Aunque es fácil quedar atrapado por los procesos electorales en marcha -ya sea en Estados Unidos, donde están teniendo lugar unas primarias verdaderamente estridentes, o en Reino Unido, con la campaña sobre un posible ‘Brexit’-, esto no le va a ayudar a adoptar decisiones de inversión, por lo que es mejor dedicar el tiempo a ver qué está pasando en algunas de las economías más grandes del mundo.
La economía de Estados Unidos sube y baja, pero la tasa de crecimiento real medio para este ciclo económico -después de ajustar a la inflación- ha sido de alrededor del 2%. Y estamos avanzando, no sin esfuerzo a ese ritmo conforme empezamos el segundo trimestre a pesar de las repetidas, y hasta el momento infundadas, preocupaciones de que la economía se encamina a una recesión.
He aquí un vistazo al cifras económicas de EE.UU. de marzo:
Si miramos al resto del mundo, China sigue estando débil, pero los datos económico ya no están empeorando. Todavía hay un enorme exceso de capacidad, pero los temores a que se produzca una recesión profunda se han desvanecido ligeramente.
Hemos visto debilidad en los datos de fabricación de la zona del euro debido a la desaceleración de las exportaciones a los mercados emergentes. La inflación se ha mantenido baja, lo que ha llevado al Banco Central Europeo a adoptar tipos de interés negativos y nuevos instrumentos de política monetaria no convencionales. El consumo es un punto brillante en medio de estas cifras y aumenta el número de empresas que se adaptan a los consumidores. Esperamos una tasa real de crecimiento económico ligeramente superior al 1% en 2016.
Por su parte, el crecimiento japonés sigue estando cercano a cero. A pesar de los tipos de interés negativos, los estímulos fiscales y las reformas estructurales, Abenomics no ha demostrado ser suficiente para reavivar el crecimiento.
Algunas señales de excesos
Habitualmente, en MFS estamos muy atentos a ciertos indicadores del ciclo económico en busca de señales de que la actual expansión de Estados Unidos puede ser permanente, o por el contrario, podría llegar a su fin. De estos indicadores, la mitad están enviando señales de que los excesos podrían estar introduciéndose sigilosamente en la economía, mientras que la otra mitad no muestra signos de estrés. Existen varias áreas preocupantes que han mostrado una mejoría modesta en los últimos tiempos. Por ejemplo, ha habido tímidas señales de mejora en el sector de fabricación china, y los precios del petróleo, que hasta hace poco causaban estragos en los beneficios empresariales, se han estabilizado en cierta medida.
Aunque el crecimiento de Estados Unidos puede parecer aburrido, en otras partes del mundo se están produciendo algunos fenómenos interesantes. Tal vez el fenómeno más interesante -algunos me llamarán loco- es la adopción de una política de tipo de interés negativos por parte del Banco Central Europeo, el Banco de Japón y otros bancos centrales. Alrededor del 40% de la deuda soberana emitida por los gobiernos de la eurozona hoy cotiza con rentabilidades negativas. No sólo son los inversores pagan a los gobiernos por prestar dinero, sino que conservan todo el riesgo de crédito y tipos de interés sin ningún tipo de compensación. Esto es cualquier cosa menos aburrido.
¿En dónde invertimos en un mundo con tipos de interés negativos?
Lógicamente, los inversores están buscando alternativas más racionales. Las acciones con dividendos han demostrado ser atractivas en un contexto de rentabilidades negativas. Este tipo de títulos son particularmente atractivos en Estados Unidos. Es probable que los rendimientos reales positivos y una economía en constante crecimiento ayude a las empresas a generar un flujo de caja libre necesario para retribuir al accionista, y, al final, incrementar el dividendo.
El sector privado de Estados Unidos ha estado produciendo fuerte, e incluso niveles récord, de flujo de caja libre desde el final de la crisis financiera global. Y las acciones que pagan dividendos fuera de Estados Unidos también han demostrado ser atractivas en muchos mercados desarrollados. La clave no es perseguir a las empresas que tienen los rendimientos más altos –algo que podría ser peligroso-, sino buscar aquellas que tienen un crecimiento sostenible del flujo de caja.
A falta de una recesión, que a menudo se alimenta de un crecimiento excesivo del crédito, los mercados de deuda investment grade son una alternativa atractiva a la deuda pública. Son relativamente baratos para los estándares históricos y ofrecen la posibilidad de superar a los bonos del Tesoro en un entorno de tipos de interés ligeramente ascendente. Creemos que frente al actual contexto, añadir moderadamente activos de riesgo puede ser una estrategia apropiada para algunos inversores. Ampliando el espectro de riesgo, la deuda high yield barata también es convincente en este entorno. Lo mismo que los títulos de empresas de gran capitalización, teniendo en cuenta que ahora cuentan con valoraciones moderadas.
Esta economía puede no ser tan emocionante como el último cruce de acusaciones en la campaña electoral, pero aburrirse puede ser una buena cosa. Especialmente para las carteras a largo plazo.
James Swanson es estratega jefe de MFS Investment Management.