En el primer semestre del año, los datos macroeconómicos de China respaldaron nuestra opinión de que el país se encuentra en medio de una transición exitosa que se desarrolla a alta velocidad y que supone el paso de una economía fuerte basada en la actividad industrial a una economía de consumo y basada en el sector servicios, lo que, aunque está en fase de desaceleración, seguirá siendo el motor más importante del crecimiento mundial. Creemos que los desafíos de continuar esta transición se traducirá en tasas de crecimiento más lento y un gradual aumento de la volatilidad, pero el riesgo de un aterrizaje forzoso siguen siendo muy bajo.
Los ganadores y perdedores en la transición
Para entender la trayectoria de la economía china, es importante reconocer que esta transición económica está creando ganadores y perdedores. El sector terciario, de servicios y de consumo, por ejemplo, sigue siendo robusto y ahora es la mayor parte de la economía. Esto mitiga la debilidad del sector secundario de la economía, la industria, que está disminuyendo como proporción del PIB.
Es casi seguro que el año 2016 será el quinto año consecutivo en el que el sector terciario de la economía china será más grande que el sector secundario, y en el que tanto el sector servicios como de consumo suponen una parte cada vez mayor del crecimiento económico. En la primera mitad de este año, el consumo final contribuyó con alrededor del 73% del crecimiento del PIB de China, frente a una cuota de aproximadamente el 60% frente al mismo periodo del año anterior.
El consumo chino registra buenas cifras
El factor más importante en esta transición en curso es el consumidor chino, y desde Matthews Asia mantenemos una estrecha vigilancia sobre su salud. En la primera mitad de este año, sus signos vitales eran excelentes, pero somos conscientes de que a medida que madura, se desacelerará ligeramente.
China sigue siendo, en mi opinión, la mejor historia de consumo del mundo. Las ventas al por menor ajustadas a la inflación han crecido un 9,7% interanual en el primer semestre de 2016, en comparación con un ritmo del 1,6% en Estados Unidos hasta junio. Sin embargo, estas cifras reflejan una desaceleración modesta, pues hace un año era del 10,5%. Esto se debe a que el crecimiento de los ingresos, aunque sigue siendo bastante rápido, se está moderando.
Sin embargo, una de mis principales preocupaciones es la debilidad de las inversiones privadas.
Lo que también nos dicen los datos chinos del primer semestre es que la economía del gigante asiático se está estabilizando a un ritmo saludable, gracias al fuerte gasto de los consumidores y un mercado inmobiliario boyante. Mi mayor preocupación es el anémico gasto en inversión de empresas privadas: son relativamente rentables pero es evidente que todavía no están preparadas para ampliar la capacidad o invertir en una mayor automatización.
En 14 de los últimos 16 meses, la inversión en activos fijos de las empresas privadas -que representan alrededor de dos tercios de todos los activos fijos de inversión- aumentó más lentamente que la inversión de las empresas estatales. Esa tendencia, impulsada tanto por el fuerte gasto público en infraestructura pública, que se canaliza principalmente a través de las empresas estatales, como por las preocupaciones sobre el exceso de capacidad industrial, revirtió una tendencia anterior: antes de marzo de 2015, las inversiones de empresas privadas aumentaron más rápidamente que la de las empresas estatales en 59 de los 60 meses anteriores.
A medida que el mercado inmobiliario sigue enfriándose y vuelve a un ritmo más sostenible, serña importante ver un repunte en el gasto de capital del sector privado para prevenir que la desaceleración de los datos macro sea demasiado brusca. En general, es probable que la economía china continúe en el mismo camino que los últimos 10 años: ralentizándose poco a poco año tras año con una mayor volatilidad, pero no hay señales de que haya un aterrizaje forzoso en el horizonte.
El año pasado, China representó el 35% del crecimiento económico mundial, y si el Brexit provoca un crecimiento más lento en Reino Unido y ansiedad en los países desarrollados y emergente de Europa, la participación de China en el crecimiento global podría aumentar todavía más. China y el resto de la región de Asia en la que invierte Matthews Asia representaron alrededor del 60% del crecimiento global el año pasado y es probable que empiece a considerarse un refugio seguro para los inversores, especialmente frente a los mercados emergentes de Europa.
Andy Rothman es estratega de inversión y autor del blog Sinology que publica Matthews Asia.