Durante el primer semestre del año, las bolsas se han movido al son del sentimiento inversor durante gran parte del periodo y los factores exógenos no permitieron que los fundamentales de los valores fueran los protagonistas.
Desde el punto de vista de la inversión, este hecho me sugiere que el entorno está cambiando y que debemos estar aún más atentos a los acontecimientos. En tiempos de cambio hay menos personas actuando con convicción, ya que nadie parece capaz de reconocer el patrón de comportamiento del mercado.
Así pues, cabría preguntarse qué está cambiando. Los mercados han ganado un respetable 1% en el primer trimestre de 2016. Sin embargo, si nos fijamos en la dinámica de fondo, el cuadro no está tan claro y me van a permitir que destaque una serie de hechos que han captado mi atención:
- Durante los últimos doce meses se ha producido el mayor número de movimientos de la desviación típica (tres) desde 1986 (menos en 2008/2009), y esta afirmación es válida para las acciones, la deuda pública, las divisas y las materias primas.
- La única forma de batir al mercado en el primer trimestre era estar largos en Turquía/Brasil/metales y minería. Lamentablemente, la mayoría de gestores que estaban largos en alguna de estas áreas durante los últimos tres años ya se habían retirado “magullados”.
- El año pasado, los protagonistas indiscutibles fueron los valores de crecimiento y biotecnológicos. Este año, las empresas biotecnológicas y los valores de crecimiento están siendo los más castigados. Por el contrario, los metales preciosos (que mostraban unas cifras terribles en los últimos tres años), el acero, el consumo básico y los servicios públicos han sido las mejores áreas.
- Las acciones de gran capitalización de perfil ‘value’ y la renta variable con reparto de dividendo han sido las estrategias con mejores resultados hasta ahora, aunque vivieron un año difícil en 2015.
Los mercados están nerviosos y la incertidumbre política está elevando la inquietud conforme se acerca el referéndum sobre la pertenencia del Reino Unido a la UE; además, EE. UU. y Alemania van a celebrar elecciones este año. Ahora que la Reserva Federal estadounidense está normalizando su política monetaria y que los ciclos empresarial y de crédito están madurando, se espera más volatilidad en 2016. Considero que este entorno es más una oportunidad que un reto. Un entorno difícil como este ayuda a poner de relieve los atractivos de los modelos y negocios sólidos que busco. Sigo estando convencido de que una cartera que se centre principalmente en empresas con un poder de fijación de precios duradero y valoraciones atractivas seguirá triunfando a largo plazo.
A pesar de la incertidumbre macroeconómica imperante y la volatilidad de las bolsas, la cartera no ha sufrido grandes cambios. Sigo confiando en los fundamentales específicos de mis posiciones. Aplico un enfoque sistemático y riguroso que me ha permitido dirigir con éxito la cartera durante un periodo de turbulencias marcado por la incertidumbre económica, la agitación de los mercados financieros, la desaceleración del crecimiento económico y los problemas geopolíticos. Esta estrategia ha servido bien a los inversores y no veo ninguna razón para cambiarla.
Una moneda al aire con cuatro caras
Ante todo, soy un analista de valores. No obstante, para gestionar un fondo de renta variable mundial hay que estar al tanto de los acontecimientos macroeconómicos. En mi opinión, en lo que resta de 2016 la macroeconomía estará dominada por cuatro factores: el dólar, la Fed, el petróleo y China.
El dólar: Janet Yellen ha indicado a las claras que no subirá los tipos de interés hasta que la economía se recaliente de verdad. El índice ISM manufacturero está en 58 y los salarios y el empleo están creciendo, por lo que el entorno actual no está en absoluto en consonancia con nuestra política actual de tipos de interés. Sin embargo, nos mantenemos en niveles bajos, ya que el mercado ha conseguido doblegar a la Sra. Yellen.
Tras este giro de 180 grados de la Fed, los mercados de divisas han registrado una volatilidad superior a la media. Parece que el G20 hizo un pacto en su última reunión para no comenzar una guerra de devaluaciones cambiarias. No obstante, el hecho de que el euro y el yen se hayan revalorizado (a pesar de los tipos de interés negativos) me hace pensar que si el dólar estadounidense vuelve a mudar de aspecto y (a pesar de la postura de cautela de Yellen) decide avanzar más, muchas cosas podrían cambiar completamente y de repente.
La Fed: La trayectoria alcista de tres años del dólar parece estar tocando a su fin. En parte, ello es debido a que ahora parece que la Fed subirá tipos únicamente un par de veces este año, en lugar de las cuatro veces que se barajaban a comienzos de 2016. Sin embargo, siempre que los tipos estadounidenses no se muevan, el dólar estadounidense tiene argumentos fundamentales para mostrar debilidad.
A la vista de la debilidad del dólar, los mercados emergentes vivieron uno de sus mejores trimestres en alrededor de tres años; además, los metales preciosos y el acero fueron las mejores clases de activos en el primer trimestre de 2016 (y biotecnología y bancos fueron las peores). Si se produce un giro en la evolución del dólar, algunas de estas tendencias probablemente se inviertan. El mercado estadounidense de bonos requiere una vigilancia continua, ya que en el último ciclo fue el mercado de bonos el que se impuso a la Fed cuando comenzó a descontar inflación.
Petróleo: Nuestros analistas viajaron recientemente a Houston para saber de primera mano cómo está la situación del fracking en Estados Unidos. Regresaron con la convicción de que la actividad estaba descendiendo claramente, lo que significa que la producción de petróleo de esquisto de EE.UU. se contraerá y el mercado probablemente se equilibre en la segunda mitad de 2016 o la primera mitad de 2017. Este hecho debería llevar el barril hasta los 50-60 dólares, tal vez más (cuanto más tiempo esté en niveles bajos, más alto será el eventual pico de los precios). Obviamente, parte de ello está ya reflejado en los precios, que han subido alrededor de un 40% desde sus mínimos por debajo de 30 dólares. Sin embargo, los precios todavía tienen recorrido por la debilidad del dólar y el leve recalentamiento de la economía estadounidense.
Aunque sigo manteniendo una postura favorable a la energía a corto-medio plazo, mi visión no está tan clara a largo plazo. Creo que podríamos presenciar un fuerte movimiento al alza de la energía y después, la era del petróleo se habrá acabado. Tenemos que ser muy rigurosos vendiendo nuestras acciones del sector energético en este movimiento al alza, que por su naturaleza será muy difícil de abordar.
China: China introdujo un importante paquete de medidas de relajación monetaria el año pasado que finalmente han comenzado a sentirse en la economía. Los datos de los índices de directores de compras (PMI) han mejorado y varias empresas de acero/cemento están anunciando aumentos de la producción después de dos años. La consecuencia es que los mercados están menos preocupados por China que hace tres meses, lo que también explica gran parte de los avances desde mínimos. Sin embargo, la economía china no ha salido completamente del túnel, ya que todavía tenemos que ver más reformas para afrontar el problema de los préstamos improductivos.
Las últimas fases de los ciclos son difíciles de gestionar
Las divergencias entre EE.UU. y el resto del mundo siguen siendo un factor clave y están fomentando la volatilidad del mercado. El deterioro de las condiciones del ciclo empresarial mundial también está haciendo que los inversores sean más cautos.
La acusada corrección de los mercados desde comienzos de año ha provocado que los inversores se preocupen por las perspectivas de crecimiento mundial y cuestionen la capacidad de las autoridades chinas para manejar la transición de su economía. Estos problemas, sumados a otros retos estructurales, dificultan la tarea de determinar la asignación de las inversiones en el entorno actual.
Las últimas fases del ciclo son entornos siempre difíciles de transitar. Sigo creyendo que este es el año de la protección del capital, más que de la revalorización del capital. La relación entre valores bancarios y del sector del oro me preocupa, ya que es un buen termómetro de la confianza en los bancos centrales. El hecho de que los valores bancarios no encuentren demanda y estén cayendo hasta nuevos mínimos sugiere que algo no va bien y que tenemos que mantener alta la guardia.
Estoy atento a los sectores de energía y banca, pues son dos indicadores que tienen que marchar bien para que el mercado pueda seguir subiendo. El punto de máximo peligro para los mercados será cuando la subida de los precios del petróleo se acerque a su punto álgido. Los múltiplos y los beneficios descenderán en ese escenario. También hay que estar atentos a la inflación, un fantasma que nadie cree que pueda volver a acechar en algún momento.
Incluso si todo lo anterior no capta su atención, piense que en estos momentos las valoraciones ofrecen poco apoyo (excluyendo las posibles sorpresas positivas en los beneficios en EE.UU. motivadas por los tipos de cambio) y que de aquí a finales de año tenemos el referéndum sobre la UE en el Reino Unido, las elecciones alemanas y las elecciones estadounidenses.
¡Bienvenidos a la parte final del ciclo! ¡Todo es diferente ahora!
Amit Lodha es portfolio manager del FF Global Focus Fund de Fidelity.