Finalmente, los británicos optaron por poner fin a casi 40 años de participación en la construcción europea. Obviamente, a los mercados les ha sentado mal: no deja de ser una fuente de incertidumbre que se acaba de materializar. Los índices de renta variable europea abrieron la sesión el viernes con pérdidas del orden del -11%. Aunque es probable que la volatilidad persista en los mercados durante los próximos días, tampoco es imposible que hayan tocado fondo hoy.
La divisa británica está sometida a presión, y ha llegado a caer un 8,5% frente al dólar (un 5% frente al euro). No es ninguna sorpresa que las obligaciones soberanas de los países del corazón de Europa se revaloricen con fuerza. El tipo de las obligaciones alemanas ha pasado del 0,09% al -0,15%. Las primas de riesgo de los países periféricos se amplían. Pero más allá de esta reacción visceral, ¿qué efecto a largo plazo tendrá el resultado? Aunque se tardará un tiempo en sacar todas las consecuencias tanto económicas como políticas de este referéndum histórico, en esta nota adelantamos nuestras primeras reflexiones “en caliente”.
¿Qué pasará durante las próximas semanas?
A corto plazo, no cambia nada. David Cameron ha declarado que seguirá en su cargo de primer ministro hasta octubre, cuando el partido conservador designe a un nuevo primer ministro. Obviamente, Boris Johnson se perfila como favorito. Será el nuevo primer ministro quien tendrá que decidir activar el artículo 50 del tratado de la Unión Europea.
¿Cuándo se invocará el artículo 50 del tratado de la UE?
Los partidarios del Brexit han adelantado la posibilidad de mantener negociaciones preliminares. Está claro que el artículo 50 es la única vía para negociar una salida. Las autoridades europeas han advertido que el voto a favor de la salida exigiría recurrir rápidamente al artículo 50 para iniciar las negociaciones. Según los expertos constitucionales, no existe otra vía para poner en marcha el procedimiento.
¿Qué harán los bancos centrales ?
A corto plazo, garantizarán una liquidez abundante a los mercados financieros, para amortiguar el golpe. El Banco de Japón y el Banco de Inglaterra ya se han manifestado en ese sentido. A medio plazo, los bancos centrales probablemente se tomen un tiempo para observar el impacto en la economía real. En cuanto a la Reserva Federal americana, la probabilidad de que decida una subida de tipos en sus próximas reuniones ha disminuido claramente. En cambio, aumenta la probabilidad de que el BCE y el Banco de Japón tomen nuevas medidas. La previsión es especialmente válida en el caso de este último, pues es muy probable que el yen se revalorice bastante, igual que otras divisas refugio, como el franco suizo. Es muy posible que el BNS también tome medidas.
La incertidumbre y la divisa lastrarán a la economía real
El Brexit no trae cambios concretos inmediatos. El acontecimiento lastrará la economía real principalmente por las vías de la incertidumbre y la divisa. En el Reino Unido, es muy probable que caiga la inversión, y que el encarecimiento de las importaciones frene el consumo. Por otra parte, la situación política seguirá siendo complicada, sobre todo con el riesgo de un nuevo referéndum sobre la independencia de Escocia. Habida cuenta del peso de las exportaciones al Reino Unido en el PIB de la zona euro (3%), los efectos directos sobre la economía de la zona euro serán relativamente reducidos (probablemente en torno al 0,3 o al 0,4% del PIB), pero cabe preguntarse por los efectos indirectos.
El contagio político, lo más temible
La decisión británica podría llevar agua al molino de los partidos euroescépticos en toda Europa. Entra dentro de lo posible que algunos países, como Dinamarca, Finlandia o Países Bajos, se planteen la misma pregunta durante los próximos años. El contagio político sin duda tardaría un tiempo en concretarse, y es probable que esta temática, aunque nunca se llegue a descartar totalmente, pierda protagonismo de aquí a unas semanas. No obstante, esta consulta también puede ser un electrochoque para los dirigentes europeos, y llevarlos a reactivar el proyecto europeo.
El desplome visto estos días obedece a una reacción visceral de los inversores, tanto más violenta en la medida en que estos últimos días, se había impuesto la fe en una victoria de la opción de la permanencia. Aún así, no nos parece que el impacto final sobre la economía mundial y por ende sobre la capacidad de las empresas de generar beneficios justifique un movimiento de tanta amplitud. Aunque es posible que algunas empresas expuestas al mercado británico revisen sus previsiones de resultados, dentro de unas semanas debería empezar a menguar el flujo de noticias relacionadas con este tema y susceptibles de arrastrar al mercado a la baja. Eso permitiría la estabilización o incluso la recuperación del mercado.
Julien-Pierre Nouen es jefe Economista de Lazard Frères Gestion.