido un 2,47%. A pesar de que estamos hablando de rentabilidades negativas, y esto nunca son buenas noticias, se puede observar perfectamente el poderoso efecto de la diversificación. Se han limitado muchísimo las pérdidas en comparación con una inversión en el Banco Santander (-19,9%), en el Ibex (-12,35%) o en acciones europeas (-6,82%).
Diversificar en el tiempo
El tiempo es un aspecto más de la diversificación y este es especialmente importante: hay que empezar a invertir pronto y hay que hacerlo de forma continuada. Desde Indexa además añadimos que hay que hacerlo de forma barata.
De esta forma nos beneficiaremos por un lado del poderoso efecto del interés compuesto (probad a componer anualmente una rentabilidad del 5% durante 30 años) y por otro evitaremos el “sesgo de comportamiento” (“behaviour gap”) que hace que invirtamos y desinvirtamos en el peor de los momentos y que está documentado que resta entre un 1% y un 1,5% de rentabilidad al año a los inversores.
Y es que el “sesgo de comportamiento”es un sesgo muy humano: tendemos a premiar al que lo ha hecho bien y a penalizar al que lo ha hecho mal, mientras que el mundo de la inversión funciona completamente al revés: las inversiones diversificadas tienen a moverse en ciclos y presentan un efecto de reversión a la media que hace que invertir cuando han caído o desinvertir cuando han subido aporte rentabilidad a largo plazo. David Swensen, CIO de la Universidad de Yale, ha encontrado que reajustar de esta forma las carteras aporta de media un 0,4% de rentabilidad adicional año. En Indexa, utilizamos este principio en los reajustes automatizados de nuestras carteras.
Conclusión
El único almuerzo gratuito es la diversificación (“Diversification is the only “free lunch” in investing“), como bien dijo en 1952 el premio nobel Harry Markowitz y el desafortunado evento del Brexit nos lo ha vuelto a recordar. La proliferación de los fondos indexados facilita la diversificación inteligente: por clase de activo, por geografía, en el tiempo y lo más importante, de forma barata.
Actualmente, la inversión en fondos indexados en España por parte de inversor final es prácticamente testimonial, pero esperamos ver un crecimiento importante que redundará en un mayor rendimiento y una mayor diversificación para el inversor español.
Columna de Unai Ansejo, CEO y fundador de Indexa Capital.