La economía china se encuentra en una fase de transición en la que se esfuerza por avanzar en medio de las ya mencionadas necesidades contrapuestas de crecimiento, reforma y desapalancamiento. Muchos de los motores de crecimiento del país no están funcionando tan bien como podríamos desear; por ejemplo, el sector de las exportaciones lleva años perdiendo competitividad al combinarse las subidas salariales con una divisa fuerte. Al mismo tiempo, los gastos en inversiones se están viendo frenados por la creciente carga de la deuda de las administraciones locales y por los dirigentes del Partido Comunista, que tienen miedo a actuar por las medidas anticorrupción.
Por todo ello, el crecimiento económico se está viendo arrastrado a niveles negativos y, preocupado por su debilidad, el gobierno ha anunciado su intención de incrementar el gasto fiscal para potenciar los niveles de actividad.
La economía y la política, impulsadas por necesidades contrapuestas
Aunque nada de lo anterior nos ha sorprendido, lo que sí es nuevo son los indicios de cambio observados en la agenda de reformas. En 2013, el relativamente nuevo Presidente Xi acogió a las fuerzas del mercado con iniciativas positivas tales como el Hong Kong-Shanghai Stock Connect, que facilita las operaciones transfronterizas con acciones, y la promoción del desarrollo de un mercado de bonos para reducir la dependencia de la financiación procedente de los bancos.
No obstante, se ha intentado contrarrestar la debilidad de los mercados de valores y de divisas de los últimos meses con distintas intervenciones del gobierno que tenían como fin apoyar a los mercados, obligando a los brokers a comprar acciones y prohibiéndoles a los accionistas importantes reducir sus participaciones. También se han producido intervenciones indirectas, por ejemplo, imponiendo unos requisitos adicionales de reserva cuando los bancos realizan operaciones de cobertura sobre el renminbi para sus clientes, y así reducir la especulación con la divisa. Se trata, básicamente, de una forma suave de control de capitales.
Políticas por la reforma, acciones contra ella
En teoría, la agenda de reformas sigue adelante; pero, en la práctica, las acciones del gobierno reflejan que el Partido Comunista no está dispuesto a ceder el control, al realizar una considerable exhibición de músculo financiero para influir sobre las fuerzas del mercado a las que debería estar acogiendo. Sin duda, este es un cambio importante que deberá analizarse con cuidado, puesto que repercute en lo atractivo que se ve el mercado chino ante los inversores extranjeros.
La debilidad de la divisa es un fenómeno nuevo
La liberalización del mecanismo de control de cambio de divisas de China, con el fin de que el renminbi sea aceptado dentro de los Derechos Especiales de Giro (cesta de divisas de reserva) del Fondo Monetario Internacional, está sometiendo a esta moneda a las fuerzas del mercado. Las primeras indicaciones parecen señalar que el gobierno utilizará sus vastas reservas de divisa extranjera en apoyo del renminbi. Sin embargo, y como consecuencia de ello, esto ocasionará una contracción en la oferta de dinero nacional que podría minar sus esfuerzos por dar alas a la economía con medidas de estímulo fiscal. Asimismo, podría proporcionarles un medio a los ciudadanos chinos con más medios para sacar su capital de China. Todas estas razones fortalecen la idea de un renminbi más débil.
Los inversores extranjeros se han acostumbrado a una divisa china relativamente fuerte. De hecho, el renminbi mantuvo su paridad con el dólar estadounidense entre 1994 y 2005, y se ha ido apreciando durante los últimos años, por lo que su debilidad actual supone un problema para los inversores extranjeros.
Por todo lo anterior, será imperativo que supervisemos las acciones del gobierno y la retórica de sus políticas, además de prever que los inversores deberán enfrentarse a una nueva dinámica por la debilidad de la divisa china. Entretanto, mientras vaya tirando la economía china, creemos que el mejor enfoque consiste en seguir invirtiendo en las empresas más fuertes, mejor gestionadas y que generen efectivo que puedan beneficiarse de la transformación de la economía nacional. Un aspecto positivo que aporta este punto de vista es que, dado el pesimismo macroeconómico, muchas de esas compañías están cotizando actualmente con valoraciones muy atractivas, e intentaremos seguir aprovechándonos de esto en beneficio de los inversores.
Charlie Awdry, es gestor de carteras de China de Henderson.