Hasta hace poco China había aplazado deliberadamente su pertenencia al selecto club que forman las cuatro monedas que componen la cesta de divisas con derechos especiales de giro del FMI. Hace unos años, China ya había crecido hasta convertirse en una potencia comercial, sin embargo, seguía siendo un enano en el mundo del capital. Pero desde hace poco, la República Popular ha llegado a un punto en el que, dado el rápido aumento del tamaño de su economía y comercio, esta contradicción ha dejado de ser sostenible o razonable.
La siguiente fase del renacimiento económico de China ya está en marcha. Se está trabajando activamente en construir un futuro para el siglo XXI que recupere el manto perdido en la década de 1830: el de ser la mayor economía del mundo. Esto significa que China deberá ampliar su papel en los mercados mundiales de capital para que coincida con los logros alcanzados en el comercio mundial. Esto va a equilibrar las dos ventanas a través de las cuales China mira al mundo, y lo que es más importante, través de las cuales el mundo mira a China.
Ser un miembro del club de las divisas de reserva no es más que un paso en el camino del renminbi para lograr aceptación mundial, pero es especialmente relevante en los esfuerzos de China por dominar el mundo del capital. De cara al futuro, podemos esperar que el trío Shanghai, Hong Kong y Shenzhen se conviertan en uno de los tres principales manantiales del mundo del capital, lo que supone la siguiente parada en boxes de la carretera de China por alcanzar la preeminencia económica mundial.
Sin embargo, para que esto ocurra de manera sostenible China tendrá que pasar de ser un exportador de capital –originado por el superávit en cuenta corriente– a ser un importador de capitales, que es la consecuencia de tener un déficit en cuenta corriente. Esto responde al Dilema de Triffin: una moneda de reserva aceptable no puede crear liquidez internacional si no es mediante el endeudamiento con otros países. Sólo cuando el apetito de los consumidores de China por los productos extranjeros supere el apetito de los extranjeros por los bienes fabricados por China, es decir, cuando el gigante asiático incurra en un déficit por cuenta corriente, se podrá lograr esto de verdad.
Mientras tanto, China tiene que encontrar una manera de reciclar sus excedentes comerciales a fin de que los extranjeros obtengan fácil acceso a su moneda. La doctrina de política exterior de Xi Jinping, secretario general del Comité Central del Partido Comunista de China,centrada en el programa ‘One Belt One Road’ logra este objetivo. Al obligar a los excedentes de capital chino en el extranjero a revivir la Ruta de la Seda terrestre por Asia Central y su equivalente marítimo a través del Océano Índico, China está repitiendo lo que hizo Gran Bretaña a finales del siglo XIX: establecer su estatus de moneda de reserva por primera vez, inviertiendo su superávit comercial en el extranjero antes de que aumente el apetito del consumidor chino por los bienes importados, lo que extiende de forma natural el uso del renminbi.
Michael Power es estratega jefe en Investec Asset Management.