El Día Mundial de la Madre Tierra comenzó a celebrarse en EE.UU. en 1970, organizado por Earth Day Network, con la misión de ampliar y diversificar el movimiento para un medio ambiente sostenible, hacer frente al cambio climático y proteger la Tierra para generaciones futuras. De hecho los consumidores y empresas son cada vez más conscientes de los retos.
En este sentido uno de los grandes desafíos es abastecer de alimentos mundialmente y a precio razonable. En 2050 vivirán más de 9.000 millones de personas en la Tierra y 3.000 millones entrarán en clase media para 2030. Para ese año la población urbana aumentará en 1.400 millones, sobre todo en China y la India. Pero aunque el consumo humano de grano y hortalizas es independiente de los ingresos, el de proteína y aceite vegetal crece con la riqueza. Con recursos naturales, finitos, habrá escasez. Más aún, 670.000 kilómetros cuadrados de tierras se pueden perder hasta 2050. Además aproximadamente un tercio de los comestibles para consumo humano se pierde o desperdicia, 1.300 millones de toneladas anuales (FAO 2011), por valor de 750.000 millones de dólares (equivalente al PIB Suizo de 2014).
Así que los inversores, ante la creciente demanda de alimentos, pueden financiar empresas que proporcionan soluciones. De hecho la inversión en estas industrias puede contribuir a mejorar la eficiencia y estabilidad de la producción agrícola global. En concreto las inversiones para la eficiencia de la cadena de valor agrícola pueden facilitar resolver problemas de malnutrición y mejorar el nivel de vida.
Se requieren grandes inversiones a lo largo de la cadena de valor agrícola
Efectivamente, se requieren grandes inversiones en productividad a lo largo de la cadena de valor agrícola, desde la granja a la mesa: en cultivos, procesamiento y transporte. Además hay que profesionalizar la granja. La agricultura es el sector más fragmentado del mundo, con capacidad para generar grandes economías de escala y se está desarrollando una industria global de profesionalización, que puede contribuir a mejorar la eficiencia y estabilidad de la producción global. De manera que varias empresas están desarrollando tecnologías que proporcionan soluciones inteligentes para cosechar, mejorar el rendimiento y reutilizar residuos alimentarios: facilitan plantar en función de las condiciones del suelo y desarrollan fertilizantes más eficientes. Según International Food Policy Research Institute la tecnología de precisión puede aumentar el rendimiento de las cosechas mundiales en un 67% para 2050.
Además los fabricantes de equipos agrícolas están incorporando GPS, sensores remotos y análisis de datos que permiten calibrar movimientos de los tractores para minimizar uso de combustible, abonos o semillas. Es el caso del fabricante de abonos Agrium y el de tractores norteamericano John Deere, que invierten enormes cantidades en herramientas de almacenamiento y análisis de datos, de por si una incipiente industria. Otras empresas destacas incluyen la suiza Syngenta, el más grande fabricante de químicos agrícolas del mundo y Mosaic Co., segundo mayor productor de fertilizantes de Norteamérica. Incluso se están generando nuevas fuentes de proteínas, como insectos, una alternativa rica en grasas, fibra y proteínas para la alimentación animal. Además el empaquetado anti-bacterias y sensores integrados facilitan la protección de los alimentos en el transporte y mantienen los valores nutricionales para el consumo en el momento óptimo, evitando desperdicio.
Opinión de Patricia de Arriaga, subdirectora general de Pictet AM para Iberia y LatAm.