Ahora que nos acercamos al final de 2015, los inversores en renta fija pueden hacer balance del año con una sensación de cierto alivio. Han ocurrido muchas cosas que podían haber borrado las rentabilidades, como las turbulencias del Bund, las dudas en torno al crecimiento de China, una devaluación inesperada del yuan, otra fase de caídas en los precios de las materias primas y multitud de malas noticias empresariales. A pesar de ello, la mayor parte de las clases de bonos va a cerrar el año con rentabilidades entre el 0% y el 5%, lo cual, visto lo visto, no es un mal resultado.
Sin embargo, 2015 será recordado principalmente por la inacción de la Reserva Federal. Su decisión de aplazar la subida de tipos en septiembre hizo mella en la confianza mundial y contuvo los tipos de la deuda pública en todo el mundo. A los inversores en bonos les sirvió de recordatorio de que los bancos centrales siguen optando por la cautela ante cualquier indicio de incertidumbre en los mercados o en la economía.
2015 fue también un año típico de fase final del ciclo económico -aumentaron el apalancamiento y los «espíritus animales», se siguió creando empleo y los salarios subieron-, pero extrañamente el ciclo de subidas de los tipos de interés todavía no ha arrancado. No fue un buen año para una búsqueda generalizada de rendimientos, pero tampoco para la duración. Lo importante es que los inversores que diversificaron en duración y riesgo crediticio obtuvieron buenos resultados, ya que se beneficiaron de la correlación negativa entre los cambios en los rendimientos de la deuda pública y los diferenciales.
Junto con la subida de tipos de la Fed y la necesidad de diversificar los portfolios como la única línea de defensa en periodos de fuerte volatilidad y liquidez reducida, la tercera tendencia de embergadura de cara al 2016 será la deuda corporativa y el carry trade.
Esperamos un buen comportamiento de la deuda corporativa en 2016 y que los diferenciales se estrechen a la vista de la entrada de la economía mundial en una fase de latencia dentro del ciclo. Aunque los fundamentales crediticios se deterioraron de nuevo este año, especialmente en EE.UU., la ampliación de los diferenciales en 2015 ha creado oportunidades por valoración. De hecho, los diferenciales entre las diferentes clases de activos se mueven cerca de sus máximos de tres años. Este entusiasmo se hace extensivo a todo el espectro de la deuda corporativa; así, los bonos con calidad crediticia, los bonos de alto rendimiento y la deuda emergente se perfilan para la recuperación.
Las previsiones de Fidelity se apoyan en un entorno positivo de tipos de interés y unos bancos centrales en modo expansivo, liderados por el BCE y el Banco de Japón. Lo anterior debería contribuir a mantener unas condiciones de refinanciación favorables, unos ratios de cobertura de intereses elevados y unas tasas de impago bajas. La amenaza de tipos más altos en EE.UU. podría provocar cierta cautela en los inversores, aunque los diferenciales se encuentran todavía en niveles bastante más amplios de lo que vimos al inicio de anteriores ciclos de endurecimiento monetario, por lo que existe cierto colchón para que los mercados de deuda corporativa absorban una subida lenta de los tipos de interés en EE.UU.
Dentro de la deuda corporativa, preferimos la deuda high yield a los títulos investment grade atendiendo a la rentabilidad total, mientras que en la deuda emergente, apreciamos margen de recuperación en los activos en moneda nacional. La volatilidad de las monedas emergentes probablemente se mantenga en niveles elevados, aunque podría darse una recuperación en la segunda mitad del año, cuando los inversores podrían aferrarse al carry atractivo, así como a las señales de estabilización y reorientación del crecimiento emergente. Las clases de activos no convencionales también podrían hacerlo bien. Los híbridos (bonos con características propias de las acciones) son una de nuestras grandes apuestas en 2016, debido a su combinación de carry y potencial de estrechamiento de los diferenciales a medida que los inversores se vayan acercando a esta clase de activo nueva y pujante.
En cuanto a las diferentes regiones, los fundamentales crediticios de EE.UU. se debilitaron mucho en 2015, aunque los problemas de los emisores del sector energético, así como los factores técnicos generales del mercado, fueron posiblemente razones de mayor peso para la debilidad del mercado de deuda corporativa. Ahora que el ciclo económico estadounidense entra en su fase final, esperamos un año más tranquilo en el mercado primario y unos niveles más moderados de reapalancamiento entre las empresas. De hecho, 2015 fue un año volátil en las bolsas y aunque las operaciones corporativas y las recompras de acciones siguen siendo un riesgo para el mercado, la fragilidad de la confianza debería contener los «espíritus animales» frente a las altas cotas alcanzadas en 2015. En todo caso, la debilidad de la deuda corporativa en 2015 ha contribuido a prolongar el ciclo.
A diferencia de las perspectivas para la deuda corporativa estadounidense, que giran considerablemente en torno a la valoración, la deuda corporativa europea está en una posición más favorable debido a su mejor combinación de factores, especialmente en los títulos high yield. Las nuevas medidas expansivas del BCE, sumadas a unos mejores fundamentales crediticios, deberían atraer a los inversores hacia esta clase de activo. A este respecto, destaca el hecho de que la deuda corporativa europea ha sido y sigue siendo un refugio por el hecho de ir por detrás del ciclo estadounidense, y la situación no debería cambiar en 2016.
Pero posiblemente el mayor atractivo de la deuda corporativa en 2016 es su posición frente a otros activos de riesgo, como la renta variable. La historia demuestra que las clases de activos como los bonos de alto rendimiento han sido útiles para reducir el riesgo de las carteras muy orientadas al crecimiento, ya que a través de estos bonos los inversores pueden aprovecharse de la fase de latencia del ciclo y beneficiarse de un carry atractivo, con una mejor protección frente a caídas. Este ciclo no debería ser diferente. Aunque determinar en qué plazos se moverá el ciclo económico resulta complicado, la debilidad de la deuda corporativa en 2015 ha creado un punto de entrada interesante para las carteras multiactivos conservadoras de cara a la fase final del ciclo.
Andrew Wells es director mundial de inversiones Renta fija, Fidelity Solutions e Inmuebles de Fidelity.