El sector de la construcción está recuperando progresivamente el tono que había perdido durante la crisis. No en vano, es un sector mucho más sensible que otros al ciclo económico y el periodo de recesión y austeridad fiscal en Europa ha propiciado que atravesara una profunda desaceleración hasta 2013, dado que los principales clientes de las compañías constructoras suelen ser los gobiernos o las grandes empresas. No obstante, desde entonces, la tendencia ha comenzado a cambiar alentada por los proyectos de la Comisión Europea y el Banco Europeo de Inversiones.
Esta situación se ha reflejado fielmente en el mercado de deuda, aunque la actividad de las compañías constructoras en este mercado es bastante reducida respecto al global y actualmente supone alrededor de un 16% del total, pese a la reactivación experimentada los últimos dos años. De hecho, las emisiones de las constructoras cayeron significativamente hasta alcanzar un mínimo de 1.000 millones de euros en 2012 y, desde entonces, la tendencia se ha invertido y en 2014 se registraron emisiones por valor de 4.700 millones de euros. Todo apunta además que la senda alcista va a continuar en los próximos años.
En este sentido, el sector de la construcción en España no es una excepción. Aunque la crisis ha sido más profunda que en el resto de Europa, y debido a la desaceleración la contribución al PIB de las constructoras españolas supone ya menos del 6% frente al 10% de 2005, las compañías han tomado medidas que están comenzando a dar sus frutos.
De hecho, actualmente sus márgenes de EBITDAR, que han pasado de una media del 12,4% en 2011 al 14,5% a finales de 2014, y sus carteras de pedidos muestran unos ratios de rentabilidad superiores a los del resto de compañías europeas, aunque sus ratios financieros aún son más débiles y cuentan con una deuda mayor. Sin embargo, esta situación dista de ser preocupante, ya que los indicadores de crédito están mejorando progresivamente. Así, aunque sus niveles de deuda son elevados, su flujo de caja también lo es y los procesos operativos están mejorando.
Existen, además, una serie de catalizadores que favorecen a las compañías españolas respecto a sus comparables europeos. Y es que el perfil de riesgo de los negocios de las empresas españolas es más favorable debido a que en los últimos años han llevado a cabo un proceso de diversificación significativo, tanto por segmentos como a nivel geográfico. De hecho, han logrado reducir de manera significativa su dependencia al sector Europeo y han aumentado sus negocios en Latinoamérica – especialmente en México, Colombia y Perú –, Oriente Medio y Asia.
En lo que respecta a los distintos segmentos, el subsector de ingeniería civil se ha mantenido bastante estable durante los últimos años y representa alrededor de un tercio del total del sector. Sin embargo, los servicios y la gestión de edificios han descendido significativamente, aunque el porcentaje de los beneficios procedentes de las empresas concesionarias y otras compañías ha compensado la caída. Teniendo en cuenta todos estos aspectos consideramos que, en líneas generales, las perspectivas para las constructoras españolas son positivas.
Philipp Wass es analista de Scope Ratings