¿Sabía que los compradores por internet chinos gastaron unos 5.700 millones de dólares en un sólo día en noviembre del pasado año, que cada vez más consumidores indios acaudalados prefieren comprar el té en una farmacia o que los tailandeses urbanos visitan un hipermercado al menos una vez a la semana y la mitad de sus facturas mensuales corresponden a tiendas de alimentación?
Para la mayoría de nosotros este es el tipo de información aleatoria que normalmente se reserva para un concurso de preguntas y respuestas, pero para los gestores de fondos representan datos muy valiosos sobre la conducta de los consumidores y que reflejan algunos de los cambios que se han producido en Asia en los últimos años.
El gran crecimiento de China ha alterado a nivel mundial los precios pagados por los bienes de consumo, la demanda global de recursos naturales e incluso el flujo de capitales internacionales. Se ha escrito mucho acerca de cómo los responsables de las políticas del país promueven el consumo doméstico como un futuro catalizador del crecimiento, aunque el hecho es que los consumidores de esta nación ya llevan tiempo reflejando pautas de comportamiento en esta línea.
La locura por el comercio electrónico en China también hace que este país sea el mercado de smartphones más importante del mundo y que sólo en los tres primeros meses del año se vendieran 98,8 millones. El país es el mercado de automóvil más importante del mundo y, junto con la India, aspira al título de mercado de oro más importante a nivel global.
También la India
Con todo esto resulta sencillo poner un excesivo foco sólo en China. La India es otro país en el que las reformas se encuentran en la agenda y en el que una creciente clase media urbana está cambiando las pautas de consumo. Y esto es importante ya que la gente que vive en las ciudades tiende a ganar y a gastar más.
A pesar de que solo tres de cada diez indios se clasifican como «urbanos» en las estadísticas del censo, estos representan más del 70% del mercado de las denominadas mercancías de consumo masivo (FMCG, por sus siglas en inglés). Y estos consumidores están desarrollando nuevos patrones de conducta en el sector de la distribución.
Por ejemplo, las farmacias se han convertido en el canal de ventas de la «vieja economía» de más rápido crecimiento en el ámbito de las FMCG. Los farmacéuticos atraen a un consumidor más exclusivo que parece preferir comprar tés, zumos de frutas y alimentos saludables envasados a un hombre que lleva una bata blanca.
Por otra parte, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) compuesta por 10 países, se ha convertido en algo que recuerda a un mercado único de unos 625 millones de consumidores. Esto ha contribuido a que la región emerja lentamente de la gigante sombra de China.
Se ha pasado de la extracción de materias primas a actividades económicas que se encuentran más arriba en la cadena de valor. Mientras China habla de reequilibrio, la ASEAN ha encontrado principalmente un medio satisfactorio de exportar y reciclar riqueza internamente, en forma de una creciente demanda del consumidor.
Los ingresos han crecido partiendo de una base limitada y existe una enorme demanda sostenida de vivienda, bienes de consumo no perecederos, transporte y servicios bancarios. Las poblaciones, tal y como es habitual entre los mercados emergentes, son jóvenes.
Sin olvidar Filipinas
El consumo doméstico representa aproximadamente el 70% del crecimiento económico de Filipinas y esto ya lleva cierto tiempo siendo así, según Jaime de Ayala, director ejecutivo y presidente de Ayala Corp, el conglomerado más antiguo del país. Las remesas de los filipinos que se encuentran en el extranjero han sido un fuerte factor de impulso para los mercados de consumidores de rentas medias, tales como las telecomunicaciones, el sector inmobiliario y otros servicios.
Por otra parte, lo que justifica la inversión en Indonesia, el miembro más importante de la ASEAN, está estrechamente vinculado con su población de unos 254 millones de personas. Más de la mitad de los indonesios viven en ciudades y esta cifra se incrementa en unas 300.000 personas cada año.
Lo que hace que este país nos resulte incluso más atractivo es que las empresas de productos de consumo no están sujetas a controles gubernamentales estrictos, como suele ocurrir en sectores más «estratégicos», como la defensa, los servicios públicos o la aviación. Esto significa que la competencia existe y que es posible que la innovación tenga lugar.
Algunas dificultades
Obviamente no todo es perfecto. Sin ir más lejos, el crecimiento chino está sufriendo una desaceleración. Esto puede ser positivo a largo plazo porque las tasas de crecimiento de dos dígitos eran, en retrospectiva, insostenibles. Sin embargo, a corto plazo todo el mundo padece las consecuencias.
Asia lucha por recuperar el impulso, en parte debido a su dependencia de la demanda china. A pesar de que las tasas de crecimiento siguen siendo más elevadas que en otras partes del mundo, los beneficios corporativos están cayendo, lo que puede afectar al empleo y los salarios.
En particular, las economías asiáticas que dependen más de la inversión extranjera están siendo penalizadas por las salidas de flujos de capital indiscriminadas de la región. Las previsiones de que la Reserva Federal estadounidense seguirá subiendo los tipos de interés el año que viene también tienen la culpa.
Sin embargo, hay muchas personas en Asia que se están enriqueciendo. Muchas tienen una renta disponible por primera vez en su vida y quieren gastar este dinero. Las empresas de más éxito ya han averiguado una forma de explotar estos cambios fundamentales.
A pesar de que Asia debe superar múltiples desafíos inmediatos, el inversor debería tener en cuenta las tendencias a más largo plazo que están cambiando las vidas de miles de millones de personas en toda la región cada día. Porque estos cambios terminarán haciendo que alguien se beneficie sustancialmente.