La mayoría de los economistas esperan que el Banco de Japón flexibilice aún más la política monetaria -algunos incluso piensan que lo hará de forma muy agresiva- a finales de este mes o poco después. Sin duda, el crecimiento económico de Japón parece mediocre. Los datos de producción industrial y pedidos de maquinaria han obligado recientemente a muchos economistas a reducir sus previsiones para el PIB del tercer trimestre a un crecimiento cercano a cero frente al segundo trimestre. Pero hay varias razones para ser más optimista acerca de la situación del país.
La primera de ellas es la economía. La inflación subyacente, excluyendo la alimentación y la energía, registró en tasa anualizada de seis meses un 1,4% en agosto, y esto incluye un componente de alquiler de vivienda que sigue cayendo. Excluyendo los alquileres, el IPC repuntó en una tasa anualizada de seis meses en un 2,2%. Hay que tener en cuenta que la inflación de los alquileres es ligeramente inferior a lo que era hace una década (mientras que la inflación de los alquileres en Estados Unidos ha aumentado los precios en aproximadamente un 35%), y si aumentara a una tasa del 1%, entonces la inflación subyacente estándar de Japón aumentaría en un 1,8% en tasa anualizada de seis meses, o se estaría acercando a los objetivos del Banco de Japón.
En segundo lugar, hay varias razones políticas por las que Japón debería evitar tener un yen más débil. Estados Unidos ya ha sido muy generoso al no quejarse de un tipo de cambio de 120 yenes por dólar, pero no es probable que haya mucha tolerancia en otro debilitamiento de la divisa nipona. En Estados Unidos crece el sentimiento proteccionista y ahora mismo, se cuestiona incluso si se aprobará o no Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica. Al declarar su oposición al acuerdo, Hillary Clinton sugirió que no había suficiente esfuerzo en lo que respecta al tipo de cambio, y es probable que la mayoría de los demócratas en el Congreso estén de acuerdo con ella.
De hecho, un proyecto de ley separado que analizará los asuntos relacionados con el mercado de divisas tuvo que ser aprobado en conjunto con el TPA para obtener los votos necesarios para su aprobación. Un debilitamiento dramático del yen podría dañar aún más las perspectivas para este importante logro de la «tercera flecha» de Abenomics, especialmente durante los próximos tres meses antes de la votación en Estados Unidos del TPP. Por último, en lo que se refiere a la política, los votantes se están cansando de oír hablar de la inflación.
En tercer lugar, hay consideraciones de estabilidad financiera. Si Japón compra más deuda pública del país y empuja aún más los tipos a largo plazo hacia cero, entonces las compañías de seguros, los bancos y otras instituciones financieras, incluidas los fondos de pensiones empezarán a quejarse de que es imposible cumplir con sus obligaciones a largo plazo con la cantidad razonable de riesgo regulada por el gobierno. Aunque no ha habido ningún problema importante hasta ahora, una política más agresiva del Banco de Japón podría perturbar el mercado de deuda pública japonesa.
Muchos en esta industria están animando al Banco de Japón para que adopte medidas, pero creo que al organismo le gustaría mirar más allá de las consideraciones a corto plazo y contar con crecientes salarios que ayuden a estimular el consumo personal, que haga subir los precios de los alquileres y que anime a las compañías japonesas a acelerar las inversiones nacionales en lugar de las del extranjero. De hecho, el Banco de Japón debería estar contento de haber conseguido aumentar la inflación subyacente estándar desde la tasa anual negativa que registra el país desde finales de 1990 (con la excepción de unos pocos meses en 2008), con gran riesgo para su reputación. Basarse en una moneda más débil o una política monetaria más agresiva no es la clave del éxito para Japón, sino más bien, continuar con las reformas estructurales, incluyendo el TPP y las medidas incluidas en el plan de Abenomics 2.0, la confianza del mundo empresarial en su propio país y en los trabajadores, y por supuesto, un continuado robusto entorno económico global.
Columna de opinión de John Vail, estratega jefe de Nikko AM.