¿No están aburridos ya de hacer quinielas con los cambios en la regulación de las sicavs? Nosotros desde luego sí, porque se juegan partidos amañados. Año tras año vivimos un globo sonda antes del verano y otro después, con la amenaza velada de que «algo pasará», aunque no se sepa bien qué.
La realidad es que respecto a las sicavs hay poco margen de maniobra, en nuestra opinión. El vehículo fue creado por el Partido Socialista en 1985 y mantenido por todos los gobiernos desde entonces, concebido como un vehículo de inversión colectiva con la tributación ventajosa que ello supone para sus accionistas. Es cierto que el Partido Popular propuso incrementar su tributación al 35%, propuesta que fue vetada y acabó sin llevarse a cabo.
Sin embargo, en un momento dado era ya vox populi que se estaba desvirtuando esa condición de colectividad, y en 2004 Hacienda decidió tomar cartas en el asunto con resultados por todos conocidos: se levantaron cientos de actas y se generó la sensación de que se tiraba de la manta. Poco duró esta situación, ya que el Tribunal Económico Administrativo Central dictaminó que el único organismo competente para supervisar las sicavs era la Comisión Nacional del Mercado de Valores, en exclusiva. El resultado fue una condonación de todas las actas y de sus sanciones en 2006, zanjando el asunto desde entonces.
Pero vivimos tiempos nuevos. Aunque la CNMV no ha expedientado a ninguna sicav por incumplir sus requisitos de constitución y mantenimiento, lo cierto es que se respira un clima de revanchismo ante todas las figuras de autoridad, y muchas ganas de encontrar entre «los ricos» a cabezas de turco a los que culpar de la crisis. Y qué mejor que las sicavs, a las que se les ha colgado el sambenito de vehículo para la evasión de impuestos, prácticamente.
Es inútil acudir a la legislación fiscal y constatar no sólo que tienen exactamente la misma fiscalidad que los fondos de inversión (en ocasiones peor, si no se pueden acoger al régimen de traspasos), sino que además cualquiera puede invertir en una de las sicav que aparecen en la prensa amarilla financiera, y hacerlo desde importes realmente pequeños (de menú del día, vaya). Pero todo esto da igual. «Algo pasará».
Pues bien, ¿qué será ese algo? Hay pocas posibilidades. O bien se trata de un cambio en el tipo de tributación, o bien se trata de un cambio en los requisitos de constitución o mantenimiento. Nadie irá a la cárcel, por decirlo claro, aunque determinadas entidades estén usando el marketing del miedo con sus clientes para tratar de recoger redes, a río revuelto. Será un cambio más, al que nos adaptaremos. Veamos.
Si cambian la tributación, pero sigue siendo razonable (por debajo del IS), el impacto será moderado: estaríamos yendo en contra de los usos europeos y determinados vehículos preferirían estar domiciliados en otros países miembros, lógicamente. Si por alguna razón la tributación se equiparara o incluso se convirtieran en un vehículo transparente las consecuencias serían catastróficas para el sector: habría transformaciones en SA o SL, liquidaciones y fusiones con fondos dentro y fuera de España. El MAB perdería su principal fuente de financiación, y se mandaría una terrible señal de ignorancia a los mercados internacionales.
Si cambian los requisitos hay dos posibilidades: la racional, casi imposible, sería que redujeran el número de accionistas necesarios para su constitución. La electoral, más probable, intentará poner un máximo a la participación de un solo titular y devolver su supervisión a Hacienda. En cualquier caso, hablamos de cambios que serán largos, descafeinados y lentos en su aplicación, y que ya se llevan anunciando desde la campaña de 2015, cuando creíamos que íbamos a tener gobierno a la primera.
¿Tendremos gobierno a la segunda? Esa es otra cuestión. Rajoy ha recibido un espaldarazo del electorado pero no la mayoría, los números no salen y la voluntad de los líderes frente a un posible acuerdo parece que no ha cambiado, y aun así hay una percepción de que no habrá unos terceros comicios. ¿Se votará el PSOE a sí mismo? Esa es mi apuesta. ¿Y las sicavs? ¿Quién se acuerda de ellas? Ni aparecieron en la segunda campaña ni creo que vuelvan a aparecer ya, porque desgraciadamente han sido sólo otro instrumento para captar votos.
Columna de opinión de Alejandro Martínez Fuster, socio director de Inversiones de la EAFI EFE&ENE.