El ser humano peca tanto por la acción como por la omisión. La semana atrás hablé del “sesgo de la inacción”, aquel que surge cuando uno se paraliza y no toma decisiones (para nuestro caso, financieras). Pero existe una situación, que también es complicada de manejar, que es cuando el ser humano actúa mucho. Especialmente, en temas financieros, es un tema del que sufren las personas con una “sobreconfianza” extrema.
Vamos a ponerlo fácil: la sobreconfianza es aquella situación en la que muchas personas piensan que sus habilidades son mucho mejores que las del resto de la humanidad. Esto las lleva a cometer, en no pocas veces, imprudencias que son costosas. En los temas financieros esto se traduce en personas que compran y venden activos, pensando que tienen mejor información que el resto de personas o que creen que asimilan de mejor manera la información que tienen los demás o que pueden reaccionar más rápido o que pueden predecir el futuro de los mercados con exactitud (este último me encanta, porque se une con el consabido “lo sabía”, por lo cual el día de hoy, ven que en el pasado habían podido predecir el futuro que nos llevó a una situación particular…si lo sabían, hubieran actuado en consecuencia).
Generalmente, las personas que compran y venden activos generan un costo que no tienen en cuenta. Ven que, al poder predecir el retorno, piensan en una rentabilidad que muchas veces se ve “comida” por los costos en los que incurren. No son solo costos financieros, valga decir: el costo de tiempo, desgaste mental, entre otros, que implica el tratar de tomar decisiones basado en la sobreconfianza.
En mercados financieros, metámonos esto en la cabeza, no existe nadie que consistentemente sea mejor que el resto de personas. Nadie. Diversos estudios históricos muestran que personas que mueven sus inversiones constantemente, no obtienen una rentabilidad significativamente superior a los que tienen inversiones de mayor plazo.
Esto es así porque los mercados son dinámicos, y existe una diferencia radical entre “pegarle a todo en cada momento” y ver tendencias y aprovechar las oportunidades. Son dos cosas muy, pero muy diferentes. Piénsenlo un momento y verán que encuentran las diferencias.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no reflejan necesariamente la visión de Old Mutual sobre los temas tratados.
Opinión de Manuel García Ospina, vicepresidente de wealth management de Old Mutual Colombia.